El gobierno apostó fuerte para frenar una minicorrida contra el dólar, al tornar prácticamente imposible adquirir la divisa e inundar de cientos de inspectores las calles de la city, pero aún no le dice al mercado cómo atacará las causas del vuelco de inversores y pequeños ahorristas hacia esa divisa.
Con Estados Unidos debilitado tratando de evitar caer en la recesión, y al menos tres instrumentos más atractivos que el dólar para invertir (bonos, plazos fijos y metales), la presidenta Cristina Fernández debería preguntarse por qué la gente sigue buscando la moneda norteamericana y su administración se vio obligada a adoptar medidas excepcionales de control cambiario una semana después de ganar una elección con el 54 % de los votos.
El problema de fondo parece ser de expectativas, porque los operadores y ahorristas se convencieron de que el dólar está retrasado y el gobierno adoptará más temprano que tarde alguna medida devaluatoria, gradual o drástica, para corregir esa situación.
Hay razones profundas que conformarían el menú por el cual todo el mundo quiere dólares:
- Los precios reales de la economía suben al 25 por ciento anual mientras que la divisa estadounidense se ajusta apenas entre el 6 y el 8 por ciento por año.
- En el año electoral el gasto público se disparó a un ritmo del 35 por ciento anual, mientras que la presión impositiva es la más elevada de la historia.
- Las paritarias del sector formal de la economía se acuerdan al 30 por ciento promedio, el triple de la inflación informada por el INDEC.
Parecen ser estas las verdaderas "inconsistencias" del "modelo productivo de inclusión social", sobre el cual -sin entrar a discutir hasta dónde llega esa inclusión en un escenario de visible marginalidad como el que arroja la Argentina- debería debatirse ya mismo la necesidad de hacer correcciones que vayan más allá de medidas coercitivas.
Para habituales compradores de dólares, la decisión de imponer a la AFIP como juez y parte para decir quién puede o no adquirir dólares, oculta la intención clara de trabar el vuelco de los ahorristas al dólar.
En la Argentina se fugan unos 3.000 millones de dólares mensuales del sistema financiero, y a este ritmo las reservas del Banco Central se encaminaban a ingresar en zona riesgosa en pocos meses.
La autoridad monetaria perdió más de 4.500 millones de dólares de reservas en lo que va del año, lo cual encendió señales de alarma en la Casa Rosada.
La fuga de capitales se fue profundizando a partir del 2008, y este año alcanzará los 23.000 millones de dólares, aunque el gobierno confía en que las últimas medidas permitirán corregir la situación.
La inflación es una de las razones de fondo que está empujando tanto a empresas como a particulares a buscar refugio en la divisa estadounidense.
En el medio se vislumbra un proceso de inversión insuficiente que alimenta la desconfianza sobre la sustentabilidad del actual modelo económico y alimenta la fuga de capitales.
Desde la Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos alertó que los nuevos controles sobre la compra de dólares podrían afectar la actividad económica.
"Desde ya que exigir que hay que tener las cosas en orden con la AFIP no es objetable. Pero persiste la incógnita si las nuevas disposiciones serán también una traba para aquellos que tienen los papeles en regla", explicó.
Un sector que podría verse afectado es la compra y venta de inmuebles, ante la incertidumbre de si se podrá acceder a los dólares para concretar las operaciones, o el gobierno se animará a obligar a una pesificación en el sector, que de inmediato disparará ajustes por inflación real en los contratos.
De hecho, eso ocurrió en el primer día de vigencia de la norma numerosos contribuyentes que nunca habían comprado dólares consultaron en la página de la AFIP y, a pesar de tener todos los papeles en regla, les apareció el cartel rojo que alerta sobre una inconsistencia para adquirir divisas.
¿Se convertirá la AFIP de aquí en más en amo y señor de los destinos de quién puede comprar dólares en la Argentina?
José Calero
NA