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¿Materia o espíritu?

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LA ETERNA CONTROVERSIA
LA ETERNA CONTROVERSIA

Materialistas y espiritualistas (entre estos últimos, los infaltables espiritistas, pseudocientíficos de raza), siempre se han desgañitado durante eternas controversias, desde la más remota antigüedad, ¡hasta el presente! para clarificar esta milenaria cuestión.

 

Veamos someramente, algo sobre materialismo:

 “El materialismo cosmológico se caracteriza por las siguientes tesis: a) el carácter originario de lo derivable de la materia, que precede a todo otro ser y es su causa. b) La estructura atómica de la materia. c) La presencia en la materia, por lo tanto en los átomos, de una fuerza capaz de hacerlos mover y combinarse en modo tal que dan origen a las cosas.

 Demócrito admitía que los átomos se mueven por su cuenta desde la eternidad”. (Diccionario de filosofía, de Nicola Abbagnano, pág. 779).

 Su hallazgo fundamental fue el atomismo con el que trató de explicar el universo a través de la interacción de innumerables partículas indestructibles, eternas e indivisibles, que se movían constantemente en el espacio infinito.

 ¡Pobre Demócrito, quien vivió entre los años 480 y 370 a. C.! Si despertara hoy día para encontrarse frente a frente con los colosales aceleradores de partículas que hacen trizas a los átomos, ¡se caería de espaldas!

 El biólogo alemán Ernst Haeckel, admitía además, que los átomos están dotados, aparte del movimiento, también de vida y sensibilidad.

 Por su parte, el materialismo sicofísico “consiste en afirmar la estrecha dependencia causal de la actividad espiritual humana de la materia, esto es, del organismo, respecto al sistema nervioso o del cerebro. Una de estas formas es la concepción de “el hombre máquina” por parte del francés La Mettrie, quien la usó como título de su famosa obra homónima.

 Por su parte el zoólogo Karl Vogt (1817-1895) en un escrito de 1854 titulado La fe del carbonero y la ciencia, afirmó que “el pensamiento tiene con el cerebro la misma relación que la bilis con el hígado o la orina con los riñones”. (¡Horror para los espiritualistas, que, seguramente desearon matarlo!)

 Continuamos con Abbagnano: “Otra forma más atenuada o, si se quiere, más distinguida de la misma doctrina, es aquella según la cual la conciencia es el epifenómeno de los procesos nerviosos… (Según Huxley), pág. 780.

 Ahora bien dejando de lado a todos aquellos pensadores e investigadores del pasado, invito al lector a recalar en mi propio concepto acerca de La esencia del universo (ver mi obra homónima editada en Buenos Aires en 1991, por Editorial Reflexión, pág. 234). En esta obra recomendable, explico con creces mi posición frente a los tradicionales contrarios: materia-espíritu. Allí digo, por ejemplo, que el psiquismo es un proceso físico más; que entre la materia-energía existe otra manifestación de la esencia del universo: el psiquismo (al menos en nuestro planeta entre incontables astros sin vida) y, en resumidas cuentas deduzco que en realidad no existen (fuera de nuestra mente que lo concibe), ni la materia ni el espíritu, sino tan sólo ¡la energía! (diversas formas de energía, una de ellas el fenómeno psíquico). Y en la misma página 234 de la obra citada digo: “paradójica y cómicamente podríamos unir a los materialistas con los espiritualistas (aunque ellos se rechacen) para denominarlos a ambos energialistas (valga el neologismo), porque unos y otros se refieren en sus polémicas, sin advertirlo, a lo mismo subyacente: la energía, que es una de las manifestaciones de la (para nosotros) escondida esencia universal, y que puede producir psiquismo, es decir, lo que los espiritualistas y espiritistas de toda clase denominan cándidamente: “manifestaciones espirituales” alejadas completamente de la materia-energía.

 En resumidas cuentas la palabra espíritu que indica un concepto simple, es un neto invento de nuestra mente que, asombrada, intrigada ante lo incomprensible que es la propia mente humana, echó mano de la fantasía para explicar desde su oscura ignorancia lo que de ningún modo podía entender.

