Luego de la feroz represión sufrida por los docentes de Santa Cruz por parte de fuerzas de seguridad frente al Ministerio de Trabajo, ya se torna imposible sostener el autoproclamado progresismo que el kirchnerismo suele endilgarse.
¿Por qué no se actuó de la misma manera cuando nefastos personajes de la talla de Luis D’elía y Hugo Moyano cortaban las calles y provocaban más caos que el que los maestros del sur han provocado? ¿En qué quedaron los dichos de Aníbal Fernández y Nilda Garré respecto a que este gobierno estaba en contra de la represión a la hora de solucionar conflictos?
Baste recordar que oportunamente se desoyeron sendas órdenes judiciales que pedían desalojar predios tomados por grupos que luego se supo que estaban integrados por punteros oficiales.
Pero no es la primera vez que el kirchnerismo muestra semejante violencia frente al reclamo de maestros. Hace casi 10 años ocurría algo similar en Santa Cruz, cuando municipales de esa provincia junto a docentes ad hoc fueron duramente reprimidos por el ex presidente —entonces gobernador santacruceño—, Néstor Kirchner y su esposa, Cristina Fernández.
El periodista Daniel Gatti lo supo relatar mejor que nadie en su libro El amo del feudo. Debe prestarse atención al minucioso relato, ya que es totalmente revelador, especialmente a la hora de describir el desinterés y cinismo de la entonces pareja oficial:
"El jueves 24 de enero de 2002, se difundió la fecha de la 1ra. convocatoria. Durante los días previos, los llamados telefónicos a las radios alentaban a la movilización de los municipales, a quienes se les sumó el gremio docente y el de los trabajadores del privatizado Banco de Santa Cruz que afrontaban una rebaja salarial. También sectores de la administración pública provincial y del Frente de Unidad Trabajadora.
Con la lentitud santacruceña, el inicio del acto, previsto para las 20:00, terminó produciéndose a las 21:00. Los del Frente de Unidad y los de la combativa Lista Negra, de la Asociación de Trabajadores del Estado, aportaron los equipos de sonido y las cuerdas de seguridad. Ellos tenían experiencia en estos quehaceres.
La policía apostó algunas motocicletas a 100 metros, para desviar el tránsito, y sería su única aparición durante el ciclo de manifestaciones.
Por el micrófono desfilaron trabajadores municipales, vecinos indignados con el intendente, Héctor Aburto, y con sus concejales, representantes de organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, de jubilados, mineros desocupados, médicos que no aceptaron que la Caja de Servicios Sociales les redujera, en forma unilateral, sus acreencias; y, por supuesto, gente apresada en el Corralito.
La moción de seguir manifestando cada viernes, a la misma hora, fue aprobada por 600 personas. También la de constituir una Asamblea Permanente del Cacerolazo, con reuniones abiertas a realizarse en la sede del gremio docente, Adosac.
Cuando alguien nombraba a un funcionario, las cacerolas quedaban abolladas, y siguieron sonando cuando se mocionó marchar a Casa de Gobierno, aunque con recomendaciones de mantener la calma y no provocar algún incidente.
De contramano, por Avenida Roca, de Río Gallegos, la cerrada columna se detuvo en el edificio del Tribunal Superior de Justicia, que tenía una única ventana iluminada, la que ocupaba su titular, Carlos Zannini, el Chino.
Dos ateridos agentes de policía los vieron llegar a la Rosadita, y los escucharon gritar: “Se va a acabar / se va a acabar / esa costumbre de robar”. Otra pareja de policías los escuchó, luego, en la residencia del gobernador Néstor Kirchner, quien como era costumbre en los últimos años, no se encontraba en Río Gallegos.
Adentro de la residencia, la mamá de Kirchner y su hija, no entendían cómo podían ser acusados de semejantes irregularidades. Luego, las familias manifestantes se dirigieron a la intersección de Roca y San Martín, cantaron el Himno Nacional y retornaron a sus hogares para cenar.
Para los canales de TV, la movilización no existió. El diario La Opinión Austral publicó un recuadro. Su rival, Tiempo Sur, le dedicó un mayor espacio ya que sus propios directivos habían participado de la marcha.
La 2da. marcha lo encontró al gobernador Kirchner con más reflejos, junto a Alicia Kirchner y a Héctor Icazuriaga, alias El Idóneo, organizó un acto de desagravio en la puerta de la Rosadita, mientras la marcha cacerolera se aproximaba al lugar, y algunos insultos partieron de las veredas oficialistas, ocupadas por los incondicionales del poder.
La presencia de la guardia civil de Kirchner y de matones en actitudes más agresivas, obligó a los caceroleros a evitar pasar por la Casa de Gobierno, y marcharon hacia las viviendas de los funcionarios y de los comunicadores oficialistas.
Las residencias de Zannini, de Icazuriaga, de Lázaro Báez, del Bicho Ocampo, y del diputado Muratore y Sra. (o sea Laura Ballester, jueza del Tribunal Superior de Justicia), y las sedes de La Opinión Austral, los canales 2 y 9, y la radio y el periódico de Rudy Ulloa, sufrieron escraches.
