Néstor camina y maldice. Habla por teléfono y sigue maldiciendo. Las cosas no están saliendo como esperaba y las horas van acortando los tiempos. Los senadores van trocando su posición inicial en detrimento a los intereses K y no hay prebenda que alcance para reencauzarlos.
Lo mismo sucede con los informes que llegan al escritorio de Cristina: todos hablan de una masiva convocatoria al acto del campo. La presidente maldice también, sabe que no hay manera de igualar semejante convocatoria, y menos aún de manera espontánea.
Las estimaciones hechas, luego de un enorme esfuerzo "financiero" para rentar a los manifestantes, dan al oficialismo la friolera de 60 mil posibles concurrentes al acto. El campo espera, al menos, el doble de asistentes.
Más allá de los fríos números, ¿puede compararse una convocatoria espontánea con una arenga rentada como la que ha preparado el kirchnerismo? ¿Cree el gobierno acaso que la ciudadanía se traga la supuesta espontaneidad de los concurrentes por parte del enriquecido Hugo Moyano o de ciertos municipios pauperizados del conurbano?
Ambos actos son cosas diferentes y así han sido concebidos. El campo protestará fuertemente contra las políticas oficiales en torno a las confiscatorias retenciones y el gobierno hará una demostración de fuerza, en una pulseada que nadie ha desafiado jamás. Por si hubiera alguna duda del espíritu del acto kirchnerista, baste ver que la arenga de Néstor se hará frente al Congreso de la Nación: una inequívoca señal de que se intenta doblar la voluntad de los senadores díscolos.
Otrora, la cooptación a los legisladores se hacía de manera sutil, a través de terceras personas y con mensajes indirectos. Los Kirchner han cambiado las reglas del juego: hoy, diputados y senadores son amenazados, prepoteados y hasta presionados por teléfono. ¿Tanto se ha acostumbrado la ciudadanía a los aprietes que a nadie llama la atención?
Lo cierto es que el oficialismo está sumamente preocupado por un eventual fracaso en la sesión de mañana en el Senado, donde debe ratificar las retenciones móviles. Después de un "informe de daños" desde el Congreso —más grave que el esperado—, Cristina resolvió ponerse al frente de las negociaciones para garantizarse el número suficiente a efectos de aprobar la norma. Así, comenzaron a desfilar por el despacho presidencial los senadores que se habían puesto en contra del intragable proyecto oficial.
A la riojana Teresita Quintela, luego de asegurar que las retenciones son inconstitucionales, la "invitaron" a concurrir a la enorme oficina de Cristina. Por las dudas, le reforzaron la visita con una pasada por la Jefatura de Gabinete.
Idéntico tratamiento tuvo su coprovinciana Ada Maza, la misma a quien los Kirchner no quisieron atender cuando pidió ayuda para su destituido hermano.
No fueron las únicas: pampeanos y misioneros también tuvieron su minuto de gloria en el despacho presidencial. La ronda de visitas continuará durante todo el día de hoy, incluso al mismo tiempo que Néstor esté arengando en su acto.
Mientras, en el Monumento de los Españoles, las entidades del campo darán la madre de todas las batallas. La batalla contra la ignorancia K.