Hace varios días que he estado dando vueltas con la intención de escribirte. Lo hago sin otra autoridad que el haberte abierto mi casa para que entraras en forma de voz (la radio, con programas como Hora 25, Lanata AM), la imagen (televisión, Día D, Después De Todo), la prensa escrita (Página 12, Crítica, Revista XXI, XXII, XXIII), libros (Cortinas de Humo, La guerra de las Piedras, Polaroids, Historia de Teller, Argentinos, ADN, Hora 25, Muertos de amor) y varios documentales que realizaste. En una oportunidad fui al programa de radio que hacías en la Rock and Pop, para ver cómo trabajabas. Soy un oyente radial veterano, de más de sesenta años, y recién hace 12 pude darme el gusto de conducir y coconducir programas de radio. Fui periodista siempre, aunque no ejercía profesionalmente ocupado en la militancia universitaria y política, en la docencia universitaria y en las actividades inherentes al contador público.
Muchas veces he dicho ante el micrófono que fuiste uno de los periodistas más originales en las últimas tres décadas. Innovaste en Página 12, en día D, hiciste un buen programa como Hora 25, y algunas cosas recordables de fuerte impacto en la revista XXI como el agujero en la tapa en uno de sus primeros números. No me olvido de una actitud tuya valiente e inusual como la denuncia por irregularidades de una empresa que publicitaba en tu programa.
Recuerdo reportajes que mantenían en vilo al televidente como el que le realizaste a Cecilia Felgueras que codirigía el Pami durante la Alianza, al dirigente sindical Luis Barrionuevo, al periodista Mariano Grondona.
Desde que volviste a la televisión en Canal 26 —también lo dije al aire— te he notado en una versión light, como si estuvieras aburrido; o debido a que la situación que vive el país con importantes debates, incluido el papel del periodismo, te ha dejado en posición adelantada. Como si una situación esperanzadora aquí y en unos cuantos países de América Latina te dejara en off-side. Como si a los cincuenta años hubieras envejecido exponencialmente. Tal vez el empresario periodístico se comió al periodista, igual que algunos sindicalistas gordos que en su juventud fueron combativos. ¿Habrá también una conceptualización que llegue a calificar de periodistas gordos a aquellos que decidieron arrumbar sus sueños y sucumbieron al reconocimiento del establishment?
Aquel periodista ingenioso se ha transformado en alguien que se plagia mal a sí mismo. Ya había pasado con Crítica que fue una versión menor, muy desmejorada, de la mejor Página 12. Tus reportajes actuales son conversaciones sin repreguntas. Acostumbrado al éxito, transitas un periodo de reiterados fracasos, como Critica, el teatro de revistas, la escasa repercusión de DDT (Después de Todo). Será por eso o tal vez porque el escenario político no te sienta cómodo que has perdido los estribos. Y entonces empezás a derrapar mal.
Declarás “Me tienen harto con la dictadura”, justamente a vos que en Página 12 hiciste un emblema de la lucha por verdad y justicia para esclarecer a las aberraciones perpetradas por el terrorismo de estado y sentar en el banquillo de los acusados a los asesinos. En ese editorial dijiste entre otras cosas: “Quiero pensar tranquilo. Déjenme pensar tranquilo…..Hay cosas que estoy de acuerdo con Clarín y en otras estoy de acuerdo con el gobierno….En la Argentina no se puede hablar. Sos una cosa u otra…. La pelea con Clarín no es una pelea ideológica, es una pelea por negocios”.
¿Sabés lo que me llama la atención Jorge? Que a pesar de que sos un divulgador histórico, no entiendas que siempre y especialmente en las coyunturas decisivas está lo principal y lo secundario. En el caso de Papel Prensa (que en la revista Noticias afirmás “que no le importa a nadie y encima con pruebas falsas”) lo fundamental es terminar con el monopolio. Lo secundario son las intenciones, que no es el campo de un analista político sino del psicoanálisis. En la página 402 del tomo 2 de “Argentinos” escribiste: “La historia de Papel Prensa es el sueño de cualquier editor: un monopolio de papel barato.”
