“El silencio es el único amigo que jamás traiciona”, supo decir Confucio alguna vez. Y ese pareciera ser el dogma de Cristina Kirchner en estas horas.
En medio de la catarata de hechos políticos y sociales de las últimas horas —algunos de ellos de reconocida conmoción pública—, sorprende que la vicepresidenta no haya dicho una sola palabra.
Nada de nada. Ni siquiera respecto de la impactante muerte de su otrora secretario privado, Fabián Gutiérrez. Aquel que supo complicarla en el marco de una extensas declaración judicial ante Claudio Bonadio.
Ese mutismo siempre es inquietante. Porque, como ha demostrado la historia, Cristina solo retrocede para tomar envión y luego dar un zarpazo. Sus silencios siempre traen aparejadas posteriores embestidas, siempre brutales.
¿Qué está tramando ahora mismo la expresidenta? Imposible saberlo con precisión, aunque es fácil predecirlo: sus tribulaciones pasan por sus propias causas judiciales, principalmente dos, las que más la commplican.
Por un lado, aparece el ya célebre expediente “Los Sauces”, que investiga si los “empresarios” Lázaro Báez y Cristóbal López pagaron alquileres de propiedades de Los Sauces SA como retorno de las adjudicaciones de obra pública que recibieron entre 2003 y 2015.
La otra investigación refiere al direccionamiento de obras viales para favorecer al ya mencionado Báez en la provincia de Santa Cruz.
Como ya publicó Tribuna de Periodistas, en este expediente el juez federal Julián Ercolini procesó a Cristina a fines de 2016 por “asociación ilícita y administración fraudulenta agravada” y, en marzo de 2018, elevó la causa a juicio oral.
Amén de esas dos investigaciones, hay una tercera causa que también inquieta a Cristina: es la que busca indagar en la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán. En ese expediente, la expresidenta fue procesada por “traición a la patria” y “encubrimiento”, aunque luego la Cámara Federal sólo mantuvo el delito de encubrimiento y revocó la acusación por traición.
Si bien la causa tiene pocos visos de poder avanzar —se trató de una decisión política, votada por la mayoría de los legisladores en el Congreso Nacional—, Cristina sufre el desprestigio internacional que le provoca su existencia.
En otro orden de cosas, la hoy vicepresidenta es la que más insufla el expediente judicial por presunto espionaje ilegal macrista. No solo se ha procurado una copia de esa causa en su propio domicilio, sino que además es la que coordina con puntuales medios K —principalmente C5N— la forma en la que se van anunciando los avances de la causa ad hoc.
Ello le consume casi todo su tiempo. Por eso casi no tuitea siquiera. Su último posteo, por caso, fue el pasado 28 de junio, cuando saludó por su cumpleaños a Taty Almeida.
Por eso, no hay que confiarse del silencio de estas horas de Cristina. Porque, como dice aquel añejo proverbio, “la calma siempre antecede al temporal”.
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