Este es un artículo incorrecto. Porque está escrito desde la bronca, porque no se detiene a buscar riqueza literaria ni referencias bibliográficas, sino que simplemente responde a una serie de agravios y descalificaciones recibidas que tildan a “Tribuna de Periodistas” y al subscripto como “sitio y columnistas que promueven el fascismo” …pido disculpas, pero hay que responder.
Hemos recibido varios reclamos acerca de mis notas en particular y las de Tribuna de Periodistas en general, indicando que “incitamos al fascismo” o “arengamos” para que los lectores viertan en los foros de Tribuna expresiones rotuladas como tales.
Hace pocos días publicamos un artículo que aparentemente ha molestado a algunos amigos, recogiendo el pensamiento de Hervé Algalarrondo, vicejefe de redacción del semanario francés Le Nouvel Observateur, donde el periodista y pensador de izquierda explicaba lo que para él es una deuda de la izquierda para con el electorado y, yendo más allá, para con los sectores populares más humildes, haciendo referencia al déficit del socialismo en la lucha contra el crimen.
Provocó bastante escozor el subtítulo del artículo: “El Órden no es Fascismo”. No lo toleraron, como tantas otras cosas.
Y este escozor demuestra que lo que Algalarrondo afirma es taxativamente real, y que la adaptación de sus conceptos al caso argentino también lo es: los amigos de la izquierda combativa reniegan del orden, del respeto a los derechos del otro, de la misma manera en que miran para otro lado cuando se habla de inseguridad, o de cualquier reclamo ciudadano que no se condiga con los postulados de “lucha eterna y revolución permanente”.
Es decir, vivir en la crispación constante, señalar nuevos enemigos cada día y adjudicarle siempre a otro las responsabilidades de las miserias y errores propios.
No pueden vivir sin odiar, son incapaces de construir, crecieron tomando una mamadera de leche y otra de odio. Y también son falaces a la hora de ejercer el poder.
Porque aplauden y avalan el mismo autoritarismo que decían combatir. Y porque se erotizan ejerciendo la misma intolerancia contra la que antaño marchaban.
Le alquilaron las banderas a un empresario terrateniente y vienen a descalificar a redactores y foristas.
La hipocresía no es sólo burguesa…
Romper con el todo para construir la nada
Se viven momentos muy extraños en la Argentina, se nos dice que es la instalación de una nueva sociedad, que los paradigmas sociales del nuevo siglo difieren de los preceptos con los que nos regíamos décadas atrás, y toda una serie de presuntas novedades sociales a las que tenemos que acostumbrarnos. Es posible que así sea.
Ahora, cuando uno habla de familia, se nos enrostra que la familia es un entorno negativo que cercena las libertades del individuo, si uno osa declararse creyente es objeto de inmediatas burlas y se recibe el viejo latiguillo del opio de los pueblos, si se apela al concepto de que la gente quiere “vivir como la gente” se trata de convencernos que somos una especie de imbéciles que no sabemos que el mejor estilo de vida es el que Fidel Castro le proporciona a sus compatriotas, y si Ud. se atreve a sugerir que debería hacerse algo desde el estado para detener la ola de delitos y crímenes entonces lisa y llanamente pasa a ser un fascista que quiere rociar con napalm las villas de emergencia…
En resumen, el tradicional método de obliterar el pensamiento ajeno sin proveer uno mejorador y realizable. Y eso sí se llama fascismo.
Pero cuando se habla de corrupción o se les pregunta si viven del Estado cambian de tema, y, como los tres monos sabios, ni ven ni escuchan ni hablan. Y eso se llama hipocresía.
El problema de la memoria
Varias veces realizamos desde éstas virtuales páginas modestos aportes por reconstruir la memoria completa de la Argentina de las últimas décadas.
Esa es otra de las actitudes que no nos perdonan. Estuvieron años para instaurar la historia sesgada y no están dispuestos a permitir que se devele su intencionalidad.
Para no rehuir a las críticas recibidas, considero importante manifestar posiciones claras, algo que muchos de nuestros críticos nunca hacen, porque esconden las cartas (sus reales aspiraciones) e imitan al tero gritando en un lado para confundir sobre la real locación del nido.
(Con el debido respeto, aquí eludiremos un precepto de Tribuna para hablar en primera persona, los colegas no tienen por qué sentirse identificados con lo que digamos).
Como ciudadano, abogo por una Argentina Democrática, Republicana y Federal.
Y desde tal concepción resulta obvio que los límites son la democracia, la Libertad y la República. De ahí para acá, todo; de ahí para allá, nada.
Ningún bien nacido puede intentar descalificar la lucha histórica de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo por la búsqueda de la verdad y la justicia.
Pero tampoco puede aplaudirse y justificar que la Sra Hebe de Bonafini proponga romper el estado de derecho tomando los tribunales o la corte suprema de justicia, ante el aplauso y los besos de funcionarios y allegados, y que algunas voces del gobierno hayan tardado tres días en salir a emitir tibias palabras de desacuerdo. Es inadmisible y hay que decirlo.
Que expliquen claramente si los funcionarios y dirigentes de la periferia oficialista sostienen firmemente a la república y la independencia del poder judicial, porque muchas de las actitudes que vienen tomando y las expresiones que vienen exteriorizando indican exactamente lo contrario.