 Tan inconcebible es la complejidad del proceso psíquico y sus manifestaciones, que ante este fenómeno, el hombre se torna supersticioso y atribuye todo a un cierto espíritu (entendido como ser individual dotado de razón alma racional).

 Así, por ejemplo, el principal error de Descartes ha sido considerar el pensamiento como independiente de la “materia”, para afirmar que existe el alma independiente del cuerpo, “que no necesita lugar alguno para su existencia ni depende de cosa material alguna” (Discurso del método 4a. parte), cuando en realidad el pensamiento se localiza en el cerebro (un lugar) y no se produce si falta aquello que se denomina materia”, como el oxígeno, el carbono, el fósforo, el hidrógeno… y otros elementos componentes de sustancias químicas que aporta la sangre.

 ¿Qué pasa entonces con la conciencia?, ¿esta se eclipsa?, ¿queda latente?, ¿permanece en “otro mundo”?, ¿y en ese “mundo” denominado espiritual que, si no posee “materia” a su alcance (alimentos, agua, oxígeno), no puede manifestarse (ni a sí misma), conservando su “yo” ahora inconsciente para sí mismo? ¡Arduo tema tanto para los religiosos, como para los sicólogos creyentes en el alma inmortal que sobrevive al cuerpo!

 Aquí, en este punto, no le queda al creyente en el alma separada de la materia, otra cosa que cerrar los ojos y pensar en otro utópico mundo separado del que nos muestra la experiencia, que en todo caso penetra en este último, se le hace consciente, y ante la muerte corpórea, retorna a ese otro mundo inmaterial. ¿Recobrando la conciencia perdida? ¡Arduo tema para los espiritualistas! Religiosos orientales y occidentales anduvieron y andan por ahí, pensando estas cosas.

 En otra figura, podemos comparar este fenómeno con una ventanita que se abre al mundo inmaterial. En este paradigma podemos imaginar dos mundos que se excluyen: espiritual e inmortal uno, y material y temporario el otro. Este es el pensamiento que se viene arrastrando desde la más remota antigüedad. Lo que no combina aquí es que, mientras por un lado se halla consciente lo espiritual, lo material permanece separado (alma y cuerpo según los dualistas) y cuando hay inconsciencia, desaparece lo material para esa conciencia, y quedar sólo el espíritu pero sin saber que existe, es decir ¡desaparece la conciencia! (?)

 Esto significa que, durante un desmayo por un golpe en la cabeza, el alma queda sin saber que existe.

 Por otra parte, durante el sueño, el alma a veces parece volverse loca, para deambular por lugares fantásticos; ora se alegra, ora se entristece, “ve” personajes que ya no existen, goza, sufre… ¿en otro mundo?

 ¿Cómo explican los psicólogos el fenómeno onírico? Cada uno a su manera, a cual más fantasioso, y no hablemos de los psicoanalistas, reyes de la ilusión que, sin darse cuenta, sólo cultivan una mera e indiscutible pseudociencia, con convicción y veleidades de poseer una autentica y profunda ciencia empírica.

 Por su parte, recordemos que algunos antropólogos, tentaron la hipótesis de que, el espiritualismo nació de los sueños. Durante el trance onírico, podemos ver y conversar con nuestros parientes fallecidos: padre, madre, hermanos, etc. También con allegados que ya no existen. De ahí a la fantasía del espiritualismo hay un sólo paso.

 También podríamos preguntarnos dónde se encuentra el alma racional durante los sueños, cuando estos son alocados o consisten en pesadillas que nos asustan o aterrorizan. ¿Habría que pensar entonces que el alma se vuelve loca durante estos trances? Y bajo los efectos de los estupefacientes y del alcohol, ¿qué pasa con el alma? ¿Se halla perturbada? ¿Acaso opacada? ¿A la espera que la sangre diluya las drogas en el cerebro para retornar a manifestarse lúcida? ¿Se trataría entonces, de un alma “va y viene”, que se oculta durante el sueño o se altera bajo los efectos de las drogas, para reaparecer lo más campante y reinstalarse en las neuronas (o entre ellas) una vez libre de los efectos de las sustancias químicas? ¿Y en aquellos que por un golpe en la cabeza, ataques cerebrales y otras causas, quedan inconscientes el alma se esconde asustada a la espera de la normalización del cerebro para reaparecer tranquila cuando su “nido” (el cerebro) se recupera y está en orden?

