A punto de cumplirse el 25 aniversario del atentado a la AMIA, decidí hacer una columna periodística reflejando cómo los medios operan en torno de desviar la investigación del caso.
No es algo nuevo, lo vengo denunciando desde 2003 junto al colega y amigo Fernando Paolella, con quien incluso escribimos un libro en 2007. Allí incluso dedicamos todo un capítulo acerca de la mentira de los medios a la hora de hablar sobre los bombazos a la mutual israelí.
Entre otras cuestiones, explicamos que no existe ninguna evidencia que involucre a iraní alguno en el atentado, y por el contrario hay pruebas de sobra contra Siria y también contra aquellos que oficiaron de mano de obra local.
En ese contexto, una mujer llamada Ana María Pirenjak comenzó a atacarme por Facebook, asegurando que sí había pruebas contra Irán. Le pedí los elementos que lo demostraran, pero terminó enredada en explicaciones sin sentido y acusaciones que nada tenían que ver con AMIA (ver capturas de la discusión al pie, son sorprendentes).
Por caso, me acusó de haber publicado y eliminado una nota sobre camiones de caudales en la puerta del BCRA. Le expliqué que ese artículo no lo había escrito yo e incluso le envié el link del mismo.
Insistió en decirme que ella había visto que yo lo había escrito y eliminado. Le pedí que buscara la nota en cuestión ya que, si existía, siempre queda el caché de Google para encontrarla.
Me dijo algo insólito: que cualquiera puede borrar ese registro. No es chiste: la mujer insistió en que uno puede ganarle a Google y torcer su voluntad de mantener una nota online. No hay remate.
Le dije entonces que la desafiaba a debatir cara a cara sobre AMIA y lo que se le ocurriera. No aceptó. Eso sí, comenzó a insultarme públicamente.
Por eso decidí contar lo ocurrido, porque sentí que el caso de Ana María refleja lo mismo que ocurre con muchas otras personas, que han sido contaminadas por la desinformación de los grandes medios y que creen realmente puntuales cuestiones que no existen en la realidad. Ni la judicial, ni la otra.
A esta altura, no pienso tolerar los ataques de nadie, menos aún cuando soy siempre abierto a debatir con quien sea, sobre cualquiera de los temas que investigo. Siempre con papeles en mano. Nunca lo logro.
Como sea, me quedo con la frase que siempre le atribuyen a Einstein… “la inteligencia es limitada, pero la idiotez no tiene límites”.