El papelón ocurrido estos días en el marco de la fallida interna del PJ Federal, muestra a las claras el lamentable papel que viene mostrando la oposición de cara a las elecciones de octubre de este año. Si bien alguno podría decir que se trata de una sola fuerza política, no ha sido mucho mejor el desempeño de los otros partidos a la hora de plantear una estrategia concreta a futuro.
Principalmente, todos muestran el mismo problema: la voraz intención de protagonismo por parte de sus candidatos. Todos quieren ocupar los lugares más relevantes en las boletas y no están dispuestos a resignar sus propias ambiciones en pos de un proyecto común.
¿Será acaso que se trata de valientes idealistas que quieren mejorar la coyuntura social y por eso es que intentan imponerse unos sobre otros? Para nada, a quienes hoy disputan espacios de poder de cara a octubre solo les interesa su interés personal. No son referentes recién llegados a la política, sino personajes que ya han ocupado diversos estamentos del Estado sin más eficacia que la de mejorar sus propios patrimonios personales.
Los casos de Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá son el claro ejemplo de ello. Uno y otro han gobernado importantes provincias del país, con relativo éxito y la demostración de total permisividad ante grupos delictivos y lavadores de dinero que se afincaron en Buenos Aires y San Luis respectivamente.
¿Interesa acaso a uno u otro referente mejorar la Argentina? Definitivamente, no. Lo hubieran hecho si lo hubieran querido desde sus relevantes cargos, pero solo han acrecentado sus cuentas bancarias y dejado las provincias que han gobernado de rodillas ante el avance del narcotráfico y otros graves delitos.
“Ha sido un verdadero papelón”, dijo Duhalde a la hora de hablar de lo ocurrido en la interna del PJ Federal, a la cual, vale recordar, no le faltaban hechos vergonzosos luego de que oportunamente desistieran de competir Mario Das Neves y Felipe Solá.
Con esos antecedentes, el kirchnerismo poco y nada debe hacer para ganar en octubre. La oposición parece haber optado por la “estrategia Bonzo” y de esta manera le regala al oficialismo la mejor estrategia de campaña con la que pueda contar para vencer este mismo año.
Si a ello se agrega que el Gobierno no tiene reparos a la hora de montar alianzas políticas —casos Menem y Saadi, entre otros—, mientras la oposición muestra inentendibles pruritos al momento de hacer acuerdo con otras fuerzas, no queda mucho más que agregar.
Es bien cierto que el kirchnerismo ha sido funesto para la Argentina, pero también es real que la oposición no se encuentra a la altura de las más elementales circunstancias que hoy necesita el país.
No es poco.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1