No me gusta hacer periodismo de periodistas, en serio; pero a veces la indignación ante textos miserables puede más que ciertas premisas.
Un “ortiba” es un batilana, un buchón, un económico mercenario de bodegón que va de mesa en mesa tratando de orejear un dato y corre a tratar de quedar bien con la autoridad para que le palmeen el hombro y le tiren un hueso.
Y si el ortiba además de serlo se enorgullece de su condición, empieza a militar en la pusilanimidad. Fácilmente comprenderá usted, amigo lector, de qué va este artículo.
Hay un tal Horacio Sacco, que se declara psicólogo y peronista, y que escribe en un sitio oficialista llamado “El Ortiba”. "El Gran Ortiba” le dicen a Sacco, asumo que ha de ser editor o dueño de ese medio.
Bien; descenderé a su condición por un momento para “ortibarlo” aquí, cosa que si usted se lo cruza en algún sitio sepa esquivarlo a tiempo y evitarse el disgusto.
Este “joven maravilloso” no tuvo mejor idea que escribir un artículo (*) sobre la noticia que Carolina Píparo se va del país. Y lo escribe, como corresponde a todo buen defensor del actual “modelo”: desde el resentimiento, el odio, y la capitalización política de la desgracia ajena.
“Las corporaciones mediáticas están chochas con la decisión de Carolina Píparo de irse del país.”
Frente a la desgracia de una joven a quien las políticas y los funcionarios que Sacco defiende le arrebataron su bien más preciado, el hijo que llevaba en su seno, el escriba (no diré periodista) no tiene mejor idea que utilizar esa información para llevar agua al molino kirchnerista pegándole a las corporaciones mediáticas. Como si el tiro a Carolina se lo hubiera pegado Bartolomé Mitre o Jorge Fontevecchia. Como si la hubiera marcado Magnetto y la hubiera seguido Lanata.
“Pero resulta que la decisión de la familia Píparo de radicarse en un país extranjero, respetable por cierto, está siendo enrostrada a la sociedad por las corporaciones mediáticas sin ningún disimulo: "¿Lo ven?, este es el país que los K nos quieren vender", parecería escribir la mano invisible de la oposición mediática en la volanta de la noticia o el zócalo de la pantalla.”
Sacco, el "ortiba"
No es “la oposición mediática” quien lo escribe, Sacco. Es su conciencia la que lo lee. Hasta los grandes “ortibas” tienen conciencia en alguna parte. Y no es el país que los K nos quieren vender, es el país que los K y gente como usted han esquilmado hasta dejarnos en esta situación de absoluta indefensión.
Es el país donde la vida humana vale 50 guitas, es ese el modelo que usted defiende.
“Miles de argentinos han perdido sus hijos. Pregúnteles a las Madres de Plaza de Mayo, que algo saben sobre el tema. O a las Madres del dolor. O a los familiares de las víctimas del gatillo fácil. O a las Abuelas de Plaza de Mayo. Quedan por los menos 400 hijos de desaparecidos que aún esperan conocer su identidad.”
Desde la particular y acaso rentada óptica de este personaje, Carolina Píparo debiera olvidarse de lo que le ocurrió porque a otra gente también le ocurrieron desgracias similares antes que a ella. Si el argumento consiste en hacer comparaciones de horror por horror, podría usted señalarles a las madres de Plaza de Mayo que cesen su lucha por justicia ya que en la campaña del desierto fueron asesinados más de 60.000 indios que eran hijos de una madre. ¿Sacco, se da cuenta cuán absurdo es su elemental razonamiento?
“Las estadísticas recientes sobre muertes violentas indican que Argentina está lejos de ser el país con mayor cantidad de delitos violentos en Latinoamérica. México se desangra en una guerra entre narcos, ahí nomás, a un pasito del imperio.”
Subleva al más calmado leer la hipocresía de alguien que ante el dolor irreparable exhibe estadísticas que pretenden disminuirlo. ¿Acaso Isidro y Carolina para Sacco apenas sean meros datos estadísticos a consignar? ¿Acaso el escriba espera que Carolina Píparo vaya a agradecerle a Scioli o a la presidente que le hayan disparado solamente con una 22 en lugar de con un RPG-7? ¿Es así Sacco?
“No aprovecharé su desgracia para hacer el recuento de todas y cada una de las acciones del gobierno para combatir la pobreza y el delito. Sería tan oportunista y miserable como las corporaciones mediáticas que especulan con su caso. Si algo nos diferencia es una cuestión de ética. Si a usted la tranquiliza mudarse de país y cree que es la mejor opción, váyase Carolina. Tiene toda la razón del mundo y toda la libertad para elegir. Ojalá encuentre en otros horizontes lo que la Argentina no pudo o no quiso brindar a su familia: un lugar para vivir, para crecer y para soñar en paz. Ojalá. Que le vaya bien. ”
No Sacco, no sería oportunista, sería solamente miserable. Tan miserable como utilizar cualquier tema y cualquier argumento para hacer política destilando el odio y la división que sus líderes han instalado en este país desde hace 7 años e intentar una defensa de lo indefendible. Antes era contra los militares, ahora es contra todos, Carolina Píparo incluida.
Han pasado a agredir a las propias víctimas para defender el modelo: de eso, Sacco, no se vuelve. Se están convirtiendo en lo mismo que tanto odian. Solo le faltó decir que el bebé de Carolina “algo habrá hecho”…
Usted perfectamente podría haber escrito un artículo en contra de “las corporaciones mediáticas” sin necesidad de caer en la bajeza rastrera de dirigirse en esos términos a Carolina. Pero el odio es más fuerte, y se le escapó del teclado a chorros. Usted es el tipo de comunicador que necesita el “modelo”. Muchos “ortibas” que sean capaces de utilizar políticamente aún el drama ajeno para arrimarle voluntades a la causa.
¿Acaso alguien incluso lo esté felicitando en este mismo momento? “Que bien, Ortiba, estuviste un fenómeno con lo de la guacha esa que se quiere ir del país, ma´ sí, que se vaya nomá, bien cumpa, así se hace”.
Pero no se confunda, no es la Argentina quien no pudo o no quiso brindar a su familia un lugar para vivir, para crecer y para soñar en paz. Es una cantidad de miserables que por un mendrugo acompañan a su propia madre hasta el burdel y más tarde cuentan los billetes.
Probablemente Carolina Píparo y su esposo puedan rehacer sus jóvenes vidas en un país que merezca la pena ser vivido, y aunque lo hicieren en un sitio que no sea precisamente el paraíso, siempre podrán pensar en el beneficio de que, con cada milla que el avión recorra, se estarán alejando un poco más del horror de convivir con gente como usted.
Ya la marcaron una vez y le pasó lo que pasó, no necesita que aparezca otro miserable a marcarla nuevamente desde un medio.
Usted ni siquiera es un desalmado, porque para eso hace falta haber tenido alma alguna vez.
Fabián Ferrante