Avanza sin prisa, pero sin pausa, la causa judicial por medicamentos adulterados que lleva adelante el juez Federal Norberto Oyarbide. De a poco, los anticipos de Tribuna de periodistas se van confirmando, incluso en lo referente a la participación del enriquecido sindicalista Hugo Moyano en la trama del escándalo. ¿Será por este motivo que Oyarbide impuso secreto de sumario en el expediente de marras?
Más temprano que tarde, se sabrá que Moyano está fuertemente vinculado con droguería Urbana, perteneciente a su ¿testaferro? Marcos Daniel Hendler. Este último a su vez está relacionado al ex superintendente de Servicios de Salud, Héctor Capaccioli.
Lo cierto es que Droguería Urbana aportó dinero para la campaña del Frente para la Victoria en el año 2007 y está relacionada con la red de empresas que aparecen en la trama de los remedios adulterados.
¿Cómo hará Moyano para sortear este rozamiento, en momentos en los que su poder declina sin cesar?
El regreso de los muertos vivos
Hace unas horas, en el Hotel Sheratón de la calle Leandro N. Alem 1151, ocurrió un particular evento titulado "Reforma Obama. Propuestas de cambio del Sistema de Salud en EEUU", auspiciado por la obra social ASE.
Allí, un grupo de disertantes habló sobre el tópico referido. Se trató de supuestos especialistas en la materia, entre los cuales llamó la atención un nombre en particular: Néstor Vázquez, ex gerente de la Superintendencia de Servicios de Salud y uno de los mayores involucrados en la trama de corrupción oficial que se dio a conocer tras el escándalo de los medicamentos adulterados.
Vázquez es socio de Néstor Lorenzo y fue apadrinado por el sindicalista José Luis Lingeri. A su vez, está fuertemente comprometido en la trama de coimas y negociados de la Superintendencia de los últimos años, en detrimento de la salud pública.
Sin embargo, a pesar de esos antecedentes, Vázquez habla del tema salud como si fuera una maestra jardinera. Con una total caradurez.
Es una postal de la hipocresía del ser argentino. Es una postal de nosotros mismos, mal que nos pese.
Christian Sanz