¡Recién Publicado!
cerrar [X]

La pesadilla de David

3
¿CUÁNDO SE ACABARÁ EL NEGOCIO JUDICIAL DE LAS FALSAS DENUNCIAS?
¿CUÁNDO SE ACABARÁ EL NEGOCIO JUDICIAL DE LAS FALSAS DENUNCIAS?

David extraña a sus dos hijos

 

David extraña a sus dos hijos, hace tiempo que no los ve y no entiende por qué no puede estar con ellos cuando toda su vida gira en torno a sus pequeños vástagos, Miguel y Micaela. Algo sucedió en algún momento y a partir de ese momento se rompió la poca tranquilidad que había en su vida. 

La historia de David es similar a la de tantos padres falsamente denunciados por maltratar a sus hijos (1), sólo que en su caso no cuenta con los recursos que le permitan tener una buena defensa en la justicia. Él es un vendedor ambulante que camina no menos de 200 cuadras cada día para redondear el dinero que necesita para subsistir. No importa si es verano o invierno, David debe caminar para vivir.

Y en medio de esa agotadora vida, le ha tocado ser parte de una pesadilla interminable.

 

El hombre señalado

David Harari es muy creyente, profesa la religión judía y —me consta— respeta cada uno de los preceptos que le impone su culto. El día para él comienza muy temprano, ya que todas las mañana va al templo a rezar a su necesario dios. De ahí parte a su caminata diaria, vendiendo lo que pueda. La última vez que lo vi, ofrecía cortésmente 10 cajitas de fósforo de madera a 5 pesos, un precio bastante razonable. Nos encontramos en un bar de la zona de Once, donde llegó puntualmente y con la mirada esperanzada en que yo pudiera ayudarlo. En ese mismo momento supe que me sería imposible lograr que me tuteara. David cree que el respeto —palabra a la que hace gala— tiene mucho que ver con el tratar al prójimo de "usted".

"Lo único que quiero es ver a mis hijos, los extraño mucho", me dijo, repitiendo las mismas palabras que había pronunciado todas las veces anteriores que nos encontramos. Sus ojos no mienten, el dolor es tan palpable como los fósforos que carga consigo. Su ruego, fue el comienzo de este artículo.

Luego de ese encuentro supe que David había sido una persona común y corriente hasta hace unos meses. Vivía humildemente con su mujer, sus hijos y su suegra en un departamento de la calle Pueyrredón 659, en la zona de Once de esta Capital Federal. Todo iba normalmente hasta que una serie de acontecimientos se conjugaron para que sus hijos —junto a su esposa— fueran separados de su lado.

Se pusieron de acuerdo para que esto sucediera, su suegra, Sofía Chayo; dos profesionales de la salud llamadas Emilia Triador y Silvana González y una polémica jueza llamada Ana María Pérez Catón (2), titular del juzgado Civil Nº 81 de la Ciudad de Buenos Aires.

Todo comenzó con la denuncia —acompañada por gente de la secta Jabad Lubavitch— de la suegra de David, quien aseguró a la justicia que este golpeaba a su esposa e hijos. Sin prueba en contrario, y debido a la humilde posición de Harari, sus chicos fueron alojados en el instituto Garrigós, dependiente del Consejo Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia (CONNAF), el cual a su vez depende del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Acto seguido, su mujer fue a parar a un refugio para mujeres golpeadas perteneciente al Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Fue el comienzo del calvario de David, un calvario que parece no querer terminar.

Desde junio de 2006, cuando comenzó este tema, el humilde vendedor ha presentado media docena de recursos a la justicia para demostrar que es inocente. Al mismo tiempo, se prestó voluntariamente a que le hicieran dos peritajes psicológicos en la justicia. Ambos han dado como resultado que es una persona totalmente normal y tranquila. Uno de ellos, inclusive, aconseja que David sea revinculado con sus hijos.

Pero a pesar de todo esto, nada ha logrado aún este caminante. Nadie le da bolilla a sus quejas a pesar de la contundencia de sus reclamos, todos documentados y sellados.

 

Camino sin salida

David Harari posee una característica que suele identificarlo desde lejos: carga con una montaña de papeles junto a él. Son papeles que muestran cada uno de los pasos que da en la justicia en busca de sus hijos y suele mostrarlos a quien quiera verlos, ya que documentan parte del calvario que le toca vivir en estos días.

Allí pueden verse las mentiras de su suegra, el desinterés de la jueza Pérez Catón y los oscuras maniobras de las licenciadas Triador y González. A esto se suma el encubrimiento del INADI y el CONNAF, y la fuerte presión de la mencionada secta Jabad Lubavitch (3).

Este periodista intentó hablar con la jueza de la causa, con gente del INADI y con la suegra de David —quien efectuó la denuncia contra él—, con relativo éxito. La jueza no quiso hablar, el INADI nunca respondió y Sofía Chayo —la suegra— sólo atinó a injuriar a su yerno sin responder las cuestiones principales planteadas por quien escribe estas líneas. A continuación parte del diálogo mantenido entre ambos:

-"Él es un hombre violento, le pegaba a mi hija. Por eso tuve que sacarlo de mi casa. Es un asesino". 

