Este sábado se refrendó uno de los momentos más aburridos de la política, que solo les importa a los políticos y, un poco menos, a los periodistas: la presentación de las listas que competirán en las elecciones de turno.
Sobre todo en un país donde siempre son los mismos los que se proponen para manejar la cosa pública. Viejas caras, con sus consecuentes vicios añejos.
La nómina la encabeza Victoria Tolosa Paz, cuyo único mérito es ser la mujer de Enrique Albistur, exsecretario de Medios que debió renunciar en 2009 en medio de severas sospechas de corrupción.
Anteriormente, la mujer fue concejal peronista en La Plata, donde quedó complicada en medio de una investigación por la venta irregular de tierras en Arturo Seguí.
Ello provocó que, en 2009, ediles de la oposición le pidieran explicaciones, no solo por ese hecho, sino además por su abultado patrimonio.
El segundo de Tolosa Paz en la lista es el hoy ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, denunciado por presunta corrupción con los fondos bonaerenses de Covid-19. También estuvo complicado por el expediente Qunita, pero finalmente zafó, como todos los que allí aparecían involucrados.
Otro que estará en la nómina es Leopoldo Moreau, cuyo únicavirtud ha sido esmerilar al radicalismo desde dentro del radicalismo, y alinearse al kirchnerismo. Chupamedismo al poder. Hablando de impresentables, en la Capital Federal aparece el nombre de Carlos Heller, quien carga con severas denuncias en su contra, una de ellas por adulteración de fichas de afiliación en Mendoza, trama revelada por quien escribe estas líneas en 2019.
En la oposición ocurre algo similar: los nombres que se barajan son los mismos que se vienen escuchando hace más de 25 años, con Diego Santilli y Graciela Ocaña en lugares destacados. Esta última con un antecedente fatal: fue ministra de Salud de Cristina Kirchner.
Otros nombres añejos son Hernán Lombardi, ex Secretario de Medios Públicos; y Alejandro Finocchiaro, exministro de Educación de la Nación. Nada nuevo bajo el sol.
Los pocos nombres que se muestran por fuera de los mencionados son casi una farsa, ya que responden a Elisa Carrió, Patricia Bullrich y Jorge Macri.
En terruño mendocino ocurre algo similar: los nombres que presentaron el Frente de Todos y Cambia Mendoza en sus listas carecen de rostros nnovedosos.
Por un lado, Anabel Fernández Sagasti, Adolfo Bermejo, Martín Aveiro, Roberto Righi, los mismos candidatos de siempre dentro del espacio peronista local.
Por el otro, Alfredo Cornejo, Julio Cobos, Mariana Juri, verdaderos dinosauros políticos. Acaso la única novedad sea la presencia del gobernador Rodolfo Suarez en la boleta del radicalismo menduco. Pero tampoco es un recién llegado a la política.
Todo lo contrario: el hoy mandatario provincial tiene todo un historial de cargos, que no carecen de polémica.
Porque hace una década supo ser la mano derecha del entonces intendente capitalino Víctor Fayad, acaso uno de los funcionarios más corruptos de Mendoza.
Suarez no solo calló ante cada acto de corrupción en aquellos días, sino que también los justificó.
Quien escribe estas líneas puede dar fe de ello: en esos días trabajaba en diario MDZ y era el único que destapaba la corrupción capitalina. Eran los idus de 2009/2010.
Para cada pregunta sobre algún hecho de corrupción, incluso cuestiones triviales, Suarez tenía una respuesta de justificación.
Por eso, se insiste: las nóminas que se presentaron este sábado, en Mendoza y Buenos Aires, carecen de la renovación que necesita la política.
Persisten los viejos nombres de siempre, aquellos que nada hicieron para mejorar la vida de los ciudadanos de a pie. Entonces, aparece la pregunta inevitable: ¿Por qué ahora será diferente?