Finalmente ha terminado la sesión en la que se decidió la suerte de Aníbal Ibarra. Inesperadamente, esta vez el suspendido jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no ha logrado salir bien parado. No sirvió que el kirchnerismo haya intentado "comprar" las voluntades de aquellos legisladores que parecían díscolos a la estrategia oficial ni que los operadores de siempre se ocuparan de desinformar a la población para que se apoyara a un "inocente" Ibarra. Esta vez la la justicia real pudo más que la idiotez política.

    Pesó para los legisladores el cúmulo de evidencias que se acumuló a lo largo del proceso llevado a cabo.

    Pesó el descubrimiento del aceitado engranaje de "coimas por handy", implementado por Ibarra que permitió que sucediera lo que sucedió (1).

    Pesó el desmantelamiento que hizo Ibarra de los controles que había en la ciudad en ese momento.

    Pesó la denuncia -antes de Cromagnon- de docenas de inspectores que aseguraron que no los dejaban trabajar honestamente (2).

    Pesó el testimonio de esos mismos inspectores que demostraron que el ibarrismo sólo quería "recaudar".

    Pesó la evidencia de que Ibarra tuvo no pocos lazos comerciales con Omar Chabán (3).

    Pesó la denuncia periodística de media docena de dueños de locales bailables que admitieron que el ibarrismo permitía "lo que fuera" a cambio de dinero.

    Pesó el testimonio del defensor de la ciudad de Buenos Aires, Atilio Alimena, que demostró que Ibarra permitía el descontrol en la Capital Federal a cambio de una oportuna "retribución" (4).

    Pesó el dolor de familiares que jamás podrán superar el dolor provocado por una tragedia que no les pertenece.

    Pesó la muerte de 194 pibes que nada sabían de inspecciones, habilitaciones o "poder de policía".

    Pesó la memoria del pueblo.

    Pesó el más mínimo sentido común.

    No pesó la impunidad.

    No pesó el pago de sobornos ibarristas/kirchneristas.

    No pesó el desinterés de un grupejo de oscuros legisladores.

    No pesó la complicidad del Gobierno.

    No pesó el olvido colectivo.

    No pesó el amiguismo corrupto.

    No pesó el corporativismo idiota.

    No pesó la desidia general.

    No pesó la idiotez insensata.

    Ojalá que algo haya cambiado en esta fecha. Ojalá que la gente no tome este tema como una anécdota más a la hora de la cena y que guarde en el almanaque de su memoria este día como algo histórico.

    No suele haber memoria en este país, por lo cual suceden siempre las mismas cosas sin que nadie pueda preverlas. Es el motivo por el que los mismos delincuentes de siempre son los que ocupan los cargos políticos más importantes del país, una y otra vez.

    Esta vez algo ha cambiado, y no es un hecho menor. Se lo debíamos a los pibes que murieron injustamente.

    Nos lo debíamos a nosotros mismos como ciudadanos que ya no toleran más la corrupción asesina.

Christian Sanz

(1) Dicho mecanismo era controlado por Vilma Ibarra, hermana de Aníbal. Gracias a una investigación de este periódico se avanzó en ese sentido y uno de los inspectores involucrados fue procesado.

(2) Tribuna de periodistas hizo público en exclusiva el testimonio de algunos de ellos.

(3) Algunos de esos lazos fueron develados por este medio a pocos días de la tragedia de Cromagnon.

(4) Consta en una entrevista que este periodista tuvo con Alimena en septiembre de 2005.