Pareciera mentira que a tan solo una semana de haberse producido la reelección de la presidenta Cristina Elisabet Wilhelm de Kirchner y la re-reelección del denominado “modelo”, todo ello salpimentado con un dibujado 54%, el Gobierno no solo aparece a la defensiva, sino con muy pocos signos de certidumbre.
Comienza una semana con restricciones que de seguro prometen no ser las definitivas ni las únicas, dado que se apuntan los tiros hacia el cielo en vez de hacia la inflación, el gasto desmesuradamente alto, el modelo de subsidios cruzados a troche y moche, y el escándalo de una emisión monetaria incontrolada.
Pero, ¿cuáles son, en el bosque de problemas, los más interesantes a observar? ¿Cuales determinarán o podrán hacer prever los pasos arriesgados de un 2012 que viene más que movido? Veamos:
Primero, la política (ya no es igual)
Sin observar la sensación de incertidumbre ante la falta de reuniones de gabinete inexistentes ya en la era de Néstor —costumbre seguida tanto por la actual Mandataria, sus ministros y secretarios— es importante indicar algunos cambios y cuestiones que ya llamaron la atención a los periodistas acostumbrados a seguir a la faraona del Calafate y su séquito.
El funcionario del Banco Central, Miguel Pesce, un radical K, se largó en las últimas horas a opinar sobre el dólar, las reservas y las conveniencias o inconveniencias de conseguir dólares y eventualmente atesorarlos.
En épocas de “él”, Pesce hubiera salido en 15 minutos volando por una ventana hacia la nada de la política. En este punto hay que prestar atención que quizá los radicales K sean los más convencidos del “modelo”, el cual representa para ellos lo que fueron incapaces de hacer cuando gobierno, los manejos autoritarios, estalinistas y setentistas, les llega a lo más profundo del corazón. Ellos tienen la peligrosa fe de los conversos.
Habrá muchos “Miguel Pesce” en el futuro, la soga de acero irá soltándose, posibles partimientos expectantes justificarán las mendacidades y “felpudeces” de muchos que se mantuvieron, de manera harto hipócrita, bajo el “paraguas de votos” y que pretenderán abalanzarse con cuchillos amenazantes hacia el control de reconcentrado poder de la dama, para ver si es de ellos, esta vez, el cetro.
Otro dato que se venía verificando en el último año y se confirma en esta semana furiosa de eventos económicos, es la influencia mayúscula de Amado Boudou en todo tema que, aunque sea tangencialmente, roce su cartera.
Cristina no parece muy convencida en experimentar la economía como lo hacía su cónyuge. Así Boudou prevalece por sobre todo el gabinete, confronta con Mercedes Marcó del Pont, posterga a Diego Bossio y Ricardo Echegaray, y construye la palabra de los ignotos Cámporas — juveniles ecónomos, rasputines en ciernes del universo oficialista de la primera línea de trincheras—, al punto de no estar, el marplatense y ex Director de Hacienda del Municipio Urbano de la Costa, muy convencido de ir a “tocar la campanilla” como Presidente del Senado.
Así, el verticalismo extremista a mano de hierro que el matrimonio feudal de Santa Cruz supo imponer primero a la plebe cruceña, y luego a la nueva argentina nacida en 2003 —esa en donde antes arrojábamos piedras, y en donde ahora estamos superando a los países ex del primer mundo— se viene devaluando, aunque sea, en lo temático. Cristina no solo no sabe de economía, tal como Néstor no sabía, sino que se da cuenta de ello. (Néstor, creía que sí sabía, y no se daba cuenta que era un neófito en la materia).
Así, la primera mandataria ha asumido la no conducción de algunas áreas y se reservará su dura vara para la conducción vertical del movimiento cristinista, ello en las largas tertulias de Olivos, esas estudiantinas de noche-madrugada tan parecidas a los cuasi adolecentes plenarios universitarios.
Fantasmas y mitos productivos, corrida cambiaria, riesgos bancarios
Otro de los temas que no serán nunca más iguales, es la nueva realidad económica. La corrida cambiaria amenaza con transformarse en una corrida bancaria, sí y solo sí, las relaciones de producción por una parte, o las medidas descabelladas por la otra, amenazan la continuidad del mentado modelo, que a la vista, ya es evidente que no es ni de “matriz diversificada” ni tampoco “inclusivo”. La desaceleración es un hecho sin plan B a la vista.
La desaceleración de la producción está siendo agotada por los mayores costes y tributos, encarecida en dólares, con niveles de productividad cada vez peores, ello aún con mercados abiertos en lo externo para la colocación de productos primarios locales, posibilidades ciertas con las que jamás el país gozó, dan una expectativa de regresividad inminente y una sensación de oportunidad tirada al tacho.
La falta de inversión y empleo —disimulada tras la verdadera matriz que es la de subsidios— traza un paralelo con la falta de productividad, salvo en las exportaciones que ahora el gobierno también empieza a restringir (su verde cobro), la soja, químicos, minerales y petróleo, que, junto al alicaído e improductivo mercado automotor, representan el 80% de las exportaciones, o sea una matriz nada diversificada.
