El respaldo político que se presume tendrá el domingo Cristina Kirchner será el aval para "profundizar" el modelo productivo, pero además una inmejorable oportunidad para enfrentar las tensiones que amenazan la economía, con la crisis mundial como telón de fondo.
Con el resultado en la mano, Cristina empezará desde el lunes a desandar un camino sinuoso tanto en el aspecto económico como político y con un frente internacional cada vez más complicado y adverso.
El apoyo electoral será un espaldarazo que le dará margen para generar cambios en el timón económico y enfrentar cuestiones clave: dólar, inflación, Brasil, reclamos salariales, tasas de interés, subsidios, cuentas públicas, para enumerar sólo algunas.
En el Gobierno saben que para superar estos desafíos será necesario contar con apoyo popular, pero también con el respaldo empresarial y bajar el ritmo de enfrentamiento con la oposición y hacia allí estuvieron dirigidos los últimos discursos de la titular del Ejecutivo.
"No le guardo rencores a nadie. Las cosas que me han pasado me obligan a abrirme cada vez más, a tender la mano, a superar las diferencias", dijo Cristina en el acto de cierre de la campaña preelectoral.
Debe contar con el mayor consenso posible para intentar poner límites a los embates sindicales que se vendrán en los próximos meses, que intentarán conseguir aumentos salariales superiores al 20 por ciento.
La salida de dólares y el recalentamiento en las tasas de interés también deberán ser prioritarios a la hora de tomar medidas urgentes.
Desde las más altas esferas oficiales sospechan que las presiones cambiarias continuarán en los próximos días y que el Central tendrá cada vez más complicaciones para frenar una suba en el tipo de cambio.
Sin mucha ortodoxia, el secretario de Comunicación, Juan Manuel Abal Medina, reconoció en un programa de canal 7: "Hay un run run en ese sentido. Hay que estar preparados".
Hasta ahora, el "poder de fuego" de la entidad que comanda Mercedes Marcó del Pont no tuvo mayores dificultades para tener a raya el billete norteamericano.
Actualmente y por cuestiones estacionales, el Central es el único abastecedor de dólares ya que los exportadores recién volverán a liquidar billetes el año próximo.
En los últimos días, el costo del dinero que se prestan los bancos registró un fuerte aumento, producto, en parte, de la decisión de ANSeS de retirar depósitos de entidades privadas para redireccionarlas a bancos públicos.
Un recalentamiento de las tasas interbancarias, si se mantiene en el tiempo, podría derivar en una suba en los intereses que los bancos les cobran a sus clientes y reducir el volumen de créditos.
Por otra parte, si el Banco Central decide dejar flotar libremente el dólar, en el Gobierno especulan que, más allá del atraso cambiario, la escalada en los precios sería mayor que el actual.
Nadie en el Palacio de Hacienda evalúa esa posibilidad: la idea es la misma, permitir mini-devaluaciones para que ese reacomodamiento impacte lo menos posible en los precios, pese a que en el exterior ya se pacten negocios para enero a 4,51 pesos por dólar.
Otro punto que la Presidenta no podrá eludir es el dificultoso entramado que tienen los subsidios estatales para evitar que suban las tarifas de los servicios.
En este sentido, las asistencias estatales crecieron casi un 60 por ciento en un año y ya treparon a 51.690 millones de pesos, un elevadísimo costo para las arcas públicas.
En los aspectos macroeconómicos, las cuentas públicas están levemente en rojo pero controladas; el intercambio comercial sigue siendo superavitario —pese a una sensible disminución mensual— y consumo mantiene su fortaleza.
Algunos economistas aconsejan realizar un "service" al modelo para corregir desajustes, pero igualmente reconocen que ni la situación financiera internacional, ni el aumento en el gasto público mellaron la fortaleza del plan oficial.
De última, admiten, si se compara la situación nacional con la internacional no es para preocuparse demasiado: en el mundo reconocen que podrían entrar en recesión y la Argentina sigue creciendo al 9 por ciento anual —según el INDEC— y más del 5 para las estadísticas privadas.
Argentina y el preocupante clima externo
El cambiante clima internacional es sin dudas un dolor de cabeza pero también puede convertirse en una excelente oportunidad porque en medio de la crisis, la Argentina vende alimentos y los alimentos no dejarán de comprarse.
¿Podrá alegarse que la soja-dependencia de la Argentina es un riesgo para el país? Es cierto, pero si bien el precio de la oleaginosa bajó en forma preocupante, comenzó a recuperar terreno (actualmente está en 460 dólares la tonelada) y sigue siendo un negocio redondo para productores y un ingreso vital para el Estado.
Todo indica que los vaivenes en los precios de los commodities que más vende la Argentina continuarán, pero no al punto de convertirse en una situación crítica que ponga en jaque a productores y afecte los ingresos por retenciones.
Para focalizar los puntos en los que la Presidenta, con la reelección consumada, tendrá que prestar atención pasan fundamentalmente por: el dólar y el retraso cambiario, la endémica inflación y el enigma de Brasil y el impacto que podría tener la crisis mundial.
A partir del domingo comenzará a correrse el telón de una nueva etapa repleta de desafíos y de algunos riesgos.
Guillermo Malisani
NA