En los últimos días, Alberto Fernández cometió un “sincericidio”. Lo hizo en diálogo con el principal diario financiero del mundo, Financial Times.
Allí mismo, el presidente admitió, no solo que no tiene un plan económico, sino que “francamente” no creía en ellos.
Es curioso, porque siguiendo su historia discursiva hay una contradicción flagrante. Al menos en tres situaciones diferentes. A saber:
1-La mismísima plataforma del Frente de Todos, que se conoció en plena puja electoral de 2019, habla de la necesidad de implementar un programa económico. Lo dice de la siguiente manera: “Las restricciones existentes llevan a plantear la necesidad de implementar un programa macroeconómico y productivo consistente que permita generar un excedente genuino de divisas para garantizar el crecimiento económico y afrontar los vencimientos de deuda externa de los próximos años”.
2-El pasado 10 de marzo, en el programa de Viviana Canosa, Alberto juró y perjuró, no solo que había un plan económico, sino que era “muy claro y es muy simple”. Brevemente lo describió: “Lo que intenta es privilegiar la situación de los que peor están y resolver el problema de la deuda sin posponer el desarrollo argentino. Lo que estamos discutiendo es la letra chica”. El siguiente video, a partir del minuto 25, no deja mentir:
3-Por si fuera poco, el 19 de noviembre del año pasado, el hoy presidente de la Nación tuiteó lo siguiente: “Tuve un diálogo telefónico muy productivo con la directora gerente del FMI. Le transmití mi intención de poner en marcha un plan económico que nos permita crecer para llegar a un acuerdo de pago que podamos cumplir sin más ajuste para los argentinos”.
Frente a lo antedicho, la inevitable pregunta: ¿Cómo darle relevancia y seriedad a las afirmaciones de Alberto, que un día dice una cosa y al otro se desdice, como ocurrió con el caso Vicentin?
En su registro personal hay infinidad de afirmaciones que no toleran el tamiz de su propio archivo, como su pensamiento sobre el memorándum con Irán o incluso su valoración de la figura de Cristina Kirchner.
Dicho sea de paso, respecto de esto último, hay un registro brutal que deja expuesto al jefe de Estado respecto de su pensamiento sobre un eventual “doble comando” en el gobierno.
Entrevistado pocos meses antes de ser ungido como candidato de Cristina —cuando el nombre que circulaba era el de Axel Kicillof—, el mandatario sostuvo: "Yo quisiera que eso no ocurra. Para ser franco: o Cristina es candidata, o Cristina se va a su casa. Porque lo que no podemos hacer es volver a recrear errores del pasado. Yo no tengo ganas de que el poder esté en Uruguay y Juncal y en la Casa de Gobierno haya un títere, un Cámpora al que Cristina le prestó los votos. Eso no lo quiero. O Cristina es candidata y se hace cargo de lo que viene, o Cristina libera a todas las fuerzas y deja que cada uno haga lo que quiera".
Como dice una célebre frase del saber popular, “el pez por la boca muere”.
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