No iba a escribir esta columna, me parecía innecesaria y poco relevante. Más aún, imaginaba que me llevaría a un terruño al que no quería ingresar: al mundo de los chimentos.
Sin embargo, luego de analizarlo profundamente, de conversarlo con mi bella mujer, Eliana, comencé a especular con la posibilidad de que no se tratara de un tópico menor, sino de una de esas tramas que esconden otras tramas detrás, siempre más tenebrosas.
Pero voy a empezar por el principio: todo arrancó el pasado lunes 14, horas después de culminado el primer debate presidencial. Pregunté retóricamente en Twitter: “No logro decidirme: ¿Dijo más idioteces Del Caño o Luciana Salazar durante el debate?”.
Ese breve comentario tuvo una repercusión enorme: casi 900 retuits, más de 600 comentarios y 5.800 “me gusta”. Y encima provocó la furia de la blonda, la ya referida Salazar.
No logro decidirme: ¿Dijo más idioteces Del Caño o Luciana Salazar durante el debate?
— Christian Sanz (@CeSanz1) October 14, 2019
“Ahora entiendo por qué excorresponsal (de CNN). Ni para eso servís. Hasta la CNN te descartó. Ni en tu vida profesional tiraste una información tan contundente y precisa como las mías. Besito, misógino”, posteó en su cuenta de Twitter, en obvia respuesta a mis palabras.
Decidí no responder, porque… ¿cómo explicar que fui yo el que decidió irse de CNN, que no me “fueron”? ¿Qué decirle respecto de mis notas de anticipación, de mis 10 libros escritos o de los exfuncionarios que logré meter en prisión por mis investigaciones, con Amado Boudou a la cabeza?
Más aún: ¿Cómo hacerle entender que la misoginia tiene que ver con la “aversión a las mujeres” y que en mi tuit también critiqué a Del Caño?
Como dije, decidí no contestar, no solo por el riesgo de que no entendiera lo que yo iba a explicarle, sino además porque iba a generar otro “ida y vuelta” que no terminaría jamás. Ello en un terreno que no me es cómodo, el de los chimentos.
A pesar de mi mutismo, no logré escapar de aquello de lo que quería escapar. De pronto, los principales portales de chimentos me habían puesto en lugar destacado por mi pelea con Salazar. De pronto, me encontré en el peor de los mundos.
Pero no sería lo peor: este jueves, anteayer, el mismísimo Marcelo Tinelli sacó a colación ese cruce tuitero, en el marco del “duelo” del Bailando, del cual participaba la blonda.
Ahí fue cuando empezaron las sospechas: ¿No será mucho? ¿Tanto lío por un tuit? ¿Qué necesidad de seguir y seguir con esta cuestión?
Otra vez, decidí tomar la cosa con humor y apagué mis teléfonos, ante el aluvión de llamados de periodistas de chimentos… y de los otros. Preferí no seguir metido en el barro de una cuestión tan trivial.
No obstante, me quedé inquieto, porque recordé que ya viví este tipo de “escraches”, en épocas del kirchnerismo… con 678 a la cabeza. Entonces, ¿lo que me pasó es una suerte de anticipo de lo que vendrá? ¿O acaso estoy paranoico ante un episodio muy menor?
Prefiero no arriesgar teorías, ni creer en tramas conspirativas. Creeré en mi cabeza que se trata de una simple casualidad.
Si así no fuera, recordaré la frase que tanto me gusta citar, por lo impactante y real. Aquella que dijo alguna vez Karl Marx: “La historia se repite dos veces, la primera en forma de tragedia y la segunda en forma de farsa”.