Podríamos comenzar este informe preguntándonos lo siguiente: ¿Cómo es posible que, a menos de una semana de haber ganado Cristina las elecciones de manera tan contundente, la respuesta de los mercados sea tan adversa y se tengan que tomar medidas para evitar la fuga de capitales y el aumento del dólar?
Es muy simple, pero primero debemos dilucidar quiénes y por qué la votaron.
En primer lugar, y por sobre todas las cosas, Cristina ganó gracias a Néstor. Lo dijo ella bien clarito: “Sin él, hubiese sido imposible llegar hasta acá” y esto es cierto a medias, porque en el sentido en el que lo quiso decir
Recordemos que, un día antes del fallecimiento de Néstor, la imagen positiva del Frente para
O sea, primer punto, el voto lástima, y le guste a quien le guste o no le guste a quien no le guste, esto es así de simple.
En segundo lugar, y no menos importante, otro factor determinante fue el mamarrachesco desempeño de la oposición toda, más ocupados en ver como podían hacer alianzas —léase tranzas electorales— y peleándose con otros miembros opositores sin plantear un alternativa clara y concreta.
Otro punto significativo es el económico. Y aquí debemos hacer un análisis un poco más extenso. La inmensa mayoría de las personas comunes no solo advierten, sino que forman parte de la recuperación económica que se vive desde el
Claro, muchísimas de esas personas no entiende —y no tienen por qué entenderlo— a qué se debe esa recuperación que fue, ni más ni menos, gracias a la desastrosa devaluación que hizo Eduardo Duhalde cuando asumió como presidente para poder salir del uno a uno en el que nos habían dejado anclados la dupla Menem-Cavallo y gracias a los precios internacionales de los granos, especialmente de la soja.
El otro factor económico fue que, a través de un derroche fenomenal por parte del Estado, (subsidios, gasto público, planes sociales, etc.) se generó un alza considerable en el consumo.
Por último, podríamos señalar como un factor importante en cuanto a la orientación electoral de un sector de la población el hecho de estar de acuerdo con las “políticas sociales” llevadas a cabo por el kirchnerismo, como por ejemplo la política de Derechos Humanos o esa manera tan peculiar, entre otras cosas, de permitir, y no reprimir, casi todo en cuanto a protestas se refiere. Eso si, en cuanto las protestas son en contra del gobierno la represión está a la orden del día.
Ahora bien, hasta aquí tenemos el porque y quienes votaron a Cristina, algo fundamental para determinar porque, a menos de una semana de haber ganado una elección presidencial con una diferencia histórica sucede lo que sucede, y es muy simple.
Quien votó a Cristina no tiene interés, intención, y mucho menos medios como para comprar dólares (o siquiera de ahorrar). Es más, quienes votaron a Cristina no desean de ninguna manera que algo cambie, pero lamentablemente esta es la mala noticia que, nos guste o no, algo va a cambiar. Algo tiene que cambiar. ¿Por qué? Porque es prácticamente imposible seguir manteniendo el “modelo”.
Por un lado, la administración ya no tiene los fondos para sostener el tan mentado “modelo”, ya que el Banco Central carece de los dólares necesarios para contener una corrida cambiaria o una demanda de dólares un poco más alta que la habitual.
Por otro lado, el mercado advierte que el gobierno aplica la peor medida que se podría tomar y se comienza a generar un círculo vicioso destructivo, y ya comienzan a escucharse nuevamente palabras tristemente conocidas para nosotros, como regulación e incautación de depósitos en dólares, dólar paralelo, devaluación, corralito, etc.
El problema ya está instalado y desde hace tiempo. Por lo tanto, ¿cuánto tiempo más se puede soportar económicamente el derroche generado por la interminable lista de subsidios, como por ejemplo a los ferrocarriles, a las empresas de colectivos, a las empresas de gas y energía eléctrica, a Aerolíneas Argentinas, mantener una empresa inexistente como LAFSA, el fútbol para todos, el gasto desmesurado en propaganda oficial para manejar y extorsionar medios de comunicación, los innumerables planes sociales y el gasto descontrolado del Estado en general?
La ecuación es fácil y este es el verdadero problema: la inflación creció mucho más de lo que creció el dólar. Por lo tanto, el superávit que antes quedaba en la balanza comercial entre las exportaciones e importaciones hoy es casi nulo y, además, la recaudación fiscal descendió sensiblemente.
En conclusión, la situación actual se asemeja mucho, muchísimo, a la vivida durante la época del “deme dos” de José Alfredo Martínez de Hoz y a la del 2001. Hoy volvemos a tener un dólar barato, por lo tanto, la devaluación es inminente.
¿Qué medidas debería tomar el gobierno? En primer lugar reducir el gasto público, invertir en proyectos reales y sustentables, que generen mano de obra real, alentar a las exportaciones y a las inversiones extranjeras en lugar de ponerle trabas, sincerar paulatinamente las tarifas e ir reduciendo, hasta eliminar, los subsidios.
Pero el interrogante es si harán realmente lo que se debe hacer o seguirán tomando medidas ridículas como controlar la compra de dólares.
¿Qué medida debería tomar el ciudadano común? Mi consejo es el más simple de todos: trate de comprar la mayor cantidad de dólares o euros posible o invierta en oro o plata. Eso sí, no vaya a guardar sus ahorros en un banco argentino… porque ¿qué confianza se le puede tener a un gobierno que genera inflación —la segunda más alta de la región detrás de Venezuela— y que no solo no tiene idea de cómo controlarla, sino que además nos miente a través de datos oficiales y además castiga a quienes difunden los índices reales?
En fin… lamentablemente esta película ya la vimos dos veces. La primera terminó con la guerra de Malvinas. En la segunda versión de esta historia cambió solo el final, que fue la crisis de 2001, con muertes, saqueos, corralito y todo lo que ya sabemos que vino.
Lamentablemente, si el gobierno no cambia el rumbo, lo único que nos queda es esperar a ver cuál será el final de esta nueva versión, la tercera, de la misma película.
Pablo Dócimo