Otra vez la inseguridad, que no descansa un solo segundo en la Provincia, se llevó vidas, ya que en una misma mañana aciaga de comienzos de esta semana, dos chicos de 13 y 15 años mataron a un hombre delante de su hijo de 11, en un barrio de La Plata, y en Luján un grupo de delincuentes mataba a un chico de 13 años delante de su padre. Todo a sangre fría.
Con menores víctimas y victimarios. Con adultos víctimas y victimarios. Y otra vez las instituciones responsables de una manera u otra de las políticas públicas vinculadas a esta problemática reaccionaban a la defensiva y con miradas parciales.
Los Poderes Ejecutivos de la Nación y la Provincia hicieron foco excluyente en una misma cuestión: qué hacer con los presuntos autores, los dos menores de 13 y 15 años, del crimen de Tolosa.
Pero fue la única coincidencia. La Casa Rosada volvió a poner, una vez más, la "culpa" en la Justicia, afirmando que —aunque las leyes digan que los menores de 16 años son penalmente inimputables— los jueces "pueden" privarlos de la libertad si son algo así como "demasiado peligrosos".
La Gobernación, a través directamente de Daniel Scioli, consideró, en cambio, que hay "un vacío legal" y reclamó que se dicte una ley —que debe ser nacional— que baje a los 14 años la edad a partir de la cual un menor puede ser juzgado, algo que viene pidiendo desde hace tres años. Nada nuevo.
El gobierno nacional no está de acuerdo en bajar el piso de edad y hace rato que ambas Administraciones sostienen esas posturas contrapuestas.
Quizá las dos partes tengan algo de razón. La propia Justicia se dividió entre esos dos criterios frente al crimen de Tolosa.
Una fiscal pidió la restricción de la libertad de los dos menores, al considerar que la ley habilita esa medida, y un juez rechazó el pedido planteando que sería inconstitucional.
Cuál debe ser la edad mínima para imputar, juzgar y eventualmente —si es necesario— restringir la libertad de un menor, es un debate que debe ser serio, profundo y definitorio y que quienes gobiernan y legislan le deben a la ciudadanía.
Pero la sociedad podría estar ya hastiada de que se amague con discutirlo y promover una decisión —cualquiera sea— cada vez que un crimen atroz conmueve a la gente, para abandonar el objetivo apenas se diluye un poco la conmoción.
Distraídos
Los legisladores nacionales, en rigor, en cuyas manos está la facultad y la obligación de encarar ese debate y asumir definiciones, más allá de que gobernantes y magistrados puedan opinar y promover una u otra postura, miran para otro lado, salvo honrosas excepciones, aún en días de conmoción como los que corren.
Es cierto que el año pasado el Senado avanzó en la discusión y aprobó un proyecto de ley penal juvenil nacional que prevé una baja en la edad de imputabilidad, pero la Cámara de Diputados lo frenó; y en estas horas sólo cuatro o cinco diputados, sobre los 257 que tiene el país, han expresado una postura y han mostrado voluntad de encarar el tema.
Los Ejecutivos nacional y provincial, por lo demás, se han enfrascado en la discusión sobre si los jueces actuaron bien o mal al no internar en un instituto a los menores acusados de matar al vecino platense, y sobre si las leyes vigentes son suficientes o no para juzgarlos y, eventualmente, disponer su internación.
Es una discusión necesaria y urgente, ya se dijo. Pero nada han dicho sobre todos los resortes que les competen y que evidentemente fallaron y de algún modo contribuyeron a que Fabián Esquibel perdiera la vida una mañana cualquiera.
Un sistema fantasma
Se ha informado ahora que uno de los menores acusados por ese crimen había sido aprehendido tres veces en los últimos meses por robos, y otras tantas liberado por la Justicia.
La Policía sabía también que ese chico pertenece a una familia en la que el padre y un hermano mayor han sido procesados por asaltos y crímenes, es decir, que crece en el peor contexto.
Y todo el mundo —todo el mundo— en el barrio de Esquibel y del chico acusado de matarlo —porque viven a metros de distancia— sabía desde hace mucho que ese menor integra una banda dedicada a robar. Sus vecinos lo saben porque son sus víctimas reiteradas.
Entonces, ¿no existe un sistema que prevé —en cabeza del Ejecutivo provincial y con los municipios como instrumentadores— la actuación de órganos asistenciales de detección, contención, asistencia y rehabilitación de los niños y adolescentes definidos como "en riesgo"?
Existe, en los papeles —y prevé todo: que a esos chicos se los alimente, se los mande a la escuela o se les enseñen oficios, que se los trate por las adicciones, que tengan asistencia de psicólogos—, pero no funciona en ningún lugar de la Provincia.
Del secuestro de una familia que culminó con el asesinato de un chico de 13 años, directamente ninguna autoridad, nacional –que ahora comparte la responsabilidad de la tarea de prevención de la seguridad en el Conurbano, donde colocó con ese fin 6 mil gendarmes— o provincial, ha dicho una palabra.
Pero sería bueno saber cómo puede ser que cinco personas sean paradas y secuestradas en una calle de Luján, que una de las víctimas se tire en una autopista (avisando del delito en desarrollo) y que los delincuentes puedan seguir decenas de kilómetros por zonas supertransitadas del Conurbano, hasta abandonar a sus víctimas y los autos donde les resultó cómodo para escapar, después de matar a un chico.
Sería bueno saber cómo funciona el esquema de prevención y disuasión, dónde estaban la Policía y los gendarmes.
