Todos los argentinos sabemos que nuestro país es un país favorecido y bendecido por El Creador. Es el octavo país en el mundo en cuando a tamaño. Su enorme extensión geográfica, comprende la mayoría de climas del mundo y diferentes conformaciones topográficas, desde una enorme cordillera con las más altas montañas de la Tierra, una inmensa y fértil pampa húmeda hasta un extenso litoral marítimo con una gran plataforma submarina.
De acuerdo al más reciente informe del Fondo Mundial para la Naturaleza Argentina es el noveno país (entre más de 150) con mayor riqueza y biodiversidad natural.
También las riquezas de su subsuelo son inmensas. La ausencia de conflictos religiosos, raciales u de otro tipo aunados a las características propias del ciudadano argentino hace que la Argentina pueda considerarse un lugar verdaderamente privilegiado en este mundo cada vez más conflictivo.
Según algunos analistas, nuestro país podría albergar y dar de comer a unos 400 millones de habitantes sin mayores problemas. Y es muy probable que sea así.
En el año 1915 se decía que la potencialidad de la Argentina era tal que nuestro país en pocos años, iba a ser el competidor natural de los EE.UU. de Norte América.
Pero la dura realidad actual es muy diferente. Los argentinos, a partir del año 1930, fuimos involucionando con el transcurso del tiempo y retrocediendo en el concierto de las Naciones.
Desde ese año todos los gobiernos, en mayor o menor medida han colaborado en ese retroceso.
Equivocadas medidas gubernamentales. Erróneas medidas políticas y económicas. Y perdidas de oportunidades favorables en la económica mundial.
El gobierno de la dinastía de los Kirchner incurrió en las tres posibilidades mencionadas.
Después de la enorme crisis del 2001 que dejó como consecuencia más del 50 % de la población bajo la línea de pobreza, el efecto rebote y algunas medidas económicas elementales permitieron remontar este lamentable y negativo record.
El país empezó a crecer desde el año 2003 con tasas muy altas similares a los países asiáticos. Pero ese crecimiento no se tradujo en desarrollo o un mayor bienestar general sustentable.La holgura económica de la cual disponía el gobierno fue pésimamente malgastada.
Más que malgastada, dilapidada en un verdadero festival populista y demagógico. Muy poca inversión, enormes subsidios generalizados, aumento del gasto público, publicidad y propaganda partidaria y planes sociales de todo tipo y color.
Y sumado a esta verdadera calamidad nacional, una corrupción estructural generalizada cuyo ícono más evidente y visible es el escandaloso crecimiento de la fortuna personal de la presidente, la Sra. de Kirchner y muchísimos de sus funcionarios más allegados.
En este lamentable contexto el índice de pobreza para algunos analistas estaría ahora entre el 25 % y el 30%, pero para otros en cifras cercanas al 4o%. (ref.1).
Agrava la situación el enorme porcentaje de trabajadores no registrados, sin prácticamente ninguna cobertura social de ningún tipo.
A lo largo y ancho de todo el país se ve miseria y pobreza similar a los países más postergados de África con carencias de todo orden. El aumento de las villas de emergencia rodeando a los centros urbanos más importantes, desmiente categóricamente la disminución de la pobreza e indigencia que proclama el gobierno permanentemente.
Buenos Aires y principalmente la Capital Federal y su conurbano pese a ser los lugares más ricos del país, concentra el mayor número de la migración interna.
“La población que habita en medio de la exclusión y la pobreza creció un 55% desde 2001, aunque los mayores incrementos se dieron en los últimos 5 años. En números, suman más de medio millón las familias que deben enfrentar diariamente la falta de recursos, la marginalidad, las drogas y los delitos, entre otras carencias y dificultades por vivir en medio de la pobreza, la indigencia y precarias casillas”. (ref.2)
En los últimos cinco años se sumaron 90 villas y asentamientos nuevas en Buenos Aires.
Fotos satelitales obtenidas muestran claramente el substancial incremento de las villas existentes en los últimos años.
La “eficiente” gestión gubernamental de Jorge Capitanich, gobernador de la provincia del Chaco, uno de los incondicionales satélites de la presidente Cristina, es la que más personas deriva al conurbano bonaerense.
En definitiva, la Argentina este paraíso que Dios nos dio, tan privilegiado por la naturaleza, se va llenado de pobres y miseria creciente, pese a los enormes recursos existentes.
La clase media que fue una característica distintiva de este país va disminuyen do aceleradamente por los errores y pésimas políticas gubernamentales.
El gobierno mantiene, a duras penas la paz social, ante los tormentosos y turbulentos tiempos que se avecinan y que ponen en peligro la misma existencia del país, mediante un efímero plato de lentejas que muchos argentinos aceptan pasiva e irresponsablemente.
El crecimiento de la economía por ocho años continuos obnubiló al gobierno, que despreció las enormes posibilidades que presentaba las favorables condiciones de la economía mundial para el despegue que nuestro país espera después de tantos años.
Nuevamente la Argentina, por la pésima dirigencia política, en su desaforada soberbia y cerrado autismo, pierde una oportunidad única al dejar pasar de largo, el tren de la Historia que nos hubiera llevado a la prosperidad y al bienestar que tanto anhelamos.
Alfredo Raúl Weinstabl
Notas: Los índices de los parámetros socio-económicos de la economía nacional están todos tergiversados porque el gobierno utiliza los que se despareden de los valores de un INDEC que a todas luces es más del 50% menor al real. Diario “La Nación”.