Ayer nomás, se reveló en este mismo espacio que la otrora ministra de Defensa —y luego Seguridad— Nilda Garré está a punto de regresar a esa misma cartera.
En ese contexto, se contó que una de las objeciones más graves que tiene en contra refiere a una serie de acusaciones que le endilgó en 2013 Jorge Rodríguez, especialista en tráfico de estupefacientes que supo trabajar para ella en el Ministerio de Seguridad.
“Tengo todo tipo de elementos que permitirían demostrar la connivencia de Garré y sus adláteres con la corrupción policial –analicé 19 de las 53 comisarías de PFA-, con el narcotráfico peruano –territorio liberado de la villa 1.11.14- y con la venta de sustancias en Constitución, Once y Flores. Entre esos elementos incluyo 235 informes elevados a Garré y unas 1.500 fotografías buena parte tomadas en distintas villas y hasta en la ciudad de Lima”, sostuvo Rodríguez entonces.
A casi siete años de aquel incidente, que culminó en una denuncia gravísima y una renuncia escandalosa, Tribuna de Periodistas decidió entrevistarlo, a efectos de que contara los pormenores de su trabajo… y su eyección del Ministerio de Seguridad:
-¿Cómo arranca tu trabajo con Nilda Garré?
-Garré me contrata al mes que asume, que ni bien asumió le presenté una carta de unas 4 páginas, detallando cómo apareció cocaína en la Argentina a 8 cuadras de mi casa, cómo recaudaban 3 0 4 comisarios de la policía federal y cómo había un modus operandi como si existiera el manual de procedimientos delictivos policiales en la Federal. Se hizo la pelotuda, como que no recibió la carta, después me entero por otro lado que la carta le llega a Cristina Kirchner por un amigo mío asesor de ella.
Mi amigo ve la escritura y le dice: “Presidenta, yo sé quién escribió esta carta”, a partir de eso los datos son que Cristina la llama a Nilda, luego Nilda le dice que sí, que sabe, y Cristina le dice: “Me parece que deberías contactarte con esta persona y si está todo claro contratarlo”.
-¿Entonces?
-Se hace la reunión con la Nilda, a partir del contacto de la secretaria, una reunión de una hora y pico, donde ella tenía algunos datos erróneos míos, como que había tenido contactos con la CIA o con la DEA, Le dije que no, que yo me formé en la militancia setentista en dos países, especialmente un país del Caribe, dejamos las cosas claras. Como a la media hora me dice: “Bueno, quiero que trabajes conmigo, te voy a poner en la estructura del ministerio”. Y yo le digo: “Mirá Nilda, me parece que te va a generar problemas que yo esté figurando, manejalo políticamente y en todo caso me parece ideal que me contrates en la sombra primero, un contrato legal, etc, etc”.
“Bueno, quedate tranquilo”, me dice. Para empezar le digo que necesito portación de arma de guerra, necesito un chaleco de balas nivel 3 que resiste tipos de disparo de fusil a larga distancia, y que quiero que se contrate gente que yo designe. “Arreglá con fulano y todos los demás”; me vuelve a decir.
-¿Cuál era tu trabajo? ¿Qué hacías?
-Ahí mismo le empiezo a mandar en 48 horas datos, entre otras cosas, de dos bandas de peruanos que tramitaban falsas identidades, después terminaron cayendo. También la empiezo a orientar con información sobre bandas transexuales peruanas que vendían droga básicamente en Constitución y en Once. Se produce un silencio varios días, entonces les pregunto que si sigo contratado en el Ministerio, me dicen que sí, que bueno, que lo otro, todo lo demás. Recíen como al tercer o cuarto día pregunté cuál iba a ser mi sueldo, o sea que no habíamos tenido definiciones puntuales de cuánto era. Sí objetivos tácticos y estratégicos a corto plazo y mediano-largo plazo y según su importancia para empezar a trabajar.
-Y seguiste trabajando…
-Sí. Después me puse a hurgar más intensivamente, mi trabajo era más de seis días a la semana, porque hasta los domingos hacía algo: recorridos de campo. Hacía más de dos mil kilómetros al mes de recorridas puras centralizadas en la Villa de acá, del Bajo Flores, Constitución, Flores y Once, y algunos recorridos por Liniers en menor medida. Muchos contactos. Armé un archivo en el cual había más de 200 policías que me pasaban información. Recibí mucha información de personal policial, de transexuales peruanas, de prostitutas dominicanas, de vecinos del barrio, de vendedores ambulantes, etc, etc.
-¿Y qué te decían desde el Ministerio?
-Ahí tuve unos choques con Natalia Federman, tengo entendido que es sobrina del prócer Horacio Verbitsky, hija de un espía inglés y aparentemente ella también espía inglés, objetivamente es ciudadana inglesa y Garré la tuvo en Defensa y Seguridad, y se tenían que firmar decretos que la habilitaban, decretos presidenciales, eso es lo que tengo entendido. Tuve un par de choques con esta mujer, me manifestó que era abogada, maltrató personal policial que estaba en riesgo de vida, varias personas que denuncié penalmente. Al poco tiempo empecé a tener reuniones con Cristina Caamaño —hoy interventora de la AFI—, que de alguna forma era la segunda de Garré. Casi hace que me maten en un momento que estaba infiltrado en una cueva peruana, un cumpleaños de uno de los doscientos traficantes peruanos. Me iba a dar protección, le pedí dos pelotones, diez efectivos, y encima me cargó porque me dijo: “feliz cumpleaños” cuando yo ya estaba adentro jugándome las pelotas.
-¿Cómo fue esa etapa con Caamaño?
-Pasé a reportar teóricamente a Caamaño y le armé varios quilombos, (cuando digo quilombos son quilombos de laburo, mucha información, muchos datos puntuales, fotos, filmaciones, todo lo que se te ocurra en un trabajo de inteligencia utilizado seriamente) al poco tiempo me mandaron a reportar a Ricardo Dios, director nacional de no sé qué cosa, un impresentable, su currículum más importante era ser hijo de un detenido desaparecido, como si eso terminara de definir algo. Seguí planteando los informes, recién ahí se planteó pagarles algunos honorarios, gastos a un policía federal que ya venía colaborando conmigo, y que de hecho le pagaba yo de mí bolsillo. Ese fue el final, estamos hablando de mayo del 2013, que la echan a Garré. A los dos o tres días me llaman a una reunión y les pregunto: “¿Qué van a hacer ustedes para que no me maten?”. La respuesta fue que no pertenecía más al ministerio.
En síntesis, escribí 235 informes, analice 19 de las 54 comisarías más la Villa 1.11.14, más la de Retiro y también Zavaleta. En todas entré con el chaleco RB2 que me entregó el ministerio y que todavía tengo ya que nadie quiso recibirme en la Rosada ni en “Cloaca Py”.