No, la Justicia nunca dijo que Cristina Kirchner no era culpable. Lo que sostuvieron los jueces este viernes es que había otros dos expedientes —”obra pública” y “cuadernos de la corrupción”— que ya vienen investigando a la vicepresidenta por lo mismo que se deja ver en la causa Hotesur/Los Sauces.
Se trata de presunto lavado de dinero en el marco de supuestos sobreprecios en la obra pública. Ergo, sería redundante para los magistrados indagarla en el mismo sentido.
La aclaración viene a cuento de todo lo que se dijo durante las últimas horas, no solo en redes sociales sino también en los grandes medios de comunicación. Donde se habló del sobreseimiento de Cristina como sinónimo de su inocencia. Nada más lejos de la realidad. No es lo que sostiene el fallo de marras.
No obstante, lo ocurrido no deja de ser escandaloso. Por varios motivos: primero, porque la sentencia judicial está calcada de los planteos del abogado de la vicepresidenta, Carlos Beraldi.
Segundo, porque el sobreseimiento llegó antes de que se sustanciara el pertinente juicio oral, que hubiera sido revelador por la maratón de testimonios que se esperaban ver allí.
Tercero, porque no se llegó a avanzar en puntuales peritajes que debía realizar la siempre implacable Corte Suprema de Justicia de la Nación.
En tal contexto, habría un cuarto tópico que no debe dejar de tenerse en cuenta: Cristina venía festejando el fallo desde el jueves pasado, celebración que incluyó “selfies” con sus colegas del Senado de la Nación.
¿Cómo sabía la vicepresidenta que sería sobreseída por los jueces del Tribunal Federal 5? Es la pregunta que queda flotando en el aire desde hace unas horas.
A dos de esos magistrados, Daniel Obligado y Adrián Grünberg, ya los llaman los “nuevos Oyarbides”. En recuerdo de aquella absolución que les “regaló” a Néstor y Cristina a fines de 2009 por “enriquecimiento”. Fallo que costó 8 millones de dólares, a decir del contador de los Kirchner, Víctor Manzanares.
¿Hubo en este caso un pago subrepticio de dinero para “zafar” a la vicepresidenta? Imposible saberlo, pero todas las sospechas son válidas y pertinentes.
Entretanto, hay otra cuestión que debería inquietar ahora mismo a los políticos vernáculos: uno de los “hashtags” que se volvió tendencia este viernes, luego de la sentencia de marras, fue el siempre inquietante #QueSeVayanTodos.
Es una frase que interpela a toda la clase política, no solo al peronismo. Con justa razón: la ciudadanía percibe que la oposición piensa y discute en función de sus propias aspiraciones de cara a 2023.
Luego, frente al feroz avance contra la República por parte de los K, solo atina a hacer catarsis en redes sociales. “¿Para eso les pagamos los sueldazos que les pagamos, para que tuiteen?”, decía ayer una furiosa mujer ante las cámaras de un canal de televisión. Y no se equivocaba.
Jamás hay que olvidar que hace justo 20 años empezaba una de las páginas más trágicas de la historia argentina, que desembocó en la salida de Fernando de la Rúa del poder. La consigna era la misma: que se vayan todos.
Fue el germen que permitió que, dos años más tarde, naciera el incipiente kirchnerismo, con todo lo malo que trajo consigo.
Está claro que tenía razón Karl Marx: “La historia se repite dos veces, la primera en forma de tragedia y la segunda en forma de farsa”.
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