Uno venía con tremendas ganas de apoyar al gobierno de Javier Milei. Sobre todo después del latrocinio cometido por el kirchnerismo, que no dejó caja por saquear ni desaguisado por cometer.
Para ello, se obviaron muchas de las incorrecciones y contradicciones del libertario, que fueron múltiples y variadas. Sobre todo en lo que refiere a la casta política. Basta notar que más de la mitad de los que acompañan al presidente pertenecen a aquella antojadiza categoría.
Más aún: muchos de los funcionarios que ha designado —o que permanecen en sus cargos— son del riñón de Sergio Massa, a quien sabe sospecharse de haber “creado al monstruo” liberttario. A esta altura, ello parece real.
No solo por lo inexplicable de sostener a tantos personajes cuestionados, sino también —sobre todo— por su mutismo respecto de los desaguisados del propio Massa, a quien este periodista supo denunciar en agosto de 2022 por enriquecimiento ilícito.
Como se dijo, a pesar de todo ello uno optó acompañar a Milei, al menos regalarle un “changüí”. A ver qué onda.
Pero el presidente decidió en persistir en sus incongruencias, llegando a niveles sorprendentes. Escraches y descalificaciones por doquier. Acusaciones de corrupción sin sustento. Y el extremo de enfrentarse a la cantante Lali Espósito. Algo jamás visto… salvo durante el kirchnerismo.
¿En serio el tipo que maneja los destinos de un país destrozado se toma el tiempo de pelearse con un personaje de la farándula vernácula? ¿Qué sigue luego, cuestionamientos al payaso Piñón Fijo?
Las impulsivas reacciones del presidente, que saben exteriorizarse en sus redes sociales, denotan un estado mental que no encajarían en los cánones de la “normalidad”, dato que, dicho sea de paso, se aparece inquietante.
Ello a su vez se alimenta por la soberbia que sabe caracterizar al libertario, nada afecto a la autocrítica. Rodeado por una legión de tuiteros fanáticos, que se manejan como una verdadera secta. Muchos de ellos presumiblemente a sueldo del Ejecutivo nacional.
Todo lo antedicho configura un combo explosivo, que no podrá llevar a nada bueno. Y es una pena, porque gran parte del plan económico que impulsa el mandatario parece ser la solución que necesita la Argentina para salir del brete que la complica en estas horas.
Mientras uno termina de escribir estas líneas, más y más referentes de la cultura, la política y las artes en general se solidarizan con Lali. Entretanto, Milei insiste en subir la apuesta contra ella, con absurdas frases sobre duraznos y pelusas.
Alguna vez, alguien atribuyó a Albert Einstein una frase que bien cabe en medio de esta discusión: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Teléfono para el presidente.