El oficialismo sueña con alcanzar un 40% en las elecciones de octubre próximo para —especulando con sacarle 10 de diferencia al segundo— poder esquivar el ballotage y retener el gobierno. Así instalaron hace ya un tiempo el divertido proyecto "Cristina ya ganó", utilizando la innumerable cantidad de medios de comunicación que controlan para “engrupir a la gilada”… lástima que la gilada también vota, y para colmo, vota en contra.
Hemos llegado a ver hace un mes una ronda de “encuestadores prestigiosos” donde se aseguraba que Cristina Fernández ganaba en primera vuelta con más del 40% y uno que hasta dijo “y no descartamos que pueda llegar al 50%”... (No comments).
Los errores de Cristina
Dijimos alguna vez que el kirchnerismo había muerto el 27 de octubre de 2010 con la desaparición física de Néstor Kirchner. El líder que luego de fallecido intentó ser convertido en una suerte de prócer nacional y latinoamericano, y que, paradójicamente, en vida llevaba a su sector derecho a una derrota segura. Y a partir de ese momento todo fue error desde el gobierno.
Cristina Fernández dilapidó fortunas incalculables en hacer publicidad dirigida de manera amateur porque siempre se enfocó hacia la tropa propia; parece mentira que nadie le haya advertido que no hacía falta convencer al que ya estaba convencido.
El descontrol que se provocó desde la muerte de Kirchner y que continúa hasta el presente, hizo que paulatinamente debieran sacar de escena por impresentables a los sindicalistas aliados, y dejar en el olvido causas no tan viejas como el operativo Papel Prensa, del que ya pocos se acuerdan, recibiendo posteriormente el mazazo del resultado negativo del cotejo de ADN de los hermanos Noble Herrera, y debiendo sacar también de la search light a las Madres de Plaza de Mayo y a Schoklender, en secuencias que debilitaron notablemente la condición de campeones de los derechos humanos que ellos mismos pretendieron arrogarse.
Moyano, Bonafini, Pedraza, Verbitsky, Aníbal, Carlotto y varios más ya no pueden hablar porque cada palabra suya resta votos. Sin contar la manito de brea que les dio el aliado Fito Páez desde Página/ 12.
Hasta los intelectuales de Carta Abierta comenzaron a desperdigarse al tomar conciencia de que todo está muy lindo, pero la gente vota a otros.
Otro grave error de Cristina fue la desperonización de su sector y la importancia brindada a La Cámpora, notablemente definida por Jorge Asís como “una agencia de colocaciones” para jóvenes de primer empleo.
La designación de Amado Boudou como candidato a vicepresidente (en un decadente show televisivo) no fue bien vista prácticamente por nadie, empezando por la izquierda propia que no termina de digerir al ex UCD.
Cristina debía aumentar su caudal de aliados y lo que hizo fue precisamente todo lo contrario. Se encerró con los suyos, blindó el mensaje, y no atrajo a ningún ajeno.
Volviendo a las elecciones
Desde estas páginas virtuales varias veces hemos cuestionado la validez del concepto “ya ganamos”, tomando como referencia las elecciones de 2009 cuando el oficialismo obtuvo a nivel nacional apenas un 30%.
Con la enorme lista de desastres perpetrados en estos dos años, con toda la corrupción revelada, con la desaparición del auténtico líder y conductor de ese espacio, con las desventuras cotidianas como el escándalo Schoklender - Bonafini, ¿cómo podría Cristina Fernández no sólo alcanzar lo obtenido en 2009, sino aumentarlo incluso en un 10% más?
A la luz de los resultados que se vienen registrando en las elecciones provinciales, todo parece indicar que el oficialismo hoy está mucho más cerca del 30% que del 40%, esto será verificado o desmentido en las primarias de agosto. Pero se perfila que en distritos tan importantes como Capital, Córdoba y Santa Fe, entre otros, el kirchnerismo sufrirá derrotas contundentes en octubre, y por cada distrito donde pierden aumenta entonces la necesidad de hacer más y más diferencia en la provincia de Buenos Aires.
