Más allá de los devaneos inútiles de cierta jurisprudencia que pretende ser aséptica y se convierte en cómica, la muerte del bebé Isidro Píparo está marcando un punto de inflexión en este martirologio argentino que parece no tener fin. La mayoría de la población enmudeció al conocer el detalle del intento de asesinato de Carolina Píparo, embarazada de 9 meses, a quien un miserable intentó ejecutarla a pesar de su visible estado y de su ruego desesperado.
Y más luego, al conocerse la noticia aludida al comienzo. Tanto, que el propio gobernador Daniel Scioli tuvo que reconocer que la demanda de seguridad de la población bonaerense aún no está satisfecha en forma plena: ‘’Nosotros estamos con estas propuestas concretas, y aquel que tenga un proyecto superador o una idea superadora a lo que se está haciendo, nosotros estamos abiertos, venga de quien venga. Porque lo que es bueno para la gente, es bueno para mí, es bueno para el gobierno, es bueno para la provincia’’. Pero según una encuesta virtual realizada por lanación.com, el 73,56% de los entrevistados considera muy mala su gestión en materia de seguridad.
Cabe recordar que el 11 de mayo pasado, Scioli le pidió la renuncia al cuestionado ministro de Seguridad Carlos Stornelli, reemplazándolo por el entonces ministro de Justicia bonaerense Ricardo Casal. Mediante esa maniobra, se unificó a ambos ministerios poniendo fin a la separación que regía desde 1997 con motivo del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas.
No bien este asumió, le pidió la renuncia a toda la plana mayor de la Policía Bonaerense, dejó sin cartera a 250 asesores y declaró que se buscaría aumentar la prevención y disminuir la reincidencia de quienes hayan cometido delitos y hayan cumplido su condena. Además afirmó que los bonaerenses jamás iban a estar a expensas de los delincuentes, convocándolos a una ‘’cruzada nacional y provincial fuertísima’’ para erradicar la droga y el paco, pues consideraba que esta es la única manera de enfrentar a este flagelo: "Los responsables somos nosotros, que a nadie le quepa duda de que no hay otra responsabilidad más importante que la del gobierno de llevar adelante" el combate a la droga y el delito.
Más que anuncios y buenos deseos
Pero evidentemente, luego de estos anuncios, medidas y expresiones de deseo, es más que evidente que esta larvada guerra entre delincuentes y resto de la población prosigue con todo su loco furor. Y no distingue víctimas, como el aludido caso de Carolina e Isidro.
Acuciado por este luctuoso suceso, el gobierno bonaerense envió al Senado provincial un paquete de 15 proyectos de ley buscando recuperar la iniciativa, ante el clamor creciente de la gente que está más que hastiada ante tanta inhumanidad.
Dos cuestiones controvertidas que jaquean a Scioli son la baja en la edad de imputabilidad y la cuestión trillada de los derechos humanos: ‘’Hay que cambiar el código contravencional, está en agenda el tratamiento del proyecto de la baja de edad para la imputabilidad a los menores. Quiero poner a la Provincia en una política superadora de los extremos; hay que terminar con esta historia de que la seguridad es un tema de derecha y los derechos humanos es un tema de izquierda”, sostuvo levantando polvareda ante quienes todavía se aferran a la fantasmagoría kirchnerista del inmovilismo estéril en esta prioridad acuciante. Pues llama poderosamente la atención el ominoso silencio oficial al respecto, sólo roto por la lógica de barrabrava de Aníbal Fernández, quien sostuvo en Twitter que quienes se conmovían por esto hacían ‘’necropolítica’’, al usar la muerte del bebé como pancarta contra el kichnerismo. Aunque luego tuvo que echarse atrás y modificar esto ante las reacciones iracundas subsiguientes, basta como muestra de la miopía de quienes nos maltratan desde arriba.
Más allá de la evidente fractura en esto del gobierno provincial y el nacional, es imperioso que se lleven adelante acciones concretas aquí y ahora, y no en el consabido largo plazo, porque como bien dijo John Maynard Keynes en 1923: ‘’El largo plazo es una guía confusa para la coyuntura. En el largo plazo estamos todos muertos’’.
Fernando Paolella