A la luz de los resultados de las elecciones primarias, se puede decir que la voluntad expresada a favor del FPV por la mitad de los argentinos, nos anticipa la posibilidad de que en las próximas elecciones se termine consagrando un sistema de partido único.
No es ajena a este resultado la utilización que el gobierno nacional ha hecho del aparato estatal y la falta de unidad de las fuerzas de oposición. En efecto, el oficialismo nunca es un competidor más, pero si a su natural posición de poder se agrega la utilización indiscriminada del Estado con fines proselitistas y la violación sistemática de las normas electorales, la ventaja en su favor se torna excesiva. Más aún, cuando las fuerzas de oposición, por primera vez en la historia, se ven limitadas por vías legales en el gasto y la recaudación, y por tanto, en la difusión de sus ideas. Limitación que sería justa, si el oficialismo se amigara con la ley. Pero eso todavía no ocurrió, ni parece que vaya a ocurrir.
Las fuerzas opositoras, por su parte, parecen no haber comprendido que lo que está en disputa es el Estado de Derecho, las instituciones republicanas, el respeto a
Importa pasar por alto que si no se respetan las reglas de juego de
Por otra parte, mientras algunos adoptan miserables actitudes de conservación política, el sistema de partido único, corrupción y autoritarismo se consolida de hecho y quizá de derecho, si prosperara la idea oficialista de modificar
“¡Qué no nos una el espanto!”, proclamó una candidata opositora, pero no es el espanto sino
“Triunfo aplastante”, proclamó el Gobierno. Y de confirmarse las tendencias de las primarias en las próximas elecciones generales, no sólo la oposición será aplastada, también será aplastada
José Magioncalda