Ahora en la provincia - país (Buenos Aires) necesitan obtener una diferencia sustancial para compensar tanta derrota, y da la casualidad que allí competirán los mismos candidatos que en 2009, Francisco de Narváez, (esta vez en alianza con la UCR y otros partidos), y Daniel Scioli, quien fuera candidato testimonial (es decir, falso candidato) en 2009 detrás de Néstor Kirchner.
Se plantean algunas incógnitas pues:
Los bonaerenses que votaron a De Narváez en 2009, ¿tendrán algún motivo para cruzar de vereda dos años después y votar a Cristina - Scioli, Cristina - Sabatella o Cristina - cualquier otro?
¿En cuánto necesitará mejorar el kirchnerismo bonaerense su 32% de 2009 para compensar el total país y quedarse con la reelección evitando el tan temido ballotage?
¿Cómo se explica la paradoja de que el kirchnerismo termine dependiendo del menos kirchnerista de sus dirigentes, tal como es Daniel Scioli, un conductor de lanchas que trabaja de candidato a lo que sea y con quien sea para ser funcionario público?
¿A qué se le puede llamar hoy "kirchnerismo" entonces? ¿A Cristina Fernández?, ¿a un puñado de viejos amigos y la agrupación juvenil La Cámpora? Parece poco para aspirar a mejorar en un 10% la performance de dos años atrás.
Lo que se advierte
La realidad es que lo que se viene verificando hasta el momento es una especie de reiteración del 2009: con distintas alianzas y actores mezclados, el autotrol dice que siete (o más) de cada 10 ciudadanos votan en contra del Gobierno.
La decisión de Cristina Fernández de desperonizar casi completamente a su sector le está mostrando una consecuencia de manual: los peronistas no la votan.
En Capital la derecha macrista le ganó por 20 puntos al socialismo marxista; en Santa Fe los socialistas moderados le ganaron por otros 20 puntos a los socialistas marxistas con la careta de Agustín Rossi.
¿Existe la posibilidad de que aparezca Leon Gieco a decir que le dan asco la mitad de los santafesinos?
¿Se dará cuenta realmente Cristina Fernández que cerrarse en su grupo de viejos setentistas y jóvenes guevaristas fue un error descomunal? ¿Se habrá creído ella misma la mentira setentista de que el pueblo apoyaba mayoritariamente a aquellos “jóvenes maravillosos”? Porque una cosa es relatarles a los más jóvenes una historia parcial y sesgada, pero muy diferente es pretender borrar la memoria colectiva y además convertirlo en votos.
Mauricio Macri se está llevando los laureles por la desazón cívica que requiere siempre de alguien en quien creer, y se erige como un dirigente mucho más importante de lo que en realidad es. Simplemente estuvo en el lugar indicado en el momento preciso. Hombre afortunado el imitador de Freddie Mercury.
Por último, el escenario de tercios parece haber retornado ya casi sobre las primarias. Un sector de centro derecha cuyas cabezas visibles sean probablemente Macri y Duhalde, otro de centro izquierda que probablemente se encolumne detrás de Alfonsín y Binner, y el kirchnerismo con sus carencias y errores a cuestas que llega cada vez más golpeado y confuso.
El 14 de agosto los candidatos doblarán el codo y entrarán en la recta final. A partir del 15 se blanquearán las alianzas definitivas, y habrá que ver cómo juegan publicitariamente De Narváez, Macri y Alfonsín en la Provincia de Buenos Aires. Todo el mundo sabe que esa es la cancha donde se juega la final, pero ninguno puede arrogarse la localía.
Desde los fríos números, estar arañando el 30% pone al kirchnerismo en lo que cualquier oficialismo normalmente tiene, que ronda el 26%. Pero desde lo práctico, eso se llama ballotage y los saca del poder en octubre próximo; probablemente también los extinga.
Si el 14 de agosto Cristina Fernández no supera el 34% en el total país, probablemente asistamos a una serie de desesperados movimientos de toda índole, y hasta a decisiones sorprendentes.
Desde lo que se aprecia hoy… nunca menos.
Fabián Ferrante