 ¡Qué extraño que los grandes pensadores filósofos (que he leído “a montones”) no se hayan percatado de este fenómeno anímico, que consiste en un alma que parece jugar a las escondidas, ocultándose cuando “las papas queman”, para reaparecer consciente y lo más alegre una vez superado el trance y cuando ya “no haya moros en la costa”, es decir, cuando el cerebro se halla nuevamente disponible, y tiene campo libre!

 Los psicólogos y psiquiatras, (amén de los fatuos psicoanalistas y parapsicólogos de todas las especies) que “manejan” el tema del “alma” de las personas, me pueden ofrecer “mil” explicaciones del fenómeno, pero los bioquímicos van por otro camino y nos explican que ciertas sustancias químicas pueden alterar el “bailoteo” de los protones, neutrones, electrones, quarks y otros elementos subatómicos que componen transitoriamente, mientras estamos vivos (nosotros y nuestros compañeros en la existencia, los animales) la trama cerebral que los creyentes en espíritus denominan alma, con el fenomenal atributo de, nada menos que, la ¡inmortalidad!

 

Ladislao Vadas 

 
 

44 comentarios Dejá tu comentario

  1. Goleada : modestamente creo que Osvaldo es Alemania y Mi tocayo Aldo es la Argentina de Maradona. ya se comió 4 goles y sigue insistiendo . en fin cosas vederes Sancho. tocayo mío le sugiero si quiere ganarle el debate a Osvaldo use el acabado léxico maradoniano y así por ahí se cierra la cuestión, pues no creo que de otra manera lo pueda hacer. el preguntón.....(rompiendo un poco mi palabra de no meterme).

