Finalmente, la detención de Amado Boudou se convirtió en un dogma de fe. No importan ya los delitos que se le imputan, ni el peritaje que demostró que no puede justificar su nivel de vida. El problema es que estuvo “mal detenido”.

En los últimos dos días, las redes sociales se convirtieron en un hervidero, entre aquellos que celebraban la reclusión del otrora vicepresidente y los que aseguraban que estaba mal detenido. ¿Quién tenía razón finalmente?

Está claro que los hechos murieron, ya no importa lo que pueda probarse sino la manera en que uno quiere que sea la realidad. La noticia deseada.

Eso sí, aquellos que aseguraron que la detención de Boudou es ilegal, no explicaron jamás por qué lo aseguraban. ¿Acaso Lijo se olvidó del derecho luego de años y años de trajinar como juez federal?

La prisión preventiva es una figura que está contemplada en el artículo 293 del Código Procesal Penal argentino. Allí se advierte que se podrá hacer efectiva “cuando hubiere vehementes indicios de que el imputado tratará de eludir la acción de la justicia o entorpecer su investigación”. Otra vez: ¿Por qué Boudou habría sido “mal detenido”, si se probó que trató de obstaculizar la indagación sobre su persona?

Más allá de la burrada mencionada, hay algo aún más sintomático que la invocación de que la detención del exvicepresidente no fue conforme a derecho. Nadie dijo hasta ahora que era inocente de los delitos que se le imputan.

En buen romance: todos salieron a coro a sostener que el procedimiento de su arresto era irregular, pero nada dijeron sobre su enriquecimiento ilícito. ¿El que calla otorga?

Y en tren de decir barbaridades, hay quienes llegaron a afirmar que, si Boudou estaba preso, Macri también debería estarlo. ¿Realmente existe algún expediente judicial que complique de tal manera al presidente de la Nación? ¿Será que el jefe de Estado tampoco puede justificar su fortuna?

Ciertamente, el día que aparezcan elementos que compliquen a Macri por algún hecho presumiblemente delictivo, seré el primero en denunciarlo. Mientras tanto, hay que ser mesurados, porque cualquiera dice cualquier cosa y la información merece ser tratada con responsabilidad.

Lamentablemente, las redes sociales han logrado infectar ese principio sagrado del periodismo. Todos opinan sin conocer los hechos y se retroalimentan entre sí, formando masas de información que luego pasan a ser “verdades reveladas”.

El periodismo no es eso, no se trata de los deseos de las personas por lograr que tal o cual cosa sean ciertas solo porque así lo dictan las pulsiones del momento. El periodismo es el chequeo responsable de la información, con todo lo que ello conlleva, más allá de lo que nos guste o no nos guste.

Soy un ferviente actor en las redes sociales y paso horas interactuando allí, pero siempre sabiendo cómo es el juego y jamás disfrazando mis opiniones de información, salvo cuando comparto alguna nota periodística puntual.

Entiendo que las redes son una suerte de espejo de doble cara, donde uno puede ser elogiado o denostado, sin medias tintas. Me ha pasado con la denuncia de Boudou, donde una horda de kirchneristas empezó a organizar un escrache contra mi persona en Twitter por haber sido autor de la denuncia que lo llevó tras las rejas.

He recibido duros epítetos por parte de esos usuarios, pero ninguno se animó a debatir la profundidad del hecho: ¿Boudou puede justificar su enorme patrimonio?

Mi denuncia, hecha en febrero de 2012, es irrefutable: porque cruza los ingresos que declaró el propio Amado Boudou con los bienes que aparecen a su nombre en su propia declaración jurada.

Todo ello ha sido contrastado con datos del Registro de la Propiedad Automotor, el Registro de la Propiedad Inmueble, la Inspección General de Justicia y otras dependencias oficiales.

Dicho en otras palabras, si a Boudou no le cierra “el blanco”, ¿qué será entonces de aquello que tiene “en negro”?

No es casual que, luego de recibir el informe de los peritos de la Corte Suprema, el fiscal Jorge Di Lello sostuviera: "No encuentro sustento en los ingresos registrados por el nombrado, con los consumos realizados".

Otra vez: Boudou no tiene manera de justificar su nivel de vida, así de simple. Esa es la discusión que debe darse, y ninguna otra. Lo demás es puro cotillón... y cotilleo.