“La vacuna contra el coronavirus Sputnik V comenzó a producirse en un reconocido laboratorio privado de la Argentina, luego de un acuerdo con el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), y se espera que la fabricación a gran escala comience en junio próximo”.
A pesar de los bombos y platillos, de la algarabía que provoca la buena nueva, hay un error de comunicación que se les pasó a propios y ajenos: en realidad, no comenzó a producirse nada de nada. Básicamente porque el laboratorio Richmond carece de una planta para llevar a cabo tal tarea.
Lo reconoció el propio Marcelo Figueiras, presidente de esa firma, a diario El Cronista Comercial.
Allí mismo, el empresario reconoció que inició el pasado 16 de abril un “roadshow” para buscar en el mercado de capitales —a través de un fideicomiso financiero, “inversores para construir una planta en Pilar para fabricar vacunas, entre ellas aquellas para el Covid-19, además otros productos biotecnológicos”.
De acuerdo a la nota de El Cronista, “Proyecto V.I.D.A (Vacuna de Inmunización para el Desarrollo Argentino), como se llama la propuesta, busca alcanzar u$s 70 millones antes de junio, mes en que empezaría la construcción de la fábrica y que tendría una duración de 12 meses”.
Este último dato es inquietante y curioso, ya que, según anticiparon fuentes del propio gobierno, las vacunas iban a empezar a fabricarse en junio próximo.
Según Juan Manuel Artola, director ejecutivo del mismo laboratorio, ya tendrían comprometidos el 50% del monto de la inversión. "Muchas entidades públicas ya nos dijeron que van a firmar", explicó al mismo matutino, dejando más preguntas que certezas.
Por caso: si hasta ahora solo se consiguió la mitad de la inversión, a pesar de todas las presentaciones que se hicieron al respecto, ¿cómo hará Figueiras para conseguir la otra mitad del dinero?
A su vez, nace otro interrogante, más evidente: ¿Por qué le dieron este negocio al titular de Richmond, habiendo otras firmas que sí estaban en condiciones de empezar a producir la vacuna ya mismo?
Finalmente, la pregunta más inquietante: el beneficio concedido a Figueiras, ¿tiene alguna relación con el quiebre que se dio en las últimas semanas entre el gobierno y Hugo Sigman, otrora beneficiado con los negocios —léase “negociados”— más jugosos de la vacunación en la Argentina?
Ayer nomás, el siempre sospechado titular de laboratorios mAbxience dejó una serie de aclaraciones en forma de hilo de Twitter, dando a entender que él no ganaba dinero alguno con la vacuna de AstraZéneca, de la cual produce el principio activo.
¿Quiso decir, acaso, que los que hacen negocio son personeros del gobierno de Alberto Fernández? ¿A quién iba dirigida la aclaración? ¿Por qué nadie respondió desde el Ejecutivo?
El oficialismo parece decidido a no hacer comentarios al respecto. Ya tienen claro que, en estos casos, las aclaraciones terminan oscureciendo el panorama.