Hace 28 años, en la madrugada del 20 de abril de 1994, Leopoldo "Poli" Armentano, el rey de la noche, caminaba hacia su domicilio, hasta que una voz conocida pronunció su nombre. Se desplomó en medio de la calle.
Una hora más tarde, todavía débil, logró llegar hasta el edificio donde vivía. Dos días después fallecía en el hospital Fernández.
Las investigaciones judiciales realizadas alrededor del caso Armentano presentaron llamativas irregularidades: ausencia de declaraciones claves, testimonios débiles y poco creíbles, evidencias dejadas de lado, acusaciones falsas e incremento considerable del capital del entonces Juez a cargo, Francisco Trovato, entre otras cosas.
Todo supo sumarse al objetivo de no desentrañar la verdad, de seguir ocultando qué ocurrió esa noche, qué personajes rondaban al empresario de las discotecas más exitosas y quiénes y por qué querían su muerte.
Lo cierto es que la "causa Armentano" presenta una explosiva mezcla de drogas, política y poder que no podrá ser descubierta fácilmente, ya que involucra a personas muy importantes de diferentes ámbitos y tal vez sea esta la razón por la cual, en el silencio de la complicidad, muchos haya bogado tanto para que nada se descubra.
El comienzo
Poli Armentano fue asesinado de un disparo en la cabeza el 20 de abril de 1994, a pocos metros de su casa en la esquina de Demaría y Sinclair. Horas antes había compartido una cena en el restaurante El Mirasol con Guillermo Cóppola, Ramón Hernández y otros personajes del entonces entorno menemista.
Según la investigación de quien escribe estas líneas, en su libro “Poli Armentano, un crimen imperfecto”, a este le habían propuesto la noche antes de morir un negocio relacionado con la distribución de drogas en sus locales bailables, que estaba respaldado por el entonces presidente Menem y representado en las personas de su secretario personal, Ramón Hernández y su jefe de custodia, Guillermo Armentano.
En una última cena de Armentano con Guillermo Cóppola, Hernández y otros personajes, la negativa de Poli de ser distribuidor de narcóticos selló su suerte y finalmente le costó la vida. Cóppola ofició de coordinador y uno de sus sicarios, Diego Corzo, le pegó el tiro de gracia.
Poco después de la muerte de Poli, algunas personas relacionaron su asesinato con deudas que nunca había saldado, lo cual no era real.
Sentencia de muerte
Cuando Armentano partió hacia esa última cena, estaba obsesionado con la idea de adquirir las discotecas Caix y Pachá y montar un gigantesco centro de diversiones en la Costanera, con el auspicio de la cervecera Brahma. La empresa brasileña se había comprometido a aportar 4 millones de dólares en cuotas mensuales durante cinco años.
Como ese dinero era insuficiente, Armentano estudiaba vender el contrato a Ramón Hernández, el más poderoso de sus comensales, por 2,5 millones de dólares al contado.
Hernández, poderoso valet presidencial, dijo que sí, pero pidió un gran favor a cambio: el menemismo necesitaba distribuir una enorme cantidad de droga que había ingresado al país como parte de pago por el contrabando de armas a Ecuador y Croacia y Cóppola, por su parte, quería inundar los boliches con una nueva droga que estaba haciendo estragos en las playas de Ibiza: el éxtasis.
Ya estaba todo planeado y hasta habían confeccionado un croquis para que Poli viera lo sencillo que era hacerlo a través de sus boliches bailables. Todo estaba previsto, menos la negativa de Armentano quien, como pudo, escapó del lugar. No había probado bocado.
De repente, había descubierto que el presidente de su país era un hombre vinculado al mundo de las drogas. Un gran secreto que no podía develar y que le costaría finalmente la vida.
Nunca se investigó a fondo los últimos movimientos de Armentano ni se llamó a declarar jamás a los tres comensales más sospechosos que estuvieron con él en la fatídica cena: Ramón Hernández, Guillermo Cóppola y Juan Carlos Guglietti, tres enigmáticos personajes que de la nada pasaron a manejar intereses muy pero muy importantes.
La madre de Poli murió en 2004, en medio de una brutal pelea para que el crimen de su hijo fuera esclarecido. La causa prescribió.
Es simple a Armentano no le disparó ningún sicario, independientemente que su muerte podría haber beneficiado a personajes pesados, si lo hubiera hecho éste NO HUBIERA SOBREVIVIDO A LOS DISPAROS, y no hubieran usado un calibre 22 para dispararle, que es una arma no suficientemente poderosa para los crímenes de sicarios, que usan habitualmente 9 mm o calibre 40. Para mi a Armentano lo mató directamente una mina despechada(ella misma), ergo, un crimen pasional, por ahí habría que haber buscado.
DON PETROSINO: El arma preferida de los sicarios es el 22. La bala se fragmenta y es dificil de rastrear. Hablamos de un asesino profesional, no de loquitos que por 4 lucas salen a tirar tiros. Ademas, no se de donde saca lo de la "mujer despechada". Es un comentario de almacen, sin asidero alguno.
Ya sabemos que Pepe es una persona sumamente conspiranoica. Seguramente debe pensar que lo mató una judía sionista y sinarquica...
Qué nota más pedorra, sos tan malo escribiendo Sanz, y te creés que sos Capote