  2. Para Osvaldo y Aldo el preguntón (y en apoyo a mi compañero forista Aldo Giuliani): Desde que Lavoisiser fundamentara el Principio de la Conservación de la Masa: La materia no puede crearse ni destruirse. Por lo tanto es absurdo que se siga afirmando que existió un Big Bang al comienzo del tiempo. En Universo no pudo haber sido creado ni podrá ser destruido. Claro, podrán darse muchas reacciones químicas pero estas reacciones sólo pueden transformar la materia de una forma a otra. Entonces no hubo nunca un inicio o un punto de partida; la materia no tiene un inicio por que la materia no puede crearse. Estas teorías, que plantean un inicio del Universo, son un pretexto para colocar a un Dios o a un Diseñador Inteligente que, supuestamente, encendió la mecha que generó el Big Bang. Estamos aquí ante un problema fundamental de la filosofía: Comprender el Universo. El concepto de "creación del universo" es algo que ignoraban los astrónomos de hace un siglo. La razón de ello era la aceptación generalizada de la idea de que el universo existió siempre. Los científicos de entonces, al examinarlo, suponían que se trataba de un conglomerado de materia e imaginaban que nunca tuvo un comienzo. Para ellos, nunca existió el momento de la "creación", es decir, un momento en que el universo y todas las cosas pasaron a existir. Esta idea de la "existencia eterna" se acomoda a los conceptos europeos que surgieron de la filosofía materialista presentada en la Grecia antigua y que sostiene que la materia es lo único que existió, existe y existirá siempre en el universo. Heráclito decía: A este mundo, ningún dios, ningún hombre [ningún Big Bang] lo ha creado, sino que fue siempre, es y será un fuego eternamente viviente, que se incendia y se extingue según ciertas leyes. Después, sin embargo, llegó Platón, el idealismo filosófico y las religiones monoteístas y todo se complicó. Empezamos a perder la cabeza buscando el cómo y el cuándo de la creación del Universo y aún no nos hemos aclarado. Y no nos hemos aclarado porque, sencillamente, estamos buscando un mito. La filosofía materialista griega sobrevivió durante la época de los romanos, aunque el materialismo declinó al final del imperio y de la Edad Media como resultado de la influencia de la Iglesia Católica y la filosofía cristiana. Pero después del Renacimiento el materialismo empezó a ganar amplia aceptación entre los eruditos y científicos europeos, debido en gran medida a la devoción de los mismos a la filosofía de la Grecia antigua. Fue Emmanuel Kant quien, durante el Iluminismo europeo, reafirmó y defendió el materialismo. Kant declaró que el universo existió siempre y que ese era el único criterio posible, independientemente de los cuestionamientos que surjan. Los seguidores de Kant continuaron defendiendo la idea de un universo infinito así como el materialismo. A comienzos del siglo XIX se aceptaba ampliamente que el universo no tuvo un inicio, es decir, que no fue creado. Y dichos conceptos pasaron al siglo XX a través de las obras del materialismo dialéctico, como las de Federico Engels y Carlos Marx. Georges Politzer, quien abrazó y defendió esa idea en los libros que publicó a principios del siglo XX, fue un ardiente paladín tanto del marxismo como del materialismo. Confiando en la validez del modelo de "universo infinito", se opuso a la idea de la creación en el libro "Principios Fundamentales de Filosofía": "El universo no se trata de un objeto creado. De ser así, habría sido creado de manera instantánea por Dios, quien le hubiera dado existencia de la nada. Admitir la creación significa admitir, en primer lugar, que hubo un momento en que el universo no existía y que salió de la nada. Eso es algo que la ciencia no puede consentir". El descubrimiento de Hubble de que el universo se estaba expandiendo condujo a la aparición de otro modelo. Si el universo se estaba agrandando en tanto el tiempo avanzaba, el ir para atrás en el tiempo significaría que se achicaba. Y si se iba suficientemente para atrás, todas las cosas se contraerían y convergirían en un solo punto. La conclusión que se derivaba de este modelo era que, en algún momento, toda la materia del universo estuvo compactada en un solo punto-masa con "volumen cero"- debido a su enorme fuerza de gravedad. Nuestro universo pasó a existir como resultado de la explosión de este punto de masa superconcentrada que tenía volumen cero. Esa explosión pasó a ser llamada "el Big Bang". En 1948, George Gamow llevó desacreditados cálculos de George Lemaitre (sacerdote y científico católico, considerado el padre del Big Bang) varios pasos más adelante y se presentó con una nueva idea respecto al Big Bang. Cuando Lemaître le expuso su teoría del origen del Universo a Einstein, éste le comentó: "Eso recuerda demasiado al Génesis, ¡se nota que es usted sacerdote!" . La teoría sentó mal a Einstein. Gasmow afirmaba que si el universo se formó por medio de una explosión repentina, tremenda, debería haber quedado una definida cantidad de radiación de la misma. Esa radiación debería ser detectable y, por otra parte, ser uniforme en toda la extensión del universo. En 1965 dos investigadores llamados Arno Penzias y Robert Wilson, se toparon con una forma de radiación inadvertida hasta ese momento. Llamada "radiación cósmica de fondo", era improbable que proviniese de algún punto en particular del universo porque era extraordinariamente uniforme. No estaba localizada ni tenía una fuente definida. Por el contrario, se distribuía de manera pareja por todos