Resulta contradictorio que cuando se está librando el combate para revertir situaciones anómalas que vos denunciaste pero obviamente no tenías poder para modificarlo, ahora te entran las dudas. En el modelo lanatacéntrico las cosas son importantes si caen bajo tu interés y dejan de tenerlas cuando la enarbolan otros. Hacés afirmaciones categóricas como “pruebas falsas” y no aportás una sola prueba que avale tu aseveración. Buscás en la realidad procesos cristalinos. No los hay. Tampoco en la historia, que es la política del pasado como la política es la historia del presente. Tu posición me parece similar al que entra al Vaticano, se para frente a La Piedad de Miguel Ángel y en lugar de admirar la fenomenal escultura, se concentra en la mosca posada sobre la cara de Jesús. Y después sale hablando de la mosca. O en tu estilo conforme a tu escala de prioridades, denunciando que el artista se quedó con un vuelto cuando compró el mármol en Carrara.
Ya cumpliste cincuenta años y es hora de que entiendas que una posición ideológica expresa siempre intereses económicos. Un filósofo que sabía de esto, un tal Carlos Marx sostenía: “En la historia como en la naturaleza, la podredumbre es el laboratorio de la vida”.
No estamos viviendo una revolución. Apenas —pero para una Argentina arrasada parece revolucionario— un intento de desarrollo capitalista con recuperación de algunos resortes económicos, una mayor presencia del Estado, un mayor control sobre el mercado y poner en caja algunas corporaciones mientras se favorecen y desarrollan a algunos sectores económicos. Recuperación de la influencia de los sectores sindicalizados y mejoría en las leyes que regulan el trabajo. Predominio de la política sobre la economía. Política exterior latinoamericana con logros como la UNASUR y el no al ALCA. Apenas algunos de los avances concretados. El kirchnerismo tiene continuidades y rupturas con la década infame de los noventa. Por sus rupturas recibe críticas despiadadas del establishment y sus voceros mediáticos. Y por sus continuidades se los crítica desde sectores de izquierda, que según como se ubiquen ayudan a intentar profundizar lo existente o son funcionales al poder económico afectado. Olvidan una vieja frase de Armando Tejada Gómez: “Como el mundo es redondo, si uno se corre mucho a la izquierda, termina abrazado a la derecha”.
¿Preguntás por qué ahora se hace esto? La respuesta sería: ¿Por qué no ahora? Si el gobierno avanza en algo que siempre propusiste, no te quedes al costado del camino como un moderno Hamlet sumido en dudas existenciales. Conservá la distancia crítica que te parezca. Pero esa equidistancia debe ser simétrica, tanto en relación al gobierno como del poder económico. Si no, tu planteo es tan tramposo como tu reiteración que “la presidenta habló una hora y media, por cadena nacional, de algo que pasó hace 34 años”. Presentó el informe elaborado sobre Papel Prensa ¿de qué querés que hable? Parecés esos oyentes de radio que cuando uno trata un tema, por ejemplo la pobreza, llaman diciendo por qué no se habla hoy de la inseguridad o la situación de los jubilados, temas tal vez analizados la semana anterior. Demagógicamente preguntaste: ¿Habló del hambre, de la educación, de la inseguridad? Y repetís, con la insistencia que le criticás a 6-7-8: “Ayer la presidenta habló una hora y treinta de Papel Prensa. En todo lo demás nos va como la puta madre. Habló de algo que pasó hace 34 años cuando hoy y ayer se mueren chicos de hambre.”
Disculpá Jorge, pero tu amiga Mirtha Legrand no lo hubiera hecho mejor. Si la misma que te elogia en sus almuerzos en donde sos invitado en soledad y le retribuís su admiración con toneladas de miel hacia su persona dedicándole un libro con la leyenda: “Para la Chiqui que es una grande. Con cariño y admiración. Jorge”. Permitime que te lo diga, pero al antiguo transgresor progre parece que lo has jubilado. O tal vez coincidas con Elisa Carrió, la que te ofreció ser candidato a jefe de la ciudad de Buenos Aires, quien en otro encuentro gastronómico dijo que la diva “manducadora” era la mejor periodista argentina.
Parece increíble que en la contienda sobre la ley de medios, creas que Clarín es el más débil. Es tan endeble el multimedio que la ley recién se podrá aplicar integralmente, según quien gane el próximo gobierno o será archivada para siempre. Es un grupo hegemónico tan anoréxico que puede escamotear durante años y años una prueba de ADN de los hijos adoptados irregularmente por Ernestina Herrera de Noble.
