Históricamente, luego de las elecciones presidenciales, la fuga de capitales se reduce considerablemente. No es el caso de lo que sigue ocurriendo en la Argentina donde la fuga superaría al cerrar octubre los u$s 3.500 millones.
Asimismo, la dolarización se ha duplicado este año respecto al 2010, aproximándose cada vez más a los u$s 25 mil millones.
Para poder abastecer la demanda cambiaria y no tener que seguir usando reservas, el Gobierno Nacional necesita alrededor de unos u$s 4 mil millones más para inyectar al mercado. Aunque para resistir hasta el primer cuatrimestre de 2012 cuando recién ingresen las divisas por la soja, deberá hacerse de 8 mil millones. Caso contrario, el Central seguiría acumulando más dificultades que en algún momento podría ya no manejar con tanta soltura.
Por ese motivo, todos los días, desde el último 23 de octubre, se toman medidas nuevas, pensadas de apuro e implementadas como vengan.
Algunas medidas son correctas, hay que admitirlo, pero otras en cambio, esconden el solo efecto de amedrentar a la clase media.
Desde hoy, toda persona, física o jurídica que pretenda hacerse de billetes verdes a modo de resguardo, debe contar con la autorización de la AFIP.
El argumento esgrimido por el mencionado organismo para implementar dicha norma, es que se han detectado volúmenes de adquisición de dólares no compatibles con el nivel de ingresos declarados por el comprador.
En algunos casos debe ser cierto. Pero más cierto es que quienes tienen el poder real para desequilibrar el sistema son los poderosos especuladores de siempre que no superan el centenar, y que ya se llevaron todo lo que más pudieron afuera hace rato y no lo traerán por ninguna ley que pretenda alinearlos.
Los pequeños ahorristas por su parte, solo están tratando de salvar algo a manotazos. ¿Intuirán acaso que algo no cierra en el modelo?
El permiso que la AFIP otorgará —o no— al potencial comprador de dólares, dependerá de la evaluación sobre el destino que pretenda darle a esos fondos, (siempre y cuando decida convenientemente que le cierra la versión). Además, tendrá en cuenta su capacidad contributiva.
Las casas de cambio y los bancos quedan obligadas entonces, a cruzar la información con la Administración Tributaria previo a vender.
Como era previsible, la versión oficial dice que lo que se busca es “transparentar” el mercado. Pero es la versión oficial, claro, que nunca da cuenta de la transparencia de lo políticamente inconveniente.
Demás está decir que las entidades financieras ya empezaron a inquietarse. Aunque en rigor de verdad, el sector financiero es el menos indicado para quejarse, en tanto que jamás pierde una.
Pero la cosa no queda solo en la repatriación de fondos exigida a las compañías de seguro, las mineras o la maximización de controles detallada más arriba, sino que además se prevén más novedades.
Entre otras, se evalúa la posibilidad de liberar las exportaciones de trigo e impulsar la venta de la soja que almacenan los silos, como otra alternativa por parte del Estado para recuperar dólares.
Además, por estas horas, ya existe un proyecto de ley mediante el cual se pretende persuadir vía exenciones impositivas, subas de tasas o una suerte de “ley de blanqueo” a ahorristas que tengan los tan preciados billetes verdes en cajas de seguridad o en su poder, para que los vuelquen al mercado. La suma que han estimado fuentes oficiales y privadas, sería de unos u$s 150 mil millones.
Y como si todo esto fuera poco, existen además otras fuentes de las que se puede también conseguir dólares. Los mas de u$s 500 mil millones que solo en la Ciudad de Buenos Aires implica la compra y venta de inmuebles, los casi u$s 7 mil quinientos millones que tienen los bancos sin utilizar y los dólares de residentes en el exterior.
Pero las autoridades de la Bolsa de Comercio opinan que estas políticas tan restrictivas pueden ser a la larga, perjudiciales.
Adelmo Gabbi, presidente de la mencionada institución, sostuvo que “Todo lo que sea coartar las libertades, no es bueno”.
Asimismo, entre otras reflexiones, Gabbi manifestó tener la esperanza de que “(…) estas medidas sean por muy poco tiempo porque de mantenerse por mucho tiempo serían muy perniciosas”.
¿Sabrá algún ciudadano común en este país con qué le pueden salir las autoridades nacionales a la mañana siguiente? ¿Tendrá esto algo que ver con la famosa “incertidumbre” que se percibe afuera y ahuyenta a los inversores? ¿O la incertidumbre que parece generar la política económica Argentina, al igual que la inseguridad, es solo una de las tantas “sensaciones” erróneas que solemos tener los que no alcanzamos el estado ideal de fundamentalistas obsecuentes? Y eso que le ponemos la mejor buena voluntad, ¿eh?
Nidia G. Osimani