lados. Rápidamente se supuso que esa radiación era la proveniente del Big Bang, que sigue presente aún desde el primer momento de la gran explosión. Gamow había determinado muy exactamente la frecuencia de la radiación prevista por los científicos. Penzias y Wilson recibieron el Premio Nobel por su descubrimiento. En 1989, George Smoot y su equipo de la NASA enviaron un satélite al espacio, llamado COBE (Explorador Cósmico Ambiental). En sólo ocho minutos los sensibles instrumentos de abordo detectaron y confirmaron los niveles de radiación informados por Penzias y Wilson. La mayoría de los científicos creyeron haber captado exitosamente los remanentes del Big Bang. El físico Stephen Hawking, en su famoso libro "Historia del Tiempo", dice que el Big Bang no significa necesariamente la existencia de la nada. Hawking propuso en vez de "la inexistencia del tiempo" antes del Big Bang, el concepto de "tiempo imaginario". La esperanza de Hawking era ignorar la realidad de la "inexistencia" del tiempo antes del Big Bang por medio de ese tiempo "imaginario". Hawking admite que prefiere modelos de universo alternativos al Big Bang, porque éste "sugiere la creación divina". Si leemos "Historia del Tiempo" detenidamente, encontramos la historia del Big Bang, que para Hawking es también la historia del tiempo, pero en los últimos capítulos Hawking se enreda con sus propiso argumentos y termina afirmando que "probablemente el Universo siempre fue así y siempre seguirá siendo así". ¿Y en qué sentido existe misticismo, idealismo, metafísica y prejuicio religioso en la teoría del Big Bang? El big Bang es una teoría mística. No hay que ser muy avispado para darse cuenta de que esta teoría es una nueva versión, remozada, adaptada a los tiempos actuales, en que la gente no es tan crédula e ingenua como en épocas anteriores, de la creación divina del mundo en siete días (o en seis). La relación existente entre la teoría del Big Bang y la del Creacionismo es bastante evidente. En la medida en que se habla de un principio del universo se puede hablar también de una creación. Se deja una puerta abierta a esta opción. Y, así, todos contentos: los astrofísicos, la Iglesia y Dios Nuestro Señor. No es casual, por otro lado, que uno de los padres de la teoría del Big Bang fuera precisamente un súbdito de la Iglesia: el sacerdote belga George Lemaître. La teoría del Big Bang dice que el Universo se creó a partir de una singularidad, muy pequeña, cargada con una cantidad enorme de materia y energía. Esta singularidad explotó en un momento determinado y en esa explosión se creó nuestro Universo, el cual, desde entonces, ha ido expandiéndose (teoría inflacionaria) hasta alcanzar sus dimensiones actuales. Los astrofísicos partidarios de esta teoría se permiten el lujo, incluso, de situar el momento de esa supuesta gran explosión, es decir, de establecer la edad del Universo; tendría, según ellos, alrededor de 13.700 millones de años. Otros científicos son aún más osados y pronostican también que el Cosmos tendrá un final, que sufrirá una muerte térmica, teoría que, por otro lado, es, en cierta manera, una prolongación de la teoría inflacionaria. La teoría del Big Bang contiene infinidad de deficiencias. En primer lugar, desde un punto de vista lógico o filosófico (y no hay que restarles valor a la lógica y a la filosofía, sobre todo teniendo en cuenta que, en lo que se refiere al Cosmos, muy pocas veces podemos movernos en el terreno estrictamente científico), resulta inconcebible que existiera un principio o nacimiento del Universo. El Universo, si no queremos incurrir en contradicciones insolubles, sólo puede ser concebido como eterno en el tiempo; siempre estuvo ahí y siempre estará; ni tuvo un principio ni tendrá un final. Galaxias, planetas, astros de todo tipo nacerán y morirán constantemente, pero el Universo como tal permanecerá, en eterno movimiento y transformación. Y, por cierto, también se reniega del Universo estacionario de Gold y Hoyle, siempre y en todo momento idéntico a sí mismo. Esta teoría del Universo estacionario, que plantea un Cosmos inmóvil, invariable e inerte, es tan metafísica y tan arbitraria como la teoría del Big Bang. La disyuntiva entre Universo estacionario y Universo inflacionario es falsa. Existe una tercera opción. La idea de un Universo, como se apunta más arriba, en eterno movimiento y transformación; ni estático ni inmóvil. El elemento primigenio del que supuestamente surgió el Universo, según los defensores de esta teoría, se encontraba, por decirlo así, fuera del espacio y del tiempo, en una dimensión desconocida, en medio de la nada absoluta; y se encontraba fuera del espacio y del tiempo porque él mismo contenía no sólo toda la materia y energía del universo, sino también todo el espacio y el tiempo. Es decir, que el espacio y el tiempo se encontraban en su interior pero no en su exterior. Aquí se pone de manifiesto toda la fantasía de nuestros místicos astrofísicos o su incomprensión de los conceptos de tiempo, espacio y materia. En primer lugar, la materia no puede existir fuera del espacio y del tiempo. Tampoco puede contener en su interior el espacio y el tiempo. Y no lo puede hacer porque el espacio y el tiempo son intangibles. No son como canicas que puedan meterse en una bolsa. El tiempo y el espacio no son propiamente materiales, sino que más bien representan un proceso. Representan el proceso, el desenvolvimiento de la materia. La materia, el tiempo y el espacio o se dan simultáneamente o no se dan. El tiempo y el espacio son el modo