Alguna vez una de las oyentes más fieles de nuestro programa pidió que entrevistáramos a Jorge Lanata. El domingo pasado leí a un Lanata más lúcido que nunca entrevistado por Jorge Fontevecchia. Para los que no lo recuerdan y para los jóvenes que conocen al obeso periodista por los informes de “678”, Lanata, entre otras cosas, creó fundó y diseñó Página 12 a mediados de los ochenta, condujo el programa periodístico televisivo que más jodió al menemismo y escribió algunos cuántos libros de cuentos, historia, crónicas y periodismo.
Dice y se pregunta a sí mismo, Lanata: “¿Es cierto que no puedo trabajar en la televisión argentina? Y… Es casi cierto. No estoy en la televisión abierta desde hace años, cinco o seis. ¿Por qué la gente no me veía? No. Yo tenía el programa político más visto de la televisión.” En otro párrafo del brillante reportaje que le realizó desde Estados Unidos el director de Perfil, afirma el periodista que “es muy sutil la línea. Nadie podría decir “prohibieron a Mirtha Legrand” Pero es cierto que hubo un ámbito favorable para que Mirtha decidiera irse. (…) Entonces ¿la sacaron o no la sacaron? Y… un poco la sacaron, otro poco se fue”.
Si la inflación no existe para el INDEC, pero sí se hace notar en las pautas destinadas en publicidad oficial adjudicadas a periodistas de un semestre a otro del año pasado, hay algo que no está claro. Si un tal, Mintz, Mario Horacio quien negó esta información y amenazó a este periodista con iniciarle acciones legales pasó de cobrar 14.520 pesos en el primer semestre del 2010 a 43.560 (ver este documento) mucho no le importará si los costos de impresión, por ejemplo, aumentan. Si tiene cuatro patas, ladra y lo llaman perro; debe tratarse de un perro. Si te amenazan, te intentan silenciar de todas las formas posibles —psicológicamente hablando por ahora—, buscan digitar tus entrevistas buscando “consensuar” preguntas y temas y te negás, algo esperable en este momento histórico del periodismo y del país, podría pasarte.
Si te aumentan el costo del espacio radial que pagas mes a mes en un 800% de una semana a la otra y tus ingresos son nulos pues, sino cambias, “lo de la pauta jamás saldrá pues hay un expediente en el escritorio de Mariotto”, sería algo así como el cuento del perro. ¿Se trata de censura? Es más, si a otros colegas – a quienes también tuviste que escuchar sus excusas, sus enojos y sus justificaciones por escribir lo que no se puede escribir acerca de sus ingresos publicitarios por parte del gobierno (“algo que cuesta cobrarlo”) pero que, tarde o temprano se cobra, también les aumentan en un 50% de un semestre a otro los ingresos publicitarios (ver las páginas citadas y buscar conductores de Radio Cooperativa), poco les importará que les suceda lo mismo en el costo del espacio. Y si además, esos programas, con la misma cantidad de horas que el nuestro, son tocados por la varita mágica de una “Cooperativa” -¿cuál es el concepto de cooperación o será que el término real debería ser cooptación?-; ¿puede ser independiente tal o cual periodista?
Si tenés los invitados más diversos, las notas más codiciadas, te levantan en otros medios pero tu director radiofónico te dice que “los contenidos no importan —eso sí te los intenta cambiar— pero lo único que sí importa es la guita”, ¿por qué no tiene un programa el gato con botas? ¿De qué multiplicidad de voces hablan? ¿Cuál es el concepto de libertad y pluralismo que pregonan? ¿Cómo es posible que un tipo que sufrió la dictadura militar, fue apropiado y buscó la verdad contra viento y marea hoy intente silenciar un espacio por una pregunta como el caso del famoso nieto de desaparecidos hoy en el poder?
Hablar de coincidencias o discrepancias ideológicas con un medio, o eso solían mencionar para justificar vaya a saber qué, guarda poco sentido. Es la misma cuestión de siempre. La corrupción no es de derechas ni de izquierdas. Y no es cierto como afirmó en un debate radial imperdible con Ceferino Reato, Adriana Amado y Luz Laici, el polémico Alejandro Horowicz de Tiempo Argentino, que no importe. La corrupción, mata. Y si no, recuerden Cromagnon.
Como muchos presagiaron, “Ahora es Nuestra la Ciudad” fue levantado del aire el día en que se conoció el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre la pauta oficial y el caso Perfil. Casualidades de la vida.
Luis Gasulla