Aunque su estado de salud debe ser el más monitoreado del país, la recaída sufrida por Néstor Kirchner lo ubica en el lugar de los pacientes crónicos y eso abre un interrogante, tanto sobre su futuro personal como el del proyecto político que lidera con mano férrea desde 2003.
Es que, de no mediar una situación de fuerza mayor, nadie imagina que Kirchner se ausente de la grilla de candidatos presidenciales en 2011, o que al menos participe activamente de la campaña de otro postulante oficialista, en cuyo caso no podría ser otra que la presidenta Cristina Kirchner.
El ex mandatario es joven aún, tiene 60 años, pero su estilo político no es precisamente el de la moderación: cultiva las formas de la incorrección hasta convertirlas en una actitud permanente, a tal punto de llegar a incomodar no solamente a sus adversarios sino también a sus propios seguidores y aliados.
Ese tren de vida supone un fuerte desgaste cotidiano y las consecuencias físicas no tardan en aparecer, como lo atestiguan tantos ejemplos en la historia argentina con personalidades vinculadas al ejercicio del poder.
Pese a ello, Kirchner ha sido el personaje central de la política argentina en la primera década del siglo XXI y tiene proyectado seguir ocupando ese sitial en los próximos años, si lograra atravesar con éxito las próximas elecciones.
No constituirá entonces un dato menor la designación de su compañero de fórmula, considerado tanto en términos políticos -tras la frustrante experiencia con Julio Cobos- como institucionales, privilegiando el futuro del país.
Mariano Spezzapria
NA