El gobierno no lo admite, pero la rebelión de los presos ocurrió justo después de que se dieran las excarcelaciones de puntuales referentes del kirchnerismo, con Amado Boudou a la cabeza.
Es bien cierto que no se puede trazar una correlación directa entre una cosa y la otra, pero también es real que las casualidades no existen. No al menos en este tipo de cuestiones.
Si un tipo cargado de máculas como Boudou pudo conseguir su prisión domiciliaria, ¿por qué reos con delitos mucho menos graves no lo harían? Esa parece haber sido la consigna que movilizó a propios y ajenos en la cárcel de Devoto.
Ahora mismo, Alberto Fernández salió a despegarse de ello e incluso advirtió que son los jueces los que deciden la liberación —o no— de los reclusos.
Ello es parcialmente cierto, porque en la Argentina los magistrados siempre se mueven al compás de los tiempos políticos: los casos de jueces que actúan contra el gobierno de turno son contados con los dedos de una mano.
A su vez, hay que recordar que el presidente de la Nación supo sostener un discurso a favor de la liberación de presos, justo antes de que se iniciara la discusión sobre este mismo tópico.
Pero no se trata solo de lo que dijo en estas últimas semanas. Hay un archivo incómodo para el jefe de Estado, que hoy arremete contra él cual incómodo búmeran.
"Me parece que vamos a tener que revisar muchas sentencias que se han dictado en los últimos años, que carecen de todo sustento jurídico y de toda racionalidad jurídica", dijo Fernández a mediados de mayo de 2019, hace casi un año. Fue mucho antes de alcanzar la primera magistratura (ver al pie).
Y avanzó: "Eso se ve claramente en materia penal. Por ejemplo, las cosas que han dicho en los juicios contra Cristina, Bonadio o Ercolini, son dantescas".
El mandatario también arremetió contra la Cámara Federal y de Casación, y cuestionó los fallos de los jueces Gustavo Hornos, Juan Carlos Gemignani y Mariano Borinsky: "Han operado casi como un sistema de mayoría automática, que avalaba casi todas las decisiones que venían de la Justicia Federal", puntualizó.
Para no dejar dudas respecto de sus intenciones, Fernández sostuvo que las decisiones de la Justicia debían ser revisadas. "Hay que ver lo que han hecho los jueces. Insisto con este punto. Y los jueces deben responder por sus fallos", aseveró.
Muchos no lo recuerdan, pero el contexto de esos días no era el mejor: un sector del kirchnerismo —el más moderado— impulsaba la elección de jueces por voto popular; otro —el más radicalizado— pedía directamente la eliminación del Poder Judicial. Por caso, esta última propuesta provino del ultrakirchnerista Mempo Giardinelli.
Por eso, cuando el oficialismo de turno intenta despegarse de lo que ocurre con los jueces en estas horas, cuesta creerle. Es como la fábula de la rana y el escorpión: es parte de su inevitable naturaleza.