De ninguna manera podría decirse que Sergio Mauricio Schoklender, el huérfano por mano propia, adoptó como “Madre” a una cándida y tierna viejecita, la impresentable Hebe Pastor de Bonafini, a la sazón titular de Madres de Plaza de Mayo.
Lo cierto es que resulta coherente que una anciana resentida, mentirosa que dice tener hijos desaparecidos, alejada de sus dos hijos varones y de un esposo que la repudian, prohije y “adopte” a un parricida.
Cuando H.P. de Bonafini conoció a SMS en una visita carcelaria a presos políticos, sabía perfectamente que se trataba de un preso común acusado del más grave crimen: asesinar a sus padres. Pero como SMS y HPB son de la misma arcilla, ambos se fundieron en un abrazo enternecedor al extremo que ella hubo de cobijarlo en su propia casa cuando aquél salió de la cárcel.
Así se fusionó una sociedad predadora con tal sinergia que no respetó ni principios ni fines solidarios, ávida de poder y dinero.
Los unieron pecados capitales: avaricia y soberbia.
Repudiaron mandamientos fundamentales como:
- Honrar a padre y madre.
- No matar.
- No robar.
- No decir falsos testimonios ni mentir.
- No codiciar los bienes ajenos.
Sin embargo fueron cobijados por el kirchnerismo cleptómano necesitado de enarbolar la bandera de los Derechos Humanos sólo para intentar engañar y distraer sobre su verdadera esencia corrupta.
Irónicamente fue el desaparecido con presunción de fallecimiento Néstor Carlos Kirchner quien, hipócritamente, echó al Dr. Carlos Sánchez Herrera, protagonizando uno de los primeros escándalos de la era K cuando en 2003, éste debió abandonar su cargo como Procurador del Tesoro de la Nación apenas 13 días después de jurar, porque se reveló que había sido abogado de un general de la dictadura. No obstante el abogado retornó como representante legal de la Provincia de Santa Cruz por pedido del ex presidente, pese a seguir asesorando diversos represores.
El doble discurso kirchnerista apareció desde el inicio de su mandato presidencial y obviamente siguió hasta la actualidad, encarnado en la sufriente “viuda” CFK.
Pero el escándalo Schoklender quedará como uno más de los tantos casos de corrupción endémica instalada por el kirchnerismo, habiéndosele asegurado al abogado y contador Sergio Mauricio “Schoky” Schoklender que ya estaba todo arreglado y que no tendrían mayores consecuencias los fuegos artificiales y la vertiginosa hiperactividad del juez federal Norberto Oyarbide, por cuando éste responde incondicionalmente a la Caja Robada. Además es muy probable que no se avance demasiado sobre las responsabilidades compartidas de HP Bonafini y los funcionarios públicos que debieron haber controlado la millonaria defraudación al fisco llevada a cabo por esa asociación ilícita, ya que la cadena de responsabilidades llegaría hasta la propia botóxica bipolar CFK, a través de distintos ministros implicados en sus tropelías.
Para convencerlo a Schoky se invocaron precedentes incontrastables: el sobreseimiento del matrimonio cleptómano en al affaire del enriquecimiento patrimonial desmesurado, el sobreseimiento al Secretario de Medios Enrique “Pepe” Albistur, la ineficaz investigación de Skanska y la valija de Antonini Wilson, las libertades de que gozan los procesados Ricardo Jaime, Héctor Capaccioli y los hermanos Cirigliano, entre muchos otros, sumándose a ello la procaz inactividad judicial hacia el esposo de Diana Conti, Enrique Dratman, implicado en la mafia de los medicamentos, no obstante las recomendaciones de la Cámara Federal para que se le reciba declaración indagatoria. Además, para robustecer y probar el control judicial que viene desplegando el Poder Ejecutivo sobre los jueces y fiscales (evocando cómo tuvo que renunciar el Fiscal de Investigaciones Administrativas Manuel Garrido al prohibírsele investigar casos de corrupción), se aludió al titular de la CGT Hugo Moyano, quien todavía goza de su libertad ambulatoria, no obstante los comprometedores elementos que obran en su contra, no sólo en nuestro país sino también en Suiza.
Todavía no comprendo por qué se quiere preservar de una investigación penal a un ente ideal como es la persona jurídica Madres de Plaza de Mayo, cuando en realidad quienes han delinquido son sólo algunos de sus miembros y colaboradores. Pareciera que, desde distintos ámbitos, se considerase a esa agrupación con más respeto que a la propia Iglesia Católica.
¿Será porque HP de Bonafini es aún más poderosa que la Santa Madre Iglesia? Vale recordar que ella orinó en el interior de la Catedral y vociferó contra las más altas autoridades de la Iglesia y de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y ningún fiscal ni juez le hizo reproche alguno.
Ella fue la misma persona que echó de la Plaza de Mayo a sufridos bolivianos que reclamaban por el asesinato de uno de sus compatriotas al grito de “Fuera bolivianos de mierda que la Plaza es nuestra!” Insignificante detalle si recordamos también cómo vituperó al Papa, reivindicó a la organización terrorista ETA y se congratuló cuando volaron las Torres Gemelas.
Por esto y muchas cosas más, estimo que algún día estos personajes tendrán que rendir cuentas de sus acciones y omisiones, aunque ese día coincidirá con el fin del kirchnerato.
Enrique Piragini