En cada caso, sin embargo, la gente de la Asamblea protegió vehículos, jardines y viviendas, y sólo permitió algunos timbrazos.
Cada viernes, el panorama era similar. Pero la concurrencia comenzó a menguar por el frío y por la ausencia de los partidos políticos, algo resentidos por la consigna “que se vayan todos”.
También influyó la presencia de la guardia pretoriana de Kirchner, la ausencia policial (en cierta ocasión, durante un escrache a la casa de Icazuriaga, un patrullero quedó frente a una columna que avanzaba; velozmente giró en U y se alejó de contramano), y algunos atentados como el que sufrieron el vehículo y la vivienda del matrimonio Rodríguez Palermo, participante de la Asamblea.
El intendente Aburto se caía por el peso de su propia corrupción, imparable. A días que un escándalo de orden privado terminara con el sostén que le brindaba Kirchner, el gobernador convocó a sus adeptos, incluyendo a los más díscolos, a un acto en el Comando del Frente para la Victoria Santacruceña.
Unas 600 personas se reunieron para escuchar a Kirchner, aunque en la prensa se afirmó que eran 1.500; y algunos colaboradores del gobernador dejaron filtrar fragmentos del discurso, amenazador hacia los caceroleros.
Recuerdo haber tenido una copia en mis manos y discutir si convenía o no poner la cinta en el aire, lo que finalmente hicimos en A los Cuatro Vientos, por FM Abril, porque las amenazas y la incitación a la violencia tenían una entidad superior a cualquier operación de prensa, cuando provenían de la boca de Néstor Kirchner: “¿¡¡Cómo puede ser, compañeros!!? Que los compañeros, a veces, se queden callados y permitan este tipo de cosas. ¡¡Hay que salir a defender!! No podemos permitir que agredan la municipalidad ni más ninguna estructura que corresponda a nosotros. Somos muchos, salgamos a la calle ¡¡y se terminó con este tema!! (...) pero tenemos que salir con todo. ¿Cómo vamos a permitir que haya 4 ó 5, esos dirigentes del FUT que sacan 200 votos por elección, o cuatro tipos que no representan a nadie, que salgan a descalificar y a agredir? ¡Compañeros! No hay que permitir este tipo de cosas. ¡¡Hay que defender con fuerza y con orgullo!! Basta. Si van a ir a la casa de un compañero a agredirlo o a molestarlo, vamos a ir 200 ó 3000 ó 500 ó 1.000 a la casa de ellos, esto que quede absolutamente claro”.
Los funcionarios con militancia anterior, miraban burlones.
Kirchner siguió: “¿¡¡Cómo puede ser que ustedes!!?... Justo yo me fui a Calafate... pero ¿cómo puede ser?... “
Ya había hablado del Frepaso, de la UCR y del FUT, pero decidió una vuelta de tuerca: “Se terminó, compañeros. ¡Tenemos que salir al frente! Si son 100, nosotros vamos a ser 2.000 ó 3.000. Pero, ¿cómo puede ser, compañeros, que nos dejemos atropellar así? No se puede mirar al costado en este tema. ¡Tenemos que estar todos juntos! Yo se los pido, encarecidamente”.
Las amenazas de Kirchner provocaron muchos comentarios. Los abogados Dino Zaffrani y Javier Pérez Gallart, se presentaron ante la justicia con gente de la Asamblea Permanente del Cacerolazo, denunciándolo por incitación a la violencia. La causa fue a manos del juez Santiago Lozada, quien la envió al fondo de sus archivos.
Luego, los domicilios de los dirigentes del Frente de Unidad Trabajadora fue el tema que abordaron unos volantes anónimos, con fotografías de viviendas y recibos de salarios de Miguel del Plá y de Ricardo Mercado, y de sus esposas.
La municipalidad, el Consejo Provincial de Educación y la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Cruz, encargaron a distintas imprentas su propia versión. El costo no fue elevado ya que, al menos dos imprenteros que sostienen su actividad con trabajos para el Estado, los hicieron sin cargo.”
Concluyendo
Lo ocurrido con los docentes de Santa Cruz no es la única muestra del falso progresismo de los Kirchner. En este medio se han desenmascarado veintenas de situaciones que muestran la real cara del oficialismo.
Lo más triste no es eso, sino que seguirán ocurriendo graves hechos que serán pasados por alto por aquellos que insisten en sostener la falacia de este “modelo”, especialmente los medios de prensa alcahuetes.
Para estos, los fondos de Santa Cruz nunca fueron robados, ni los aviones de Southern Winds llevaron cocaína a España; mucho menos el Indec ha osado mentir con sus mediciones.
Ese ocultamiento —no sin una buena dosis de “realidad paralela”— es el que permite que Cristina ostente los niveles de aceptación que hoy muestra en las encuestas.
Es parte de la hipocresía oficial que, más temprano que tarde, nos costará muy caro a todos los argentinos.