COMO VENGO SOSTENIENDO DESDE LOS CASOS BARRENECHEA, GARCIA D AURO Y EL TRIPLE CRIMEN, EL GOBIERNO ES RESPONSABLE POR OMISION DE SUS DEBERES DE SEGURIDAD A LA POBLACION, YA QUE LA CONTRAPRESTACION DE LOS IMPUESTOS ES PRECISAMENTE, CUIDAR A LOS CIUDADANOS. CUANDO FALLA LA SEGURIDAD, EL ESTADO NACIONAL O PROVINCIAL ES RESPONSABLE, Y DEBE RESARCIR A LAS VICTIMAS. EN EL ESTUDIO JURIDICO A MI CARGO TENEMOS AL MENOS TRES RECLAMOS DE ESTAS CARACTERISTICAS, Y VAMOS POR MAS. UNA VERGUENZA QUE SE MIRE PARA OTRO LADO. SE FALLA Y SE PAGA. EL BOLSILLO DEL ESTADO DEBE RESPONDER POR ESTAS GRAVES FALENCIAS. NADA DE DISCUSIONES ABSURDAS. QUE PAGUE Y RESUELVA LA SITUACION.
Que vamos a cambiar con la foja de servicios de nuestra Ministra de Seguridad: En varios sitios de Internet se señala que Nilda Garré, la flamante Ministro de Seguridad, actuó en la guerrilla tucumana con el nombre de guerra de “comandante Teresa”. Esto es totalmente falso, porque nunca tuvo en sus manos un FAL ni menos aún perteneció al Ejército Revolucionario del Pueblo. Garré era conocida como “Chichita” Copello, por su matrimonio con Roberto Copello. Se recibió muy joven de abogada y entró a trabajar con la máxima categoría como asesora del entonces Ministro del Interior, Guillermo Borda, de la mano de la hija de éste, María. Durante la llamada “Revolución Argentina”, trabó relación con el entonces jefe de la SIDE, el general Héctor Señorans. Cuando Borda renunció, lo sucedió el general Francisco Imaz. Allí Chichita Copello empezó a contactarse con un grupo de nacionalistas católicos integrado por Fernando Abal Medina, Mario Firmenich, Gustavo Ramus y Norma Arrostito. Posteriormente, éstos fueron teledirigidos por Imaz y Señorans para asesinar el Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, operación que llevó el sello de Montoneros. El grupo estaba a esa altura estrechamente vinculado al cristianismo revolucionario que orientaba el cura colombiano Camilo Torres. Pero antes de eso se habían destacado como devotos fascistas en el Nacional Buenos Aires de .Viamonte y Callao.--------------------------------------------- Tal vez tanto estar cerca de altos jefes militares y de operaciones de inteligencia hizo que Chichita Copello ingresara finalmente como personal civil de inteligencia (PCI) al Batallón 601, en la calle Callao y Viamonte, sin dejar de asesorar al Ministerio del Interior. En aquellos tiempos castrenses, la vinculación con los servicios de inteligencia no sufría -como ahora- condena social alguna y era frecuente que gente vinculada a los niveles más altos del poder pidiera ingresar a algún organismo secreto. La hoy ministro formó también pareja por esta época con Juan Manuel Abal Medina, hermano de Fernando, que cayó muerto en combate en la localidad de William Morris, en el partido actual de Hurlingham. Gracias a su pareja, Garré fue Diputada Nacional y en 1975 formó el Grupo de los Ocho para apoyar el golpe que se venía para marzo de 1976. Sus relaciones militares le permitieron sin dificultad llevarlo a Juan Manuel Abal Medina a que se exiliara en la embajada de México. Luego siguió su vida normal y durante todo el proceso nunca fue molestada en lo más mínimo. Sobre el final de la “sangrienta dictadura de Bignone y Nicolaides”, se infiltró en el entorno de don Vicente Saadi y con él siguió durante el alfonsinismo, del que obtuvo dos registros del automotor que, como todo el mundo sabe, son muy rentables. A sus íntimos ella les aclaró que los registros eran para asegurar el futuro de sus hijos. Todo muy loable, si no se tratara de una prebenda para unos pocos privilegiados. La pregunta del millón es cómo Chichita Copello -como se la conocía en la inteligencia militar- desmanteló las Fuerzas Armadas en los últimos cinco años. Tal vez fue decisiva en su determinación la influencia de Horacio Verbitsky, quien también era un converso, porque quería borrar su pasado como PCI de la Fuerza Aérea en la época de Onganía y también durante el proceso militar. Verbitsky orquestó un atentado contra el general Jorge Rafael Videla cuando era Comandante en Jefe del Ejército. Meses después, Videla se convirtió en Presidente de la República y un año más tarde, en marzo del 77, Verbitsky caminaba por la Capital Federal como cualquier hijo de vecino. La relación entre el fallido atentado, la condición de doble agente de Verbitsky y la protección que tuvo después explicaría todo-------------------------------------------------. Así es que Chichita Copello le respondió a Verbitsky dejándole manejar el “Veraz” de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Es decir que él tiene la potestad de decidir quién asciende y quién no. Pero lo curioso es que Garré, este último año, ascendió a generales a cuatro coroneles de la especialidad de inteligencia -todo un exceso- y promovió como Subjefe del Ejército al general César del Corazón de Jesús Milani, un especialista de esa área que también -caso inédito- retuvo al mismo tiempo la función de Director General de Inteligencia. Por ultimo se conoce que la señora percibe un retiro por la caja de Policia Federal.