-"¿Ud. puede demostrar eso que dice? Yo vi dos peritajes que demuestran que David es una persona no violenta".

-"No, no puedo demostrarlo... pero yo no quiero que esté con mi hija".

-"Pero su hija tampoco está con Ud. Tengo entendido que está en un refugio".

-"Si... eh.... es verdad, ni siquiera yo sé adonde está".

-"Entonces no cierra lo que Ud. dice ¿Ve a sus nietos?".

-"No... digo sí, los veo cada tanto. Ellos están muy bien".

-"¿No cree conveniente que los chicos estén con su papá y su mamá y no en un instituto".

-"No sé... no tengo intenciones de seguir hablando con Ud."

A medida que avanzaba la conversación, el nerviosismo evidenciado por la mujer se hizo cada vez más elocuente. Todo pedido de evidencias para justificar sus palabras, fue respondido con evasivas.

David respalda cada una de sus palabras con documentos, lo mismo deberían hacer quienes lo acusan.

 

Agonía sin fin

David no entiende lo que le sucede, desconoce las leyes y no conoce de procedimientos judiciales. Con esa inocencia a cuestas se dirigió un día al Instituto Garrigós para ver a sus hijos alojados allí. Lejos de permitir que esto suceda, los funcionarios del lugar lo denunciaron por supuestas amenazas que semanas más tarde se demostraron falsas. Como es imaginable, David lleva a cuestas el papel del juzgado que documenta esa nueva falsa denuncia por parte de funcionarios del Estado.

Nada alcanza para que termine su agonía, los días pasan y él sigue preguntándose cuánto más falta para poder ver a sus hijos, como si fuera simplemente una cuestión de tiempo. Como si el paso de los días fueran suficientes para purgar una pena formal que nadie le ha impuesto.

David no sabe que hay muchos otros padres que viven situaciones similares y aún peores que la que le toca en suerte. Algunos de esos padres llevan muchos años sin ver a sus vástagos. ¿Cómo decírselo? Su mirada esperanzada quiebra cualquier intento por revelar la verdad más cruda.

Cada vez que nos vemos me dice algo que me conmueve: "A un asesino le llevan a sus hijos a la cárcel para que los vea. Yo tengo todos estos informes que demuestran que soy una persona honesta y normal y no puedo ver a mis chicos ¿Cómo es posible?".

Las palabras de David son imposibles de refutar, difíciles de responder. Complicadas, tanto o más que el injusto sistema judicial argentino que rige este tipo de casos ...

 

Christian Sanz

(1) Este periódico ha mostrado media docena de casos a través de sus virtuales páginas. Ver https://periodicotribuna.com.ar/articulo.asp?articulo=1440

(2) La Dra. Pérez Catón ha sido denunciada ante el Consejo de la Magistratura por su comportamiento en diversas causas judiciales.

(3) Increíblemente, todas las acciones de Jabad Lubavitch estuvieron encaminadas a quedarse por la fuerza con los hijos de David.

 

3 comentarios Dejá tu comentario

  1. pase por lo msimo ke este señor,con esta misma jueza,me sobreseyeron en las falasas denuncias ke mi ex y su madre hicieron en contra mia,pero asi y todo,esta jueza,no me permite tener un regimen amplio para ver a mi hija,la asistente social de nombre Francelina Represas Boerte,cuando le pregunte porke no podia ver mas tiempo a mi hija,si estaba probado que no le hice nada,me conetsto,"ya sabemos ke no le hizo nada,pero si le hace mas adelante,como quedariamos la jueza y yo??" gente como esta,administra justicia,¿ADMINISTRA JUSTICIA?????

  2. Hola , Pasé por lo mismo que David... parece una constante ya.... Gracias a esto y a esta jueza , no veo a mi hijo desde hace 6 años... Triste ... ya que construyo mi vida con este vacío... En fin...

  3. Todo imaginario. El esposo de Silvina la tuvo dominada todos los anios de matrimonio. Le pegaba, la acosaba, le escondia los documentos o los tiraba. No crean nada que digan contra Silvina !! Ella fue una victima por mucho tiempo !! Arriba Silvina que te queremos mucho y espero que te enncuentres bien.

Dejá tu comentario

El comentario no se pudo enviar:
Haga click aquí para intentar nuevamente
El comentario se ha enviado con éxito
Tu Comentario
(*) Nombre:

Seguinos también en

Facebook
Twitter
Youtube
Instagram
LinkedIn
Pinterest
Whatsapp
Telegram
Tik-Tok
Cómo funciona el servicio de RSS en Tribuna

Recibí diariamente un resumen de noticias en tu email. Lo más destacado de TDP, aquello que tenés que saber sí o sí

Suscribirme Desuscribirme

Notas Relacionadas

Los perversos Jabad Lubavitch

LA SECTA PERVERSA Si no fuera porque hay un hombre desesperado y una secta perversa en el medio, esta sería una historia digna de filmar la más insólita de las películas o escribir el más curioso de los libros. Se trata de una trama cargada de amenazas...