de existencia de la materia. Simplificando, el tiempo representa el orden en el cual se producen los cambios, la transformación de la materia; el espacio es la forma en que se extiende, se organiza, se distribuye y se estructura la materia. El tiempo y el espacio se encuentran dentro y fuera de la materia. Estos tres elementos se interpenetran, se interrelacionan, conforman una unidad; y esa unidad es la realidad que nos rodea. ¿Una singularidad? ¿Cómo esa singularidad podía contener tanta materia como existe en el Universo? La teoría de la Gran Explosión es incapaz de explicarse esto. Para salir del callejón sin salida en el que se encuentra, sus promotores utilizan todo tipo de subterfugios, a cada cual menos científico. En los años '20 del siglo pasado, el matemático soviético Alexander Friedmann (y cuesta comprender cómo un representante de la ciencia soviética se metió en este teológico charco del Big Bang ), planteó que la singularidad que dio origen al Universo tenía una densidad infinita, es decir, que dentro de su volumen cabía una masa de materia infinita, lo que no se sostiene por ningún lado. No existe la densidad infinita. Un cuerpo no puede tener la densidad que se quiera; un volumen dado no puede contener una masa de materia cualquiera y mucho menos infinita. La densidad infinita es indemostrable científicamente. Creer en esta densidad infinita nos llevaría a decir las mayores idioteces. Y ahí tenemos, de hecho, lo que dicen algunos defensores del Big Bang , quienes llegan a plantear que la partícula de la que supuestamente surgió el Universo era más pequeña que un protón, lo que nos sitúa en el terreno de la ciencia ficción o, aún peor: en el terreno del delirio. La densidad infinita, además, nos lleva al idealismo filosófico. En tanto se considera que cualquier cantidad de materia, incluso una cantidad infinita, puede caber en cualquier volumen, se convierte a la materia en nada, se la hace desaparecer; la materia es despojada de la masa, carece de ella, deviene en algo metafísico, en un espíritu, en un ente inaprensible; y, por este camino, nos alejamos de la ciencia, nos perdemos en la pura especulación y acabamos por perder el norte. En la teoría del Big Bang también se encuentra implícita la afirmación de que el Universo tiene límites espaciales; es decir, que es finito en su extensión. Esto se desprende de su tesis de que el Universo está en expansión. Únicamente un universo finito puede expandirse. Si lo entendemos como infinito, no cabe ninguna expansión, pues, por ser infinito, ocupa la totalidad del espacio existente y, por lo tanto, no puede crecer en ningún sentido. La creencia en un Universo finito carece de toda lógica. ¿De qué modo se dan sus límites? ¿Si hiciéramos un viaje espacial en línea recta constante y recorriéramos unos cuantos millones o billones de años luz llegaría un momento en que nos toparíamos con alguna especie de muro impenetrable que marcaría el límite del Universo? ¿Y al otro lado de ese límite no habría nada? Y volvemos a preguntar, ¿qué es esa dichosa nada absoluta, aparte de una abstracción y una idiotez teológica? La nada absoluta, un borde del mundo insuperable es sencillamente inconcebible; no podemos sino concebir un desenvolvimiento ilimitado de la materia y, por tanto, del Cosmos. El Universo sólo puede ser entendido como infinito. No le caben límites. La cosmología y la astrofísica avanzarán en sus investigaciones y siempre encontrarán un más allá. El Universo es un conjunto de infinitas galaxias, de infinitos astros, de infinita materia y de infinitas formas de organización de la materia. Además, lo finito presupone lo infinito, lo incluye. Algo es finito respecto a algo mayor, a algo que le supera. Un límite, una frontera es el final de una cosa, pero también el principio de otra. En ningún lugar se encuentra un final absoluto, un corte total, una discontinuidad insuperable. Lo infinito, de hecho, es un conjunto de entidades finitas, la sucesión interminable e inagotable, en el tiempo y en el espacio, de esas entidades finitas. No existe separación entre lo finito y lo infinito, y no puede existir. Decimos que lo finito presupone, incluye lo infinito; y al revés: lo infinito presupone, incluye lo finito. Lo infinito es la negación de lo finito. Lo finito es la negación de lo infinito. Pero, al mismo tiempo, lo uno es la afirmación de lo otro de forma recíproca. En cuanto a su expansión, los datos indican que, efectivamente, la parte del Cosmos que conocemos está sufriendo ese proceso. Pero no hay que confundir un fenómeno parcial con un fenómeno universal; no hay que confundir el árbol con el bosque. Mientras que el Universo conocido puede estar en expansión, otras partes pueden estar contrayéndose; en él se dan todo tipo de fenómenos; es una realidad dinámica, cambiante, contradictoria. No se puede simplificar tal como pretenden algunos pseudocientíficos. Sería conveniente que muchos de los científicos que se dedican a la investigación de nuestro Universo abandonaran de una vez para siempre toda mística y toda metafísica y fueran un poco másmaterialistas y dialécticos en su método. No perderían su valioso tiempo en inventarle coartadas a los mitos creacionistas ni en intentar encajar la enorme complejidad del Universo dentro de prejuiciosos, apriorísticos y limitados esquemas. El Universo hay que comprenderlo en su devenir, en su movimiento, en su infinitud y en su eternidad; hay que comprenderlo en su realidad viva y no a través de las deformadas lentes del prejuicio religioso.

