Nada nuevo bajo el sol. No hubo nada que no hubiera sido previsto hasta por el menos imaginativo. "¿No podemos tener una reunión sin hablar de retenciones?", fue la frase que disparó Cristina Kirchner no bien empezó el encuentro con los dirigentes de las entidades agropecuarias, condicionando todo lo que después podría ponerse sobre la mesa. El gesto de los ruralistas fue indisimulable, especialmente el de Eduardo Buzzi.
"Presidenta, le pido que suspenda la aplicación de la resolución 125 hasta que se expida el Congreso", pidió Mario Llambías frente al silencio de los demás. "Como una jugadora de póquer experimentada, no se le movió un pelo; me miró y no me dijo nada", describiría posteriormente el líder ruralista.
Cuando se le preguntó si había "alguna instrucción" para votar a libro cerrado el proyecto sobre retenciones móviles enviado al Parlamento, Cristina no dudó: "La única ley que se trató a libro cerrado en este país fue el Código Civil de Vélez Sarsfield".
"Nosotros queremos que se abra el debate", insistieron una y otra vez los dirigentes ante la sordera oficial. Cristina tomó aire y pronunció la frase que citó a Vélez Sarsfield. Quería cambiar de tema de una vez por todas.
Antes de que alguien volviera a insistir sobre el tópico, la Presidente echó en cara a los dirigentes el tema de los cortes de ruta. Lo hizo con tal vehemencia que todos entendieron que no había lugar para insistir en ninguna postura.
Acto seguido, miró a Hugo Biolcati, vicepresidente de la Sociedad Rural y le espetó: "Cuando necesite hablarme, no se quede golpeando la cacerola en la quinta de Olivos. Me toca la puerta y lo hablamos". El comentario tuvo que ver con la participación del dirigente en el cacerolazo que el lunes 16 de junio se dio frente a la residencia presidencial. El clima de tensión llegó a tal punto que en ese momento el aire se podía cortar con un cuchillo poco afilado.
Rápido de reflejos, Eduardo Buzzi pidió disculpas por sus polémicas frases en el multitudinario acto que el campo hizo en Rosario. En sentido contrario, Cristina nunca pidió perdón por sus acusaciones de "golpistas" a los dirigentes. No sólo no rectificó sus palabras, sino que se animó a más: "Si quieren cambiar el modelo, se presentan como partido político y listo".
Así siguió el meeting, entre reproches, cortocircuitos y frases poco conducentes que culminaron a las apuradas porque la primera mandataria debía presidir otro acto en la Casa de Gobierno. Cabe preguntarse entonces: ¿Sirvió para algo la reunión? Por el gesto de fastidio de los dirigentes, pareciera que no.
Al oficialismo, al contrario, le sirvió y mucho. No sólo demostró una gran voluntad de diálogo —aunque engañoso, pero diálogo al fin—, sino que neutralizó la gestión que los dirigentes iban a realizar en el Congreso Nacional a la misma hora del encuentro en Balcarce 50.
Lo más paradójico es que el desconcierto al final del encuentro fue mayor que al inicio. Aún no se sabe si habrá una nueva reunión ni cómo se abordarán los demás reclamos del campo: el precio de la leche cruda, las exportaciones de trigo, la crisis de la ganadería y las problemáticas de las economías regionales.
Finalmente, si algo faltaba para enojar a los dirigentes del agro, fue la insólita conferencia de prensa brindada por dos impresentables: el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el ministro del Interior, Florencio Randazzo. Allí, el oficialismo mostró un archivo de Power Point —diapositivas— que mostró que, durante los meses de conflicto, habían crecido las exportaciones agropecuarias, sobre todo de granos.
"La Presidenta puso de relieve información de la Aduana que le preocupó, que es ver cómo en estos 100 días de paros y cortes de rutas las exportaciones siguieron creciendo (...) En total, hubo un 28 por ciento más", sostuvo el jefe de Gabinete.
El enojo del campo fue mayúsculo y su respuesta no tardó en llegar: "Son datos de los exportadores que tenían comprados los granos desde antes, y no de los productores", replicó Biolcatti ante la consulta de diario La Nación.
En el mismo sentido opinó Ricardo Baccarín, de la corredora Panagrícola: "El aumento de los precios internacionales de las commodities, que en algunos casos, como la soja, alcanzó un porcentaje del 50 por ciento en dólares respecto de 2007, determinó ingresos mucho mayores, que no necesariamente implican volúmenes exportados mayores".
¿Conclusión? No hubo definiciones concretas de ningún tipo. Alberto Fernández admitió que los problemas del sector se discutirán en la Secretaría de Agricultura, en coincidencia con Cristina Kirchner, que aseguró que la resolución se discutiría en el Congreso. Lo concreto es que no se puso fecha para ningún otro encuentro.
Concluyendo
En estas horas, el kirchnerismo opera fuertemente en el parlamento para que sus diputados refrenden la polémica norma 125, apelando a todo tipo de recurso, inclusive al más imperdonable chantaje. Si no alcanza, se recurrirá a las famosas "carpetas" con antecedentes de los legisladores —ya mismo se está instruyendo a medios kirchneristas por las dudas— y al apriete a través de las organizaciones ya conocidas.
Al mismo tiempo, funcionarios de segunda y tercera línea trabajan incansablemente en el pretendido acuerdo del Bicentenario a pedido de Cristina. Son las dos cartas más fuertes que el oficialismo se juega en estos días para poner a prueba su propia gestión.
No es poco.