"No me muero por seguir", advirtió Cristina Kirchner y no sólo corrió el velo de la tensión —hasta ahora soterrada— con Hugo Moyano, sino que también desnudó su estado de ánimo para encarar la campaña electoral y otros eventuales cuatro años de Gobierno.
No hacen falta incurrir en conjeturas para avanzar en el análisis. Con ojos vidriosos, tensión en el rostro y el vestido de luto como marco, dijo que le generaba un esfuerzo físico y familiar "inmenso" mantenerse al frente del país.
El mensaje bien podría estar dirigido a cautivar a la siempre reticente clase media que no tolera la presión sindical de cara al próximo turno electoral, pero se encadenó con apariciones y ausencias demostrativas de su trance emotivo.
El jueves pasado, durante un acto en el partido bonaerense de San Martín, Cristina dijo que estaba "pum para abajo", y el lunes suspendió sus actividades oficiales para extender su estadía en Santa Cruz por "razones privadas", se informó en la Casa Rosada.
Esos pronunciamientos encendieron luces de alerta en la primera línea del Gobierno, aunque todos confían en que finalmente buscará su reelección, porque según su punto de vista, no hay "plan B".
La Presidenta también se había ausentado del multitudinario acto que organizó Moyano en la 9 de Julio hace dos semanas, debido a que dos días antes viajó a Santa Cruz al cumplirse seis meses de la muerte de su esposo. Sin embargo, ese "faltazo" se inscribe en la decisión de tomar distancia del líder sindical.
Por su lado, el referente camionero percibe desde la propia muerte de Kirchner esa frialdad presidencial e intuye que lo quieren correr del medio.
Amenazó con parar el país cuando se sintió cercado por una causa judicial iniciada en Suiza y avaló bloqueos gremiales a plantas industriales, pese a los insistentes llamados de la jefa de Estado a moderar reclamos salariales.
Además, en una movida de fuerte impacto, acaba de mostrar juego propio con Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires, donde ostenta el cargo de presidente del PJ. "Eso significa que no responde a nadie", interpretó una importante fuente partidaria consultada por Noticias Argentinas.
Todo a un año de que concluya su segundo mandato al frente de la CGT y con un sector importante de la dirigencia sindical —integrado por Gordos, disidentes y algunos independientes— que apuesta desde hace tiempo a un cambio de conducción.
En las últimas semanas apareció el nombre del titular de la UOCRA, Gerardo Martínez, como posible pieza de recambio para la entidad más representativa del movimiento obrero.
Moyano conserva una buena relación con Julio De Vido, pero el ministro de Planificación evalúa abandonar el cargo cuando concluya el segundo período de gestión K y el líder cegetista se quedaría sin interlocutor con el Ejecutivo.
Como se ve, la incertidumbre sobrevuela más allá de la mera coexistencia política de la Presidenta y el secretario general de la CGT.
Gabriel Profiti
NA