Resulta extremadamente difícil creer que las mismas personas que en el pasado sembraron el terror aún frente a un gobierno constitucional hoy puedan ser paladines de los derechos humanos y de la libertad. Lamentablemente no les creo; la memoria de lo visto y vivido puede más que mil discursos. Y las actitudes los desmienten día tras día.
El refugio concedido a presuntos criminales terroristas extranjeros tampoco demuestra una vocación seria de justicia y maduréz institucional. Ni siquiera hablar de una genuina defensa de los derechos humanos cuando ésta se realiza desde una cuidadosa selección de los beneficiarios: para la mirada internacional hoy la Argentina es un paraíso de terroristas y tanto el oficialismo como sus adherentes parecen enorgullecerse de esto.
El Sr Apablaza Guerra nunca será mi “compañero”, el terrorismo internacional nunca será mi “causa” y las banderas que no sean azules y blancas nunca serán mis banderas. A partir de esto siéntanse libres de adjudicarme el nombrete que más les guste.
Creo que el oficialismo quiere sostener apenas la forma democrática porque es el camino que le permite llegar y perpetuarse en el poder, pero que de ninguna manera sostiene con el mismo brío el carácter republicano ni mucho menos el federalismo, habida cuenta de las medidas coercitivas con las que, caja mediante, sojuzga a las economías regionales y socava las autonomías provinciales.
Creo que el alineamiento internacional de la Argentina con regímenes como los de Venezuela, Ecuador o Bolivia demuestran esta vocación de sostener lo que llamamos “democracias huecas”, que se manejan lejos de la república y fomentan permanente crispación mechada con constantes denuncias de desestabilización, presuntos intentos de golpe de estado, gobernando de manera sectorial, instalando falsas candidaturas, dividiendo a la sociedad, y sin bajar jamás un mensaje de unidad nacional y desarrollo igualitario para todos aunque demagógicamente lo postulen en encendidas proclamas.
La realidad los desmiente: en todos esos países hay crecimiento pero no necesariamente desarrollo y mucho menos redistribución de las riquezas: los más pobres son los que menos reciben en este Socialismo del Siglo XXI.
La memoria de la gente es un problema muy serio para los críticos de estas líneas y artículos. Se los conoce, se los ha visto actuar hace 35 años y se los ve actuar hoy con otros medios pero similares finalidades.
Hace 35 años recibían precisas instrucciones desde La Habana y hoy lo hacen desde Caracas.
Ha cambiado el eje dogmático y de abastecimiento financiero pero no el fondo de la cuestión. Sería muy bueno que lo admitan en lugar de criticarnos a nosotros.
No les importan ni la Argentina ni los argentinos. Solamente les importan sus fines ideológicos que toda la vida carecieron de bandera.
Sería interesante escucharlos hablar de los problemas de los pobres y de la clase media empobrecida en Argentina, sería tan constructivo verlos alguna vez en la vida levantar banderas nacionales azules y blancas en lugar de otras de colores diversos, sería todo un aporte que pongan los pies y las voluntades en el país, la patria o la nación (llámenle como mejor se adecue a su ideario si es que la causa nacional tiene algún sentido para ustedes) y que hablen de San Martín, Moreno, Belgrano, Alberdi, Sarmiento, Rosas, Yrigoyen, Perón o Alfonsín en lugar de machacar con Marx, Lenin, Trotsky, Guevara, Cienfuegos, Castro o Chávez.
Me encantaría verlos en un homenaje a René Favaloro o a los caídos en Malvinas, y no en uno al Mono Jojoy……….pero nunca están.
Triste y final, pero no solitario
Que me embargue la emoción al cantar el Himno Nacional Argentino o que utilice una escarapela azul y blanca en las fechas patrias no significa que extrañe a Videla ni que justifique ni por un momento las atrocidades cometidas por aquella banda de asesinos con carnet.
La verdad es que prefiero mil veces el Himno según Charly que cualquier marcha militar.
Pero, a diferencia de muchos de los amigos críticos, me sigue resultando positivo que la Provincia de Tucumán sea parte integrante de la República Argentina y no un separado estado beligerante como se pretendió en 1975, por citar apenas un ejemplo.
Que ya no tenga el pelo tan largo ni ande por las calles con una guitarra al hombro como en 1977 o 78 no significa que me haya olvidado de las necesidades sociales y de la protesta.
Para darles malas noticias les comento que hoy esos reclamos están mucho más vigentes que entonces. Pero sólo canta Copani, primer cantor de protesta que protesta contra la gente y a favor del gobierno.
No se les puede permitir que instauren la falacia de que en Argentina solo tienen autoridad moral para opinar los que fueron guerrilleros, adherentes, o los que se escaparon del país.
A ver si les queda claro que todavía le deben muchas explicaciones a la sociedad sobre lo actuado en el período 25 de Mayo de 1973 / 23 de Marzo de 1976, cuando en Argentina había un gobierno elegido por el pueblo.
Finalmente, el lector expresa sus opiniones sin direccionamiento pero sin filtro. En este sitio opina el que quiere opinar y dice lo que quiere decir.
Aunque a menudo lo hagan desde un comprensible anonimato, también es una forma de ejercer la libertad.
No es que nosotros escribamos notas incitando al fascismo, es que en una de esas resulta que los que piensan como ustedes son unos cuantos millones de Argentinos menos de lo que ustedes desearían.
Y dentro de su visión siempre extrema y belicosa, donde no existen los adversarios sino los enemigos, los tildan de fascistas.
Para mí son simplemente argentinos con memoria, y para ustedes constituyen un auténtico problema.