“Parece que le gusta que lo maltraten”, dijo Eduardo Duhalde este sábado. Se refería a la actuación de Alberto Fernández en el acto de este sábado en el Estadio Único de La Plata, donde el kirchnerismo de paladar negro intentó forzar una foto de unidad que no se creyó nadie.
Allí quedaron de manifiesto dos cuestiones: primero, la que manda es Cristina Kirchner; segundo, Alberto Fernández se ha convertido en un lúmpen de la política. Jugando un papel penoso por demás.
Mientras la vicepresidenta lo miraba con desconfianza, el jefe de Estado aseguró que el Frente de Todos "sigue unido como siempre".
Acto seguido, dejó un guiño a Cristina: "El 10 de diciembre del año pasado, mientras mirábamos la Plaza de Mayo, me dijo 'no le preste atención a lo que escriben los diarios, mire a los ojos del pueblo y háblele al corazón`. Hice eso. Fue el mejor consejo".
Curiosas palabras de aquel que, de 2009 a 2018, “maratoneaba” por los medios que ahora repudia —con el grupo Clarín a la cabeza— fustigando la figura de Cristina. Llegando a tratarla de “patética”.
Llegando incluso a ser la persona que llamaba a las producciones de los programas para que lo invitaran.
¿Cómo entender el viraje en 180º de Alberto? Un acusador nato de los desaguisados del kirchnerismo que terminó sucumbiendo a sus dictados.
Ayer nomás, el hoy jefe de Estado avanzó contra el Poder Judicial al puntualizar que quiere "jueces dignos, honestos, probos, que hagan justicia y no que corran atrás del poder de turno".
Paradójico cuestionamiento, porque ¿no fue Fernández el mismo que acusó en 2013 a Cristina de querer “subordinar la Justicia al poder político”? De ese terruño, ahora pasó al lado opuesto, justificando las continuas victimizaciones de su compañera.
Dicho sea de paso, Cristina volvió a cargar las tintas ayer sobre el lawfare, sobre el cual dijo que "es para disciplinar a los políticos, para que nadie se anime a hacer lo que tiene que hacer". Ni ella se lo cree.
Luego volvió a hablar sobre los cambios de gabinete, casi una exigencia en la cara de Alberto: “Les digo a todos aquellos que tengan miedo o que no se animan, por favor, hay otras ocupaciones además de ser ministro, ministra, legislador o legisladora. Vayan a buscar otro laburo, pero necesitamos gente en los sillones que ocupen de ministro, ministra, de legislador o legisladora sean para defender definitivamente los intereses del pueblo".
Traducción: hacen falta funcionarios que defiendan los intereses de la vicepresidenta y la ayuden a avanzar en la radicalización del kirchnerismo.
Por eso, los cambios que vienen serán en las áreas de comunicación, salud y política, según anticipó Eduardo Valdés, autoproclamado amigo del papa Francisco y vocero de CFK.
“Hay que tratar de equiparar salarios, precios, sobre todo de los alimentos y las tarifas”, sostuvo la vicepresidenta. Eso sí, jamás habló de generar más trabajo, solo de la asistencia del Estado.
Lo que viene a nivel económico es lo mismo que ya se vivió. Lo dijo la propia Cristina, al mencionar “lo que hicimos en los doce años que gobernamos y por eso nos votaron”.
Como dijo alguna vez Karl Marx, la historia se repite dos veces… y bla, bla, bla.