El avance de la droga en Mendoza y el país es elocuente. Puede verse por doquier, a través de la materialización de grupos narcos que se multiplican por todos lados. En progresión geométrica.
A nivel local, el fenómeno se deja ver en la aparición de “kioscos” de drogas en barrios periféricos de los diferentes departamentos mendocinos. También en puntuales grupos barrabravas que parecen intocables.
No es todo: el caso de las joyerías Stéfano Cannella demostró que hasta los grandes empresarios se han metido en el negocio. De la mano de políticos de ocasión, siempre sospechados de sus lazos con el mundo de los narcóticos.
A nivel nacional es aún peor. El caso de Rosario es un gran ejemplo, pero no es el único. En ciertos feudos gobernados desde hace décadas por los mismos tipos, los estupefacientes se han convertido en un negocio de la política. Santiago del Estero, Tucumán y Formosa son excelentes ejemplos.
Sin dejar de mencionar que hay funcionarios de la talla del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que están enchastrados de lleno en el narcotráfico y el mundo del crimen organizado.
El problema de fondo es más que obvio: pibes cada vez más jóvenes que se drogan y se convierten en zombies sociales. Con el consiguiente deterioro de sus lazos sociales y familiares. Muchas veces irrecuperables.
Ello sin mencionar la espiral de violencia que genera la droga, cuyo espejo, como se dijo, puede verse en Rosario.
En ese contexto, sorprende que no existan, ni en Mendoza ni en el país, campañas que alerten sobre el uso de narcóticos, como solía verse hace décadas. Las últimas fueron durante el gobierno de Carlos Menem.
Ergo: ¿Cómo es que la política destina millones y millones de pesos para promocionar pelotudeces de diversa índole y no se mete en esta problemática?
Amerita que ello ocurra de una vez y por todas. Con medidas complementarias que ayuden a entender el fenómeno. Sobre todo a los más jóvenes.
En principio, debería haber charlas en los colegios y otros lugares donde suelen juntarse los adolescentes. También deberían ser formados los padres, para que sepan cómo enfrentar una situación que es más compleja de lo que se cree. Y cuando llega, es casi imposible de manejar.
No debe subestimarse al narco, jamás. Los barones de la droga son tipos muy inteligentes, que en general no se drogan ni dejan que sus hijos se droguen.
Porque conocen la gravedad del abuso de sustancias prohibidas, que muchas veces lleva a la muerte.
Por eso, desde este humilde lugar, Diario Mendoza Today hace un llamamiento a las autoridades, locales y nacionales, para que se empiece a tomar cartas en el asunto. Que se motorice algún tipo de campaña que alerte sobre los narcóticos.
Se trata una cuestión de vida o muerte. Literal.