Resulta que la plata se acaba, los subsidios nos tapan y el mercado reacciona fugando capitales a un ritmo ascendente. No hay matriz diversificada, los dólares hay que liquidarlos acá, en consecuencia, resulta ello un nuevo impuesto de entre 10% a 12%, impuesto consistente en poder fugar dichos dólares a través de la operatoria “contado contra liqui”, consistente en pagar en las “cuevas” por bonos que sí se pueden liquidar, en 72 hs, esta vez, en el exterior. Por esta maniobra, el verde billete colocado en una plaza segura (Montevideo, Caimán, NY) cuesta entre $ 4,70 y $4.80. Pavada de negocio de los operadores. Mientras tanto el “chiquitaje” no solo compra dólares, sino ha retirado buena parte de los plazos fijos en dicha moneda, o, exigiendo altas tasas en aquellos nominados en pesos —en grandes números, los intereses oscilan entre un 15% a 18% para el pequeño, al 21% al 23% para el gran inversor—.
El aumento de las tasas representa un fenómeno de blanqueo de la realidad económica. En primer lugar, el plazo fijo acompañará, cuanto menos, la inflación (tasas positivas).
Las tasas activas (lo que los bancos cobran) se transforman en cada vez mas inalcanzables para las empresas (nula rentabilidad) y los consumidores (menos financiabilidad).
Las altas tasas repercute en la actividad económica y en la destrucción de puestos de trabajo genuinos (genuino: En el sector privado no subsididado).
Todo lo anterior, con la obligación del Estado de defender las reservas como única garantía del público respecto del valor del peso, y el dólar retrasado como única variable de contención de la inflación, que, sostenida, sigue en el orden del 2 o 3% mensual, mayormente por la brutal emisión que el Estado (que maneja así el “modelo”) genera en lo local para sostener el sistema de subsidios varios y cruzado, prebendas, jubilaciones sin aportes, parate en la producción energética, y otros desaguisados varios del “modelo”.
¿No es justo querer mantener el valor de lo de uno? ¿O acaso por querer comprar dólares con los pesos que nadie nos regaló, somos destituyentes o saboteadores del “modelo”?
¿Corrida bancaria?
En principio, no debería haber un estampido bancario, como si lo hay en el sector cambiario, de hecho, los bancos y sus subsidiarios están haciendo un pingue negocio con el mismo.
Grandes, medianos y pequeños poseedores de pesos quieren mantener el valor de sus ahorros que parecen atacados por un valor ficticio del dólar en el orden de $4,26 $4,27.
Todos saben que nunca más el dólar valdrá eso, al punto que los mismos funcionarios que elaboraron el presupuesto enviado al Congreso de la Nación hablan de un dólar de $ 4,50 para el verano… en conciencia nadie va a querer, en esta plaza inundada de pesos, que se emiten como los billetes del famoso, y nunca bien ponderado juego “El Estanciero”, si es el mismo mercado y gobierno que aseguran que la moneda vale, cuanto menos un 5% o 10% menos de lo que se puede comprar.
Cualquier comparación con la “tablita” de Martínez de Hoz o los nefastos años ´80, es mera imaginación del lector.
Ahora bien, en principio lo bancos nunca ganaron más dinero que en este “modelo”. También el “modelo” habilitó la desregulación del crédito, con la excusa de fomentar el préstamo de consumo, y se permitieron verdaderas cuevas de usura (cientos de tarjetas de consumo que incentivan la inflación cobrando escandalosos intereses usurarios que en algunos casos llegan al 100% anual, sin control alguno, aprovechándose de los más humildes, jubilados, empleados, obreros).
Los bancos y las cajas de crédito también alientan la compra de dólares para sí y para sus propios clientes.
Las empresas concesionarias del Estado han sido en algunos casos, por el mismo Estado, autorizadas a emitir sus ganancias al exterior, obviamente, en moneda fuerte. Las empresas, guardan valor en moneda fuerte.
Las petroleras, algunas relacionadas con el “sistema” de empresarios privilegiados K, han sido descalificadas en las últimas horas, por las calificadoras de riesgo, precisamente, por no poder liquidar en el exterior… y en consecuencia, deben comprar bonos, contra liqui… el nuevo impuesto al fugador.
El aspecto tributario
Otro aspecto tan importante como el cambiario es el arrastre de los déficits provinciales (las provincias están quebradas) al punto que la inviable provincia de Buenos Aires ha de afrontar no solo los royalties que Monsanto a decido cobrarle a la poco seria Argentina —según solicitada que la misma Monsanto practicó en todos los medios masivos este fin de semana— en donde se decidió a cobrar cuantiosas sumas por lo que nunca le reconocieron (la peligrosa soja transgénica de la soja y otros cereales/oleaginosos), sino porque “Buenos Aires, la Provincia” ha de encarar el 2012 como el año del apriete fiscal.
