Pareciera que el mantra terminó funcionando al revés de lo previsto por Cristina. Desde el preciso momento en el que la Presidenta aseguró que había que temerle —un poco menos que a Dios, claro— diversos referentes del kirchnerismo comenzaron a alejarse de su persona y, por qué no, de su relato.
El primero fue el cordobés José Manuel De la Sota, quien supo exteriorizar lo que otros gobernadores e intendentes dicen por lo bajo pero no se animan a decir en voz alta. Es bien cierto que lo hizo por la carencia de fondos que le adeuda la Nación, pero también es verdad que ese reclamo lleva varios años. ¿Por qué recién ahora el mandatario se le anima al Gobierno?
Daniel Scioli es otro de los que está a un paso de romper con Cristina. Sus críticas aún no son públicas, pero sus hombres más cercanos las escuchan cada vez con más frecuencia en ámbitos reservados. En realidad no es nada secreto: para conocer esas manifestaciones, basta prestar atención al discurso de sus principales soldados: Alberto Pérez y Cristina Álvarez Rodríguez. También pueden analizarse los reveladores comunicados que suelen emitir los referentes de la agrupación sciolista La Juan Domingo.
Hay más ejemplos: quien se encuentra en estas horas en una suerte de camino intermedio entre la actitud de De la Sota y la diplomacia de Scioli, es Daniel Peralta, titular del ejecutivo de Santa Cruz. Para no dejar dudas a ese respecto, ha salido en las últimas horas a embestir duramente contra funcionarios del gobierno central: "Algunos que agravian no superarían una rinocospia", disparó justo antes de denunciar que Julio De Vido buscaba "quebrar" financieramente la provincia que él administra. ¿Quién hubiera imaginado hace apenas un año que llegaría al punto de romper lanzas con el mismo partido que lo puso en el poder?
Razones no le faltan al gobernador santacruceño: en lo que va del año la Nación sólo le giró 250 millones de pesos, justo la mitad de lo transferido el año pasado.
Los ejemplos se multiplican. Otro de los que sacó los pies del plato en los últimos días fue el dirigente Fernando "Chino" Navarro, quien se sinceró ante diario La Nación: "El cacerolazo fue grande; tenemos que escuchar". ¿Cómo entender esas palabras, que contrastan sin dudas con las pronunciadas por importantes referentes del kirchnerismo?
El cismo que en estos momentos vive el oficialismo tiene varios motivos de ser, principalmente tres: en primer lugar, el inevitable desgaste financiero y moral que mandatarios de diversas provincias y municipios vienen sufriendo en los últimos meses a causa del destrato gubernamental, del cual la reticencia de fondos es el principal rostro.
Segundo, existen puntuales indicadores que muestran un fuerte deterioro en la economía y que saben operar como impulsores de "valentías repentinas" en la política vernácula. Solo dos botones de muestra:
-La caída estrepitosa de la construcción en agosto: según el mismísimo Indec, la actividad bajó 8,1%, influida en teoría por las lluvias de ese mes. Así lo admitió el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC).
-Existen $ 3.900 millones en pagos caídos a través de cheques emitidos: la cifra surge de la última información liberada por el Banco Central (BCRA), con números preliminares a junio pasado. "El dato deja en evidencia las consecuencias que el brusco freno en que se sumió la economía desde fines de 2011 tuvo sobre la cadena de pagos local, la que se movió bajo estrés desde entonces", según publica diario La Nación.
En tercer lugar, aparece el dato más relevante: la incipiente manifestación del conocido síndrome del "Pato rengo". Gobernadores e intendentes peronistas están seguros de que Cristina no se presentará a una nueva reelección, dato que la coloca en un lugar de obvia debilidad política.
Ello explica claramente por qué de pronto han comenzado a organizarse movimientos políticos de diversa índole desde la oposición, con alianzas que hasta hace poco eran impensadas, como el tándem Mauricio Macri-Francisco De Narváez.
También permite entender por qué desde el entorno de Scioli se ha reimpulsado su candidatura presidencial de cara a 2015. No es el gobernador quien lo afirma, es verdad, pero es revelador que este tampoco lo niegue.
En medio de estos realineamientos políticos, fue determinante lo ocurrido en Harvard esta semana. Al menos para los que aún dudaban en qué vereda ubicarse.
Aunque no se diga, los desvaríos de Cristina dejaron preocupación por doquier en diversos referentes del Frente para la Victoria, los cuales ya venían dudando respecto a su afiliación partidaria en el corto plazo. Se destacan en ese marco una veintena de poderosos intendentes del conurbano —especialmente de la zona oeste—, quienes iniciaron prontamente diálogos subrepticios con el jefe comunal de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, a la sazón la cabeza visible de la reagrupación opositora de estas horas.
El kirchnerismo no desconoce esas movidas y prepara una jugada magistral para reconquistar a esos mismos mandatarios, aún cuando todavía no dieron públicamente su paso al costado. A su vez, pergeña un duro contraataque contra Cariglino, no solo a nivel mediático sino también judicial, a través del expediente que investiga la muerte del enfermero Walter Navarro, ocurrido el 4 de septiembre pasado, y ciertos "negocios" en torno a los hospitales de Malvinas Argentinas, particularmente el Carrillo.
Debería el intendente prestar atención al aceitado canal de comunicaciones que existe entre el vicegobernador Gabriel Mariotto y el fiscal de esa causa judicial, Santiago Camiñas. En estas horas, mal que le pese a Cariglino, ambos planifican su infeliz destino.
Christian Sanz
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