Alfredo Cornejo se autopercibe como una especie de “maestra jardinera”. Cree que es un gran estadista y que su gobierno fue el mejor de Mendoza.
Es bien cierto que mejoró muchos indicadores de la provincia y que superó a otros mandatarios que lo precedieron, sobre todo del peronismo.
Sin embargo, su mandato no careció de hechos de corrupción y de fuerte presión a los medios de Mendoza.
A estos últimos los doblegó con la pauta oficial, con pagos millonarios que en un país del primer mundo hubieran provocado un escándalo de proporciones. Sencillamente, se trató de dinero a cambio de silencio.
A uno le consta, porque trabajó en los grandes medios de la provincia y sufrió en carne propia esos aprietes de Cornejo. Que llegaron a lugares insólitos, como el hecho de pedir que cambiaran una fotografía suya porque no le gustaba. Y los dueños de los medios, siempre cumplieron obedientes.
La reflexión viene a cuento de las declaraciones que hizo el exgobernador de Mendoza esta semana a alumnos de Diario Perfil, donde dijo textual: “Creo que una democracia sólida y fuerte requiere de la presencia del periodismo investigativo (…) Sin este tipo de periodismo, la sociedad no podría acceder a la dificultad de los problemas, y por ende, tampoco a conocer cuál es la complejidad de las soluciones”.
Cornejo sabe que, gracias a él, en Mendoza no existe el periodismo de investigación, por lo tanto sus palabras suenan a puro cinismo.
Las pocas revelaciones que se han hecho sobre su persona —casi todas efectuadas por quien escribe estas líneas— fueron a fuerza de duras peleas con dueños y directores de medios mendocinos. Y algunas de esas investigaciones derivaron en entuertos judiciales.
En síntesis, si hubiera periodismo de investigación en Mendoza, Cornejo debería estar preso… o al menos complicado judicialmente.