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El Senado y la CGT: falseando votaciones

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ESCÁNDALOSAS  OPERACIONES DEL GOBIERNO
ESCÁNDALOSAS OPERACIONES DEL GOBIERNO

Mientras el gobierno se siente superado por los acontecimientos de cada día e intenta escapar aún del papelón surgido a partir de los esquivos cassetes de la causa AMIA, la vida política transcurre sin aparentes sobresaltos ni grandes escándalos. Y si hablamos de "aparentes sobresaltos" es porque las idioteces del caprichoso Kirchner opacan toda posibilidad de que trasciendan temas más importantes que incumben al interés ciudadano.

 

Hace pocos días, justamente, sucedieron dos hechos irregulares y gravísimos que pasaron sin pena ni gloria por el costado de los medios de prensa y, obviamente, la justicia. Uno de ellos tuvo que ver con la votación para la sanción de la vergonzosa ley de Responsabilidad Fiscal, exigida oportunamente por el FMI al Gobierno de K. El otro, con la designación de Hugo Moyano como titular de la CGT. Ambos hechos en medio de polémicas votaciones.

El miércoles 14 de julio por la noche, en el marco del caliente debate por la ley de Responsabilidad Fiscal, el senado de la Nación fue el escenario de una serie de irregularidades confirmadas a este periodista por tres fuentes diferentes.

Las mismas tuvieron que ver con el artículo 28 de la norma, que fue votada en tres oportunidades con tres resultados diferentes. Los más crédulos hablaron de una "mala racha tecnológica" del sistema de votación electrónica. Los más escépticos, hablaron de "suspicacia política".


Fraude 1: "Haciendo" la ley

El Senado había comenzado a sesionar el mediodía del miércoles y, luego del envión dado por el bloque del PJ para imponer la desginación de la jueza Carmen Argibay, forzaron la discusión del proyecto que pone tope al endeudamiento y gasto provincial. 

El escándalo llegó a las 21.30, cuando el PJ aseguró que la Ley de Responsabilidad Fiscal había sido "votada en general", mientras la UCR, los socialistas y los provinciales juraban que lo habían hecho en contra.

Para evitar que salieran los trapitos al sol, Marcelo Guinle -presidente provisional del Senado que reemplazaba a Daniel Scioli- pidió que se votara por capítulos y no por artículos.

Luego comenzó la danza de las votaciones. La primera le salió mal al Justicialismo: 28 votos en contra y 26 a favor porque los senadores Hilda Guiri y Roberto Urquía (PJ, Córdoba) votaron en contra. Ambos legisladores habían pedido, sin éxito, 4 años de transición para aplicar las metas de deuda y gasto. La respuesta del jefe del bloque del PJ, Miguel Angel Picheto, no se hizo esperar: "no jodan con ésto". Acto seguido, se levantó de su banca. 

En ese momento empezó el supuesto lío informático. Argumentando que cuando un senador no está sentado el sistema no registra su voto, Picheto, ni lerdo ni perezoso, pidió votar de nuevo. "El sistema no tomó mi voto", mintió.

En ese momento, el PJ vio que "perdía" el artículo 28 y pidió rectificar el voto. En la segunda votación la que hizo equlibrio en su banca fue la cordobesa Guiri. Y Urquía votó por el sí. Y el resultado se dio vuelta: 28 a favor y 26 en contra.

El clima era tal que Mario Losada, jefe del bloque radical, acusó con gravedad: "que el oficialismo se empiece a hacer cargo de lo que aprueba, esta ley es un disparate"

Cuando ya se había terminado toda la votación, el PJ volvió a las andadas y propuso, en "virtud de la transparencia", volver a levantar las manos. Y llegó la tercera votación: 29 a favor y 25.

La pregunta que surge inevitable es ¿Porqué nadie cuestionó el sistema informático del Congreso que se instrumentó justamente para darle más transparencia a la sanción de las leyes? 

¿Porqué nadie sospechó de lo sucedido en el marco de la sanción de un proyecto de ley sobre el que la Casa Rosada ejerció su presión para que se aprobara rápido y con pocos cambios y en un contexto político de fuerte tensión dentro del oficialismo?

 

Fraude II: Moyano y la CGT

El mismo día en que el sistema informático de votación se volvió sospechoso en el Senado de la Nación, en otro lugar de la ciudad de Buenos Aires iba a producirse el segundo fraude de la fecha. 

El mismo 14 de julio, en el miniestadio de Obras Sanitarias, se consagró un triunvirato para conducir la CGT con Hugo Moyano a la cabeza. La idea, surgida del pacto de los denominados sindicalistas "gordos" y un grupo de impresentables como Luis Barrionuevo, fue la mejor mentira que se encontró para anunciar en sociedad la unificación de la central de trabajadores. 

El fraude comenzó en el mismo momento en que los 1.550 congresales llegaron al estadio de Obras Sanitarias, quienes desconocían que el acuerdo se había terminado de cerrar a varias cuadras de allí, en el sindicato de los estatales, UPCN. El guión ya estaba escrito y sólo restaba que se siguiera al pie de la letra para que los que observaran la ceremonia creyeran que todo se haría democráticamente.

El que dio comienzo a la "obra" fue el oscuro ex  jefe de la CGT, Rodolfo Daer, quien abrió el congreso. Todos entonaron el Himno y la Marcha Peronista. De allí en más, cada uno siguió al pie de la letra el libreto acordado.

Un dirigente del sindicato de comercio leyó una moción para que, "en razón de la unidad", se aprobara una conducción colegiada por un año. Sin dar tiempo a que se levantaran las manos, se anunció que la propuesta había sido aprobada "por unanimidad". Lo mismo ocurrió con cada uno de los temas que se trataron.

No hubo ningún debate y hasta se aprobó —también "por unanimidad"— el plan estratégico que deberá seguir la central sindical y que, pequeño detalle, todavía no fue elaborado.

A la hora de la votación también se siguió con la simulación. Se llamó a los congresales a acercarse a lugares de votación que no existían y poco después se pidió "a los que ya votaron que se vayan sentando". Nunca hubo ninguna votación, pero se llegó a leer un escrutinio ficticio: 1.525 votos a favor, 11 en blanco y dos anulados. Todos, hasta los veedores del Ministerio de Trabajo, participaron de la farsa.

El titular de uno de los gremios más importantes no podía ocultar su indignación: "no sabía que se había instalado el sistema de voto electrónico", dijo para poner en evidencia que la votación en realidad nunca se hizo.

Lo que este buen hombre desconocía, al igual que la mayoría de los congresales es que, más allá del fraude, ya está acordado que luego de un año Moyano quedará como único secretario general.

La historia no terminaría allí. Pocos días después de la elección, en el emblemático día del amigo, el presidente Kirchner se encontró con Moyano.

Fue el gesto que faltaba para sellar el pacto de sometimiento de la CGT al gobierno. ¿Los trabajadores? Bien, gracias. Fin de la obra.

 

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