Dijiste: “No le creo (a los Kirchner) su preocupación por los derechos humanos porque además compraron los organismos de derechos humanos.” Coincido con vos que los Kirchner no se preocuparon por el tema hasta que primero Néstor y luego Cristina llegaron a la presidencia. Por convicción tardía u oportunismo cambiaron. Vuelvo a decirte: el análisis político considera hechos no intenciones. Si hubieras vivido en 1810/1811 habrías criticado el Plan Secreto de Operaciones de Mariano Moreno porque en 1809 escribió La Representación de los Hacendados que era su antítesis. ¿Qué le pasó a Mariano Moreno? te hubieras preguntado. Y te hubieras quedado en el palco mirando cómo se definía la suerte de lo iniciado en 1810. Adoptás la misma posición de los socialistas que se mostraban incómodos y hasta llegaban a votar en contra ante la ejecución de algunos de sus proyectos por Perón o como Victoria Ocampo que luchaba por el voto femenino pero se opuso cuando lo concretó Eva Perón. Como decía Hipólito Yrigoyen “esas son patéticas miserabilidades”
Decís que compraron a los organismos de derechos humanos. Es una acusación por lo menos aventurada que sabés que no podes probar. Si Hebe, Nora, o Estela afirmarían que vos decís lo que decís porque querés quedar bien con Clarín ¿cómo reaccionarías? Tal vez con la crispación adjetivadora de tus declaraciones a la revista Noticias.
En mi opinión, Abuelas y un sector de las Madres, encontraron después de muchos años de adversidad, donde vos las apoyaste y acompañaste, pero no los gobiernos, un lugar donde fueron comprendidas y reconocidas por el oficialismo.
¿Cuál es el derecho que te asiste de colocarte a la izquierda del dolor de los familiares de las víctimas? Elsa Oesterheld a la que le desaparecieron su esposo y sus cuatro hijas le dijo a la presidenta en la Feria del Libro de Frankfurt: “Yo que creí estar muerta y hoy vuelvo a tener esperanzas.” Solidarizarse y haber luchado y seguir luchando por verdad y justicia de una tragedia argentina es justo y lógico. Sobreactuar el dolor por encima de las víctimas ronda el grotesco. Me imagino que te debe sacudir hasta las vísceras cuando Estela de Carlotto dice que “ Lanata está del tomate” o “ que tus declaraciones son de un papanata.” ¿No sería bueno que incorpores el comentario de los más directamente afectados por el terrorismo de estado, reflexionando en dónde has quedado ubicado? Tal vez te ayude en tu deseo de pensar tranquilo.
También sostenés que “somos el hazmerreir en el exterior” Osvaldo Bayer, un crítico duro, insobornable, a quién vos llevaste a Página 12, le dijo al diario Tiempo Argentino en relación a la Feria del Libro de Frankfurt: “Hace diez años nadie imaginaba que la Argentina sería la invitada de honor” (8-10-2010 página 35).
En la revista Noticias insistís: “El kirchnerismo usó y prostituyó los derechos humanos…por un lado parte de los organismos se vendieron y por otro lado el gobierno los usó o ellos se dejaron usar. Es una mezcla de todo” Cuando uno formula este tipo de afirmaciones, es conveniente observar quiénes aplauden y quiénes critican. Si alguien propone la reforma agraria y recibe el aplauso de la Sociedad Rural, es obvio que el que está equivocado es el que la propone y no quienes la aplauden. Uno de los nietos recuperados ha afirmado que cuando te veía el apropiador quería que apague la tele y ahora está seguro que te aplaudiría.
“Hay mucha mentira alrededor de los setenta y me hartó. Me lo fui bancando durante muchos años, pero finalmente cuando los setenta llegan al poder, como hoy, y piensan la política de la misma manera en lo que hacían hace 40 años tenemos que hacer algo porque si no todo va a volver al mismo quilombo. Porque nada te garantiza que cuatro forros no vayan a agarrar los fierros y armar quilombo otra vez” Parece mentira que manejes un análisis tan superficial. Ni los tiempos son comparables ni las situaciones. Por una cuestión de edad a los setenta los leíste o te lo contaron. Por las mismas razones fui testigo y protagonista secundario de aquella etapa. La mal llamada Revolución Argentina había radicalizado y nacionalizado a la pequeña burguesía descubriendo las potencialidades del peronismo, incluso sobrevalorando las mismas. La sociedad en sus sectores mayoritarios hablaba y proponía como mínimo un capitalismo de estado y como máximo el socialismo. El Cordobazo implicó un hito en un sostenido avance de las masas. Surgieron organizaciones armadas que tenían justificativo- más allá que no estaba de acuerdo con la metodología- por la proscripción de las mayorías populares personificada en Perón exiliado. En general en los sectores radicalizados y en los revolucionarios se sentía desprecio por la democracia a la que se consideraba formal. El retorno de Perón fue una épica nacida en la resistencia y concretada en los setenta. Las organizaciones armadas perdieron su justificación a partir del 11 de marzo de 1973. ¿Encontrás alguna semejanza con la actualidad para hacer una comparación tan liviana?
