El registro de las operaciones comerciales, de servicios y de movimiento de capitales que tienen lugar durante un período determinado, por parte de los residentes de un país con el mundo, se realiza en un documento contable llamado Balanza de Pagos.
Dichas transacciones son clasificadas a su vez en otras sub-balanzas conforme a las características que las mismas presentan.
La Balanza de Pagos se subdivide en cuatro cuentas que son: la Cuenta corriente, Cuenta Capital, Cuenta financiera y Cuenta de errores y omisiones.
El INDEC ha detectado durante el segundo trimestre de este año un ingreso de unos casi U$S 400 millones en el sector privado no financiero, sin embargo, no ha logrado aún determinar de dónde se produjo la fuga de los U$S 1.181 millones faltantes.
Este faltante surge del análisis de la Cuenta errores y omisiones, pero dicho organismo no sabe dónde imputarlo.
Se desprende de lo antedicho, que el monto reflejado en “errores y omisiones” es demasiado alto, y varios analistas lo atribuyen al sector privado dado que, según expresan, durante el tercer trimestre del año anterior, la fuga de capitales del sector privado financiero fue superior a U$S 1.400 millones.
Cuando el tipo de cambio es fijo, el saldo de la Balanza de Pagos equivale al cambio en las reservas netas del BCRA.
Mientras este organismo utiliza el criterio de caja para medir los movimientos de capitales, el INDEC realiza sus cálculos sobre la base de montos devengados.
Otra cosa que tampoco puede determinar el INDEC es, si esa fuga continúa o se detuvo.
Concluyendo, parece ser que el INDEC anda mucho más desorientado de lo que suponíamos. Si a la falsificación de índices elaborados mal a sabiendas, le sumamos la incapacidad para interpretar el origen de fenómenos de tamaña relevancia como la fuga de más de mil millones de dólares, estamos fritos.
No será una reflexión técnicamente elegante, pero en este caso parece ser la única compatible. Para mí al menos, es un típico ejemplo de verdad de Perogrullo.
Nidia G. Osimani