Así, según una nota del diario oficialista y gratuito, El Argentino, de la semana pasada, la inefable y litigiosa ARBA ha decidido avanzar sobre el derecho de propiedad consagrado en el Código Civil, intimando “a la venta de los baldíos”. Tras esta excusa, ARBA pretende no solo cobrar los tributos impagos sobre tierras baldías, sino impulsar la baja del valor de la tierra y el direccionamiento de las inversiones inmobiliarias hacia su territorio.
Las grandes constructoras aún ven mejor (por los mayores costos) invertir en los barrios “top” de la Capital o Puerto Madero, a hacerlo en Lomas de Zamora, San Martín, Quilmes o La Matanza.
Una baja significativa de los costos en los terrenos “baldíos” los orientarían (a los desarrolladores) a ver estos emprendimientos para sectores menos pudientes, o sea, no a los que pueden pagar U$S 3.000 en puerto madero.
El inefable Alejandro Arlía justifica esto con los mismos argumentos contrarios a los que se propone “combatir”, supuestamente, al decir que los dueños de baldíos hacen especulación, cuando todo el mundo sabe que la especulación la hacen —la gobiernan— los mismos desarrolladores inmobiliarios.
La realidad es que “Buenos Aires, la Provincia” es uno de los distritos con tributos más altos, no solo nominalmente sino, más aún cuando los comparamos con los pésimos servicios, mala administración, la educación es impresentable, y demás “prestaciones” de la administración provincial… y ni miremos a la famosa “Bonaerense”.
En ese contexto, para Arlía —que ya no puede revaluar mas, ni aumentar tasas porque sería un escándalo— se le ocurre atraer inversores (grandes pulpos inmobiliarios) apretando a los que tienen terrenos.
¿Y el derecho de propiedad?
Bien, gracias, es solo una “variable” que analizan los jerarcas de La Plata, una administración que gasta mucho, mal, no capacita a su personal, y no brinda servicios adecuados a sus habitantes, en especial, a los del Gran Buenos Aires, distritos saturados e imposibilitados de recibir el alto impacto de torres, fenómeno que estuvo ocurriendo en Capital Federal, algo impensado que se intente en el GBA, distritos carentes hasta de calles, avenidas, espacios verdes.
Scioli y Arlía deberían pensar en reclamarle a la Nación toda la coparticipación que le fuera recortada a la provincia, en su momento, los recursos federales que le son negados, la contabilidad “creativa” que hace la Nación, mientras las provincias (y sus chupamedias funcionarios) hacen de felpudos del poder de “ella”, en vez de andar apretando por donde el piolín es angosto, o sea los ciudadanos que tienen terrenos como manera de resguardar sus ahorros, en especial, ante una economía tan inestable, sin moneda, sin dólares, en ascuas.
Corolario
Los resultados electorales se producen cada dos años. Los mercados, votan todos los días.
Las indefiniciones respecto de la continuidad del gabinete ha producido la necesidad del equipo económico del electo vice Boudou de ponerse a la defensiva de las escasas reservas reales y líquidas (billetes) que existen en la Argentina, que rozarían los 12.000 millones, y están siendo “quemadas” muy rápidamente a un ritmo de U$S 3.500 a U$S 4.000 millones por mes.
Si bien es cierto que durante los meses de enero y febrero bajará dicha demanda de dólares, también es cierto que los recursos externos (no los tributarios internos) se producirán con las cosechas de marzo/abril, una ventana bastante amplia.
Por último, si bien el sistema bancario es fuerte, nada indica que los depositantes, muy escaldados y memoriosos por los sucesos del 2001, no retiren (desensillen) sus recursos “hasta que aclare”.
Ya Venezuela ha decidido repatriar sus reservas en metálico (oro) y también a nacionalizar el producido de dicho metal, algo que parece muy lejano en una Argentina de la Barrick Gold, esa Argentina necesitada, que pretende un guiño de Barack Obama en la prometida reunión de esta semana, dado que la posibilidad que más garantía daría al mercado es la confirmación del reingreso de nuestro país a los mercados globales, cosa que por ideología no ha hecho y que le impidió gozar en estos últimos años, de créditos amplios y casi sin intereses, cosa que sí hicieron Colombia, México, Chile y Brasil (sí el Brasil de Lula, el que crecerá más que nosotros).
El caso de México, es el más significativo: cien mil millones a devolver sin intereses.
¿No tranquilizarían estos fondos los reclamos de divisa?
¿No vivimos, acaso, una ocultada (desde el “relato k”) una falsa convertibilidad, un globo de consumo a explotar?
Y todas estas (aquellas) oportunidades para la región, y expectativas malogradas para nosotros, son responsabilidad exclusiva del mentiroso Néstor Carlos Kirchner y su falsa ideología y su proyecto de poder (no de país), y su mentado “modelo económico”, hazmerreír en cualquier foro internacional.
José Terenzio