Es un hecho: Cristina Kirchner competirá contra Mauricio Macri por la presidencia de la Nación. Así lo ha confirmado a sus íntimos y, para no dejar dudas al respecto, ha motorizado avanzar en una serie de encuestas para ver cómo mide de cara a octubre.
Quienes aseguran que buscará la gobernación de la provincia de Buenos Aires es porque se han tragado los amagues que ha impulsado la propia expresidenta.
Su candidato para ese cargo es Axel Kicillof, a quien ha hecho medir en las mismas encuestas, efectuadas por la firma Federico González y Asociados. A pesar de lo que muchos podrían pensar, el otrora ministro de Economía está muy bien valorado por los consultados, sobre todo aquellos que viven en el primer cordón del conurbano bonaerense.
Por ahora, todo se maneja de manera discreta, con una Cristina que prefiere jugar al misterio. Mientras Alberto Fernández, hoy su mano derecha, intenta acercarla con sectores del PJ que se resisten al acercamiento, la exmandataria se refugia en el Instituto Patria y teje estrategias.
Está segura de que, más temprano que tarde, el peronismo deberá recurrir a sus servicios. ¿Quién otro mide como ella? ¿Quién se le acerca, acaso mínimamente?
Sin embargo, para eso falta bastante. Hoy le conviene mantenerse callada, a la espera de que las piezas de ajedrez se vayan acomodando solas.
Sabe que cualquier cosa que diga o haga será en provecho del macrismo. De hecho, el propio Macri busca eso: lograr polarizar con ella.
Porque Jaime Durán Barba le ha dicho que lo beneficia a nivel electoral. No hay elementos que lo demuestren, pero ya es un dogma de fe dentro de Cambiemos.
Entretanto, Alberto Fernández persiste en el armado político de Cristina. Es el mejor arquitecto que ha encontrado la exmandataria, porque tiene lazos con todo y con todos.
Militó con Sergio Massa, con Florencio Randazzo, fue duhaldista, y más... ¿quién mejor que él para el armado que necesita Cristina?
Al paso de las próximas semanas, Cristina irá saliendo de su ostracismo. Se mostrará más activa en las redes sociales y se dejará ver en eventos de diversa índole.
Será una suerte de "operación clamor", a través de la cual dejará que sean sus propios militantes quienes le pidan que intente llegar a la primera magistratura del país.
Y ella, fiel a sus "principios", obedecerá.