El terrorismo de estado con sus horrores ha sepultado bajo una lápida la posibilidad de discutir los grandes errores cometidos las organizaciones armadas. Ese es un debate pendiente que vos querés cancelar simplemente por una cuestión de hartazgo.
Decís ahora: “pero finalmente cuando los setenta llegan al poder”. Te olvidás de lo que escribiste hace poco tiempo: “En esos años Kirchner militó en agrupaciones vinculadas a la Juventud Peronista pero —contra el mito que se sostiene hoy— nunca formó parte de la Tendencia Revolucionaria (agrupación de superficie del movimiento guerrillero) ni de Montoneros” (Página 119 de tu libro Hora 25, impreso en octubre del 2008).
Impacta esa mezcla de superficialidad, enojo y desenfreno verbal. Etiquetás a 6-7-8 como “un grupo de tareas”. Calificar un programa de televisión como un grupo de tareas además de ser una banalización lamentable, está en la misma línea de Elisa Carrió que consideró que el kirchnerismo es el nazismo sin campos de concentración. Respondés a críticas conceptuales con adjetivaciones descalificatorias como “rata”, mientras tu originalidad se ha reducido a llevar un cerdo al estudio y tus análisis naufragan en la superficie de las cosas.
Considerás dos veces como excelente un artículo que “casualmente” publican el mismo día (miércoles 6-10-2010) La Nacíón y Clarín titulado “Maradona como metáfora argentina”, recogido de El País de España, cuya autoría es de John Carlín y Carlos Pierini. Pensar que esa retahíla de lugares comunes del pensamiento colonizador y de sus seguidores colonizados encuentra el origen de la decadencia en los “gobiernos populistas, corruptos e incompetentes” y en la añoranza de la Argentina “granero del mundo”. No es casual tampoco que el editorial de La Nación del 10 de octubre dice con respecto a la mencionada nota: “la repercusión general se explica por haber dado en el centro de las razones coaligadas en la disparatada caída que la Argentina viene sufriendo en relación con el concierto mundial de naciones”
En Argentinos tomo II, en la bibliografía que mencionás como consultada figuran tres libros de Arturo Jauretche. Parece que no los leíste o si lo hiciste no lo entendiste.
Tus posiciones actuales le inspirarían un nuevo capítulo de su Manual de Zonceras. El “izquierdista, divulgador histórico” coincidiendo con el diario cuyo fundador escribió la falsificada historia oficial, en dos de sus caballitos de batalla: la añoranza de la Argentina pastoril del primer centenario y el populismo como causante de la decadencia argentina.
El lanatismo, enfermedad infantil del periodismo
Salgo de la carta por algunas líneas. Un pequeño paréntesis. El periodismo de los setenta fue militante. No escondía cuál era su posición ideológica. No está mal esa posición siempre que surja claramente desde qué lugar y pertenencia se hace periodismo. Durante la dictadura establishment- militar el periodismo más valiente y meritorio como el de Buenos Aires Herald, que denunció las desapariciones, nunca entendió que los horrores eran necesarios a la política económica que apoyaba. Nunca comprendió que no fue Videla el que puso a Martínez de Hoz sino que fue Martínez de Hoz (lo que él representaba) el que eligió a Videla. En los noventa, la escuela lanatiana, fue la existencia de un periodismo por encima de todo. El periodista estrella como fiscal. En medio de instituciones que se desmoronaban, el periodismo lanatiano se elevaba como un faro ético. Era periodismo a secas. Por encima de las ideologías, los periodistas eran más importantes que los protagonistas de la historia. Era el que la contaba, o como se decía persistentemente los que escribían la primera versión de la historia. La tergiversación de roles llegó al punto que en esta ubicación del periodismo lanatiano, el relato del gol de Maradona realizado por Víctor Hugo Morales era más importante que Maradona y su gol.
