Tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio viven días de creciente convulsión interna. Ambos espacios ostentan diferencias que ahora mismo parecen irreconciliables, pero uno y otro tienen lógicas y derivaciones diferentes.
Respecto del oficialismo, la grieta pareciera no tener vuelta atrás. El cristinismo se ha decidido a no facilitar ningún tipo de acercamiento y Alberto Fernández tampoco lo intentará.
Es el gran fracaso de las segundas y terceras líneas del Frente de Todos, que hicieron todo lo humanamente posible para revertir la ruptura y no lo consiguieron. Siquiera mínimamente.
Entretanto, el presidente ha anticipado que buscará su propia reelección en 2023, apoyado en puntuales intendentes del conurbano y gobernadores ad hoc. Son los que aportarán la “caja”.
Por su parte, el kirchnerismo ha comenzado el lento proceso de entronizar como candidato presidencial a Eduardo “Wado” De Pedro, quien arrancó la gesta con un viaje a Israel que tuvo una exagerada cobertura por parte de la agencia estatal Télam.
La construcción de la figura del ministro del Interior será una tarea compleja para el cristinismo, no solo por sus dificultades para el habla —es tartamudo— sino también por su conocida moderación discursiva. Está más cerca de la impronta de Alberto que la de Cristina.
Ergo, habrá que hacer un enorme trabajo para instalarlo, sobre todo a nivel mediático. Allí se dará la madre de todas las batallas. Sobre todo en la TV Pública.
Por eso, Alberto se apuró a confirmar a Rosario Lufrano como titular de Radio y Televisión Argentina durante los próximos 4 años. Sin que nadie se lo pidiera.
No obstante, las divisiones ya se empezaron a manifestar en los medios públicos: esta misma semana, se lo escuchó al director Ejecutivo de la TV Pública, Claudio Martínez, discutiendo a los gritos con Lufrano. La continuidad del histórico productor no estaría garantizada.
Las mismas tribulaciones suceden en C5N y otros medios K. ¿A quién bancar en la pelea intestina que vive el Frente de Todos? ¿A Cristina, por afinidad, o a Alberto, por la caja?
En otro orden de cosas, un grupo de exfuncionarios corruptos está a punto de volver a gestionar Yacimientos Carboníferos Río Turbio. Todos vinculados al siempre incombustible Julio De Vido.
El primero de ellos es Miguel Ángel Larregina, quien fue eyectado oportunamente luego de que la Justicia lo condenara en primera instancia por el cobro de 50 millones de pesos por una calle que nunca se hizo. El regreso será de la mano de su esposa, Marta Pérez, también sancionada en su momento. No es todo: también volverá Juan Marcelo Vargas, amigo de Roberto Baratta.
Mientras tanto, el que se encuentra armando sus valijas es el Interventor actual de YCRT, Germán Arribas. Hace bien.
Y si de escándalos se trata, esta semana se presentará la nueva estructura del Ministerio de Seguridad de la Nación y se anunciará la creación de una “Unidad de precursores químicos”, que estará a cargo de un hombre de Aníbal Fernández.
Para que se entienda, este último, siempre sospechado por sus vínculos narcos, va a aglutinar el control de las sustancias utilizadas para producir y “estirar” drogas prohibidas. No hay remate.