Fue justamente para simbolizar la estampa de la dulce abuelita luchadora, que los Kirchner gustaban dejar la primera fila de sus actos reservados a Hebe de Bonafini y otras Madres de Plaza de Mayo a comienzos de su gestión. Este gobierno supo usar muy bien la bandera de los derechos humanos para distraer cual espejitos de colores a una población que jamás había visto a otra administración otorgarles tal protagonismo.
El “descuelgue” de los cuadros de dos presidentes de facto en el Colegio Militar, fue el comienzo de una era de romanticismo kirchnerista que trataba de demostrar una especie de “cumplimientos de tareas paso a paso”. Una vez resuelta la crisis de 2001 y contenta la sociedad, los olvidados derechos humanos eran el siguiente ítem. Pero la abanderada Hebe y su verborragia, un poco más dura que la de Cristina Fernández, sólo supo sumar rechazos y algunas despedidas.
Ya son tres las denuncias de abogados particulares por las "amenazas" pronunciadas durante su discurso, en la marcha de apoyo a la Ley de Medios Audiovisuales. Se reclama que sea investigada por incitación a la violencia colectiva contra grupos de personas o instituciones y discriminación. Las denuncias cayeron en manos de los jueces Daniel Rafecas, Claudio Bonadío y Sergio Torres. Unos de los denunciantes aseveró que "se pretende avasallar la independencia del Poder Judicial de la Nación, nada menos que en su cabeza máxima, la Corte Suprema", lo que "pone en serio peligro las instituciones y la libertad de los argentinos".
Y prosiguió: "renuncien y se vayan si no quieren apoyar al pueblo", llamando a "arrancarle a esta Corte la decisión que es nuestra, arranquémosela de la mano, y si tenemos que tomar el Palacio de Tribunales, tomésmolo..."
“Y que mañana las tapas de Clarín y La Nación no vengan a decir que esto es violencia, la violencia la generaron ellos y estos que están ahí... Mañana me cago en Clarín y La Nación, que digan lo que quieran”, señaló.
Se acusa a Bonafini por el artículo 149 bis del Código Penal que prevé penas de prisión de cinco a diez años cuando "las amenazas tuvieren como propósito la obtención de alguna medida o concesión por parte de cualquier miembro de los poderes públicos".
Anoche, en el programa 6,7,8, Bonafini ratificó sus polémicos dichos expresando “sé muy bien lo que digo. Sé los quilombos que hago. Soy una mujer del pueblo y creo que hoy necesitamos que los jóvenes crean en la política apasionada".
En lo que parecía asomar como un lapsus de conciencia sugirió, "siempre digo cosas locas, ayer también"; sin embargo, rápidamente admitió que "no sabía qué decirles. Turros fue lo mínimo, a veces pienso que soy demasiado buena".
Tanto la oposición como el ámbito judicial y hasta propios organismos defensores de los derechos humanos hicieron público su rechazo. Pese al debate por la ley de medios audiovisuales, coincidieron que los dichos de Hebe fueron una profunda agresión a la democracia que ella y sus líderes dicen defender. El silencio concluyente del Gobierno en los últimos días, fue todo un indicio de lo electoralmente perjudicial que son los actos de Hebe.
Algunos alineados oficialistas comprendieron que la de Bonafini no es la mejor manera de defender al Gobierno y optaron por despegarse.
Estela Carlotto fue tajante al indicar que "con Hebe comparto absolutamente nada más que el dolor por la pérdida de un hijo".
Nora Cortiñas, integrante de Madres de Plaza de Mayo - Línea fundadora, también prefirió el despegue y dijo que “yo no tomaría el Palacio de Tribunales, no hay que incitar a la violencia”.
El filósofo kirchnerista, Ricardo Forster, también dejó en claro su objeción ya que calificó al discurso de Hebe como "poco feliz". “Esta Corte Suprema no se merece lo que se dijo, esta es una Corte Suprema infinitamente mejor que la de los 90" y afirmó que "hubiera sido bueno que alguien del Gobierno se haya despegado de esto".
Héctor Timerman fue el primero que rompió el silencio de radio que manifestó el Gobierno, pero sin defender las formas: “El eje del debate es ley de medios de la democracia o ley de la dictadura y no los dichos de Hebe", planteó, —y como de costumbre— a través de su red social preferida.
Daniel Scioli, por su parte, dejó todo dicho con un simple “hay que respetarnos más”. Una escueta declaración que demuestra no sólo un alejamiento masivo a los polémicos dichos de Bonafini, sino una diferenciación cada más considerable del Gobierno nacional.
Finalmente, hubo un punto en común que tanto oficialismo como oposición comparten: exabruptos como los que Bonafini pronunció el martes pasado de aquí a las elecciones, definitivamente no arrojarán buenos resultados.
Eliana Toro