Se hizo de la corrupción el centro del análisis, mientras lo principal que ocurría, la venta del país pasaba a un segundo plano. Si Robert Cox sólo apreciaba las desapariciones sin comprender su vinculación con la política económica, Lanata veía la corrupción como centro de su análisis. Incluso en el programa de Mariano Grondona en un debate con Jorge Asis, cuando éste afirma que la oposición al gobierno es el periodismo, el director de Página 12 contestó: “Yo creo que la principal oposición que tiene el gobierno son sus políticos corruptos”.
Un integrante de la escudería Lanata, el escritor Martín Caparrós declaró en La Nación del 10-02-2010: “Cuando periodistas muy bien intencionados iluminaban la corrupción menemista, Menem estaba cambiando la estructura socioeconómica de la Argentina como nadie lo había hecho. Mientras se consolidaba un modelo de exclusión que todavía estamos sufriendo, el periodismo estaba atento a la leche adulterada o al frigorífico. Ahora pasa lo mismo. Volvemos a la facilidad “¡ah, son corruptos, roban!”. Yo le llamo a eso honestismo”
Se recurrió a un lenguaje moralista que como bien señala el ensayista Juan José Becerra “es la hamaca paraguaya del pensamiento político”. Está muy bien denunciar la corrupción siempre que se la contextualice porque como decía Carlos Marx citado por José Pablo Feinmann en “La filosofía y el barro de la historia: “El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo” (Capítulo XXIV del primer tomo de El Capital). Si no se procede así, resulta tan ingenuo como descubrir que las chicas que trabajan en un prostíbulo no son vírgenes y salir a gritarlo a los cuatro vientos.
El periodismo político por encima de la política misma es tan ilusorio como los gurúes económicos que engañaban con una economía aséptica desprendida de la política.
El kirchnerismo bajó del pedestal al periodismo y lo puso en tela de juicio. A veces con desmesuras y arbitrariedades. Pero quedó bajo una mirada crítica, como los políticos, los gurúes económicos, el FMI, la justicia, la policía, los empresarios, el sindicalismo. En ese contexto Jorge Lanata está según la Revista Noticias “furioso, exultante, exaltado.” Es posible que todo sea una gigante equivocación. Lanata nunca superó una caracterización de “progre” y lo que ello conlleva como incomprensión de la realidad cuando no se presenta fácil de aprehender como sucedió durante el menemismo. Es un liberal de izquierda al estilo norteamericano que en una etapa de la historia nacional derramó ingenio y audacia. No es un analista político Por eso cuando la realidad se complejiza, Lanata muestra sus limitaciones y superficialidad. Y como Elisa Carrió su mirada sólo pasa por la mirilla de la corrupción que además debe tener a él como denunciante. Una visión tan reducida fue sintetizada hace unos años en programa radial EL TREN, por el periodista y escritor venezolano Modesto Emilio Guerrero quién afirmó, transformando el título de un libro famoso de Lenín : “ El lanatismo es la enfermedad infantil del periodismo”.
Posdata a la carta abierta a Jorge Lanata
Éstas son algunas de las cosas que te quería decir Jorge. Tal vez estés en condiciones de emprender la vuelta y que aceptes que un primer actor desconcertado puede pasar a ser un buen artista de reparto. Para ello seguramente tengas que desaprender algunas cosas. En la disyuntiva sarmientina de civilización y barbarie, es conveniente observar la realidad desde el campo que los civilizadores llaman barbarie. Desde ahí se puede intentar comprender los movimientos populares en América Latina. Es bueno llevar en la mochila a Arturo Jauretche, a algunos autores del pensamiento nacional como Rodolfo Puiggrós, Jorge Abelardo Ramos, Jorge Spilimbergo entre otros, y cuando uno tiene dudas dónde posicionarse ante una realidad compleja que mezcla el oro y el barro, usar una brújula a prueba de errores: ver dónde está el grueso del poder económico y los medios hegemónicos y ubicarse enfrente. Salvo que efectivamente quieras estar bajo la protección del PODER.
En ese caso deberías asumir esa posición, sin pudores, y no descalificar groseramente a todo aquél que te critique, como si fueras un intocable.
Si seguís tan enojado, denostando con argumentos simplistas hasta a los estudiantes secundarios que toman colegios y deciden enamorarse nuevamente de la política, cuando seas más grande es posible que llegues a ser un Pepe Eliaschev II. Y si el éxito te sonríe como cuando eras progre, tal vez alcances a Joaquín Morales Solá.
Hugo Presman