  3. Rodrigo: Evidentemente le ha llevado horas la investigación del copy paste que ha logrado concebir. Como le dije a Aldo los artículos de divulgación no son más que eso.Carecen de valor científico. Las 2 Teorías señaladas en mis comentarios anteriores son las que debaten su primacía. Ni los defensores de una ni de otra han logrado obtener la prueba irrefutable de que le asiste la razón.En cambio Ud. en un par de horitas descalifica todo lo existente y desde una realidad alternativa asombrosa le ha dado creación a una tercera teoría que es una confusa síntesis de las anteriores. Y aquí nos topamos con la cuestión crucial : un presunto Universo Infinito que contiene elementos curiosamente finitos (las galaxias, los soles, las estrellas, el ciclo de las especies,etc,etc,etc. Y de dónde surgiría toda esa potencia creadora? Desde fuera de los límites del tiempo y el espacio. Y me detengo en este punto para que me explique,estimado Rodrigo, como define Ud. el tiempo? Al hacerlo no trate de usar terminos que se refieren al concepto, así evita definiciones tautológicas. Sabe algo? Si Einstein leyera las barbaridades que Ud. acaba de comentar seguramente fallecería nuevamente. Abandone la búsqueda de posiciones creativas porque en la web encontrará montones de burradas sin sentido, que si Ud. las cree o las compra, se hará acreedor al mismo calificativo. Busque Bibliografía que lo ayude a razonar y comprender. Lea al Doctor Jorge Gamow o solicite que la Universidad John Hopkins le envíe material. Lo mismo al Profesor Hoyle quien fuera un capo verdadero en la Universidad de Cambridge. Y si por ahí no le va, hay ensayos del Dr. David W. Dewhirst o del Dr. Brian Marsden que lo podrán ayudar a comprender que estas Teorías exceden largamente el finito mundo de internet.

  4. Estimado Vadas, le concedemos el extremo de que Ud - incluyendo su cerebro- es toda materia y nada mas !!. Ahora digame como le explico eso a M Planck, Kant, y a otros grandes pensadores de la Historia?. Por favor, necesitare de su ayuda. Gracias

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