Era inevitable que ocurriera, más temprano o más tarde. Alguna vez Alberto Fernández debía quebrar su endeble alianza con Cristina Kirchner, nacida al calor de la caprichosa necesidad de llegar al poder, a como sea.
Este cronista lo dijo apenas se supo que el “agua” y el “aceite” se unirían para alcanzar el podio de la Casa Rosada. También hicieron lo propio infinidad de colegas, anticipando lo que era más que obvio.
Porque, hay que decirlo, Alberto y Cristina jamás se bancaron, ni un poquito. Tienen ideas radicalmente opuestas de la política e incluso de la vida.
Funcionó la tregua un tiempo nomás, como funcionan siempre los matrimonios por conveniencia, pero siempre llega el momento del fin. Y el problema es ahora qué ocurrirá con los “hijos”. ¿Irán con el padre o la madre? Se presume que la mayoría seguirá a la vicepresidenta, y unos pocos leales seguirán acompañando al presidente.
En su nube de pedos, Alberto sueña con ser reelecto el año que viene, pero es imposible que ocurra, porque su gobierno ha sido un completo fracaso. Y su imagen se encuentra por el piso. Hay encuestas que le dan un paupérrimo 20% de aceptación. La nada misma. Y es un número irremontable, ciertamente.
Sobre todo en el marco de una economía a punto de explotar, con una inflación que superará holgadamente el 100% anual y una pobreza que crece sin cesar.
No obstante, como es usual en él, el hoy presidente cree que con algunos gestos políticos logrará revertir la tendencia negativa que lo acompaña. Ello explica el nombramiento de tres mujeres en ministerios clave.
También su incipiente discurso en el coloquio de IDEA, donde lanzó durísimas acusaciones contra el kirchnerismo: “Yo desafío a los empresarios: en este gobierno, ¿alguien les pidió un centavo para hacer obra pública? ¿Alguien les pidió algo? ¿Alguien los mandó a espiar? ¿Alguien usó la AFIP para que se metan en las empresas de aquellos que nos critican?”, preguntó retóricamente el jefe de Estado.
Todo ello apunta a un inequívoco lugar: el gobierno de Cristina Kirchner, quien se caracterizó por la corrupción en la obra pública, el feroz espionaje y el apriete de la AFIP hacia los “enemigos del modelo”.
Por si quedaba alguna duda respecto del destinatario de su mensaje, Alberto dijo que no buscaba que en su Gobierno pregone “ni la prepotencia de los soberbios ni el coraje de los mercenarios”. De paso, le pegó también a Juntos por el Cambio.
Finalmente, le dejó un mensaje a la propia Cristina: “Muchas veces me dicen que soy débil, que tengo que ser más fuerte y corajudo. Yo sigo creyendo en el diálogo. Seré débil eh, seré re débil, pero el que afrontó la deuda con el Fondo se llama Alberto Fernández. El que afrontó la pandemia se llama Alberto Fernández”.
Desde el kirchnerismo puro no le han respondido aún y se especula que el único que lo haga sea Horacio Verbitsky a través de su blog “El cohete a la Luna”.
No será lo más complicado que deba enfrentar el jefe de Estado: se aproximan interminables protestas de diversos movimientos sociales. Algunas —la mayoría— son genuinas y entendibles, pero otras están insufladas al calor de la política.
Como se sabe, el kirchnerismo dirime sus internas en la calle, y el siempre temido diciembre está a la vuelta de la esquina. Por lo pronto, el dirigente del Movimiento Evita Emilio Pérsido, se “acordó” de empezar a criticar a Alberto, lo hizo apuntando contra el programa de Precios Cuidados. No es casual ni gratuito.
En otro orden de cosas, está por estallar un escándalo de proporciones referido a la empresa estatal Trenes Argentinos, donde los propios funcionarios, a través de oportunos testaferros, participan en millonarias licitaciones que allí se llevan a cabo, sobre todo en el ramal Roca.
En la trama aparecen también puntuales gremialistas de la Unión Ferroviaria, con enorme peso dentro de la firma. Principalmente tres: Daniel Mujica, Karina Benemerito y Sergio Sasia, quienes despuntan con viajes por el mundo, autos cero kilómetro y otras ostentaciones ad hoc.
Por caso, Mujica, otrora vinculado al fallecido José Pedraza, se florea en un ostentoso Mercedes Benz. Está claro que a la hora del choreo, no hay grieta social.
En el contexto mencionado, un alto funcionario de Trenes Argentinos viene pidiendo informes a los capitostes de esa firma para saber qué empresas intervinieron en los últimos años en licitaciones y contrataciones. Pero no tiene éxito en su solicitud.
“Me enviaron un informe muy pobre, porque aparece la descripción muy por arriba de las licitaciones y empresas, y solo acotado a los años 2018 y 2022 . Yo había pedido mucho antes”, dijo el hombre a Tribuna de Periodistas, quien anticipó que reiterará su pedido.
Finalmente, como anticipó quien escribe estas líneas, los últimos 5 detenidos por el incidente del avión venezolano-iraní fueron liberados y eximidos de culpa y cargo. Los otros “zafaron” algunas semanas antes.
Lo advirtió este cronista el pasado 13 de junio, apenas iniciado el escándalo de marras: “Lo que surgirá de allí es obvio: todo quedará en la nada misma. Porque no hay nada de nada”.
En aquella crónica fueron refutados reputados colegas de grandes medios, de la talla de TN y La Nación Más. Que se mandaron el papelón de sus vidas.
¿Pedirán disculpas por las animaladas que dijeron durante meses y meses? Uno presume que no, pero…. ¿quién sabe?
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