Durante años, a partir de la asunción al gobierno nacional por parte de Néstor Kirchner, en mayo de 2003, el oficialismo de turno ha sabido manejar a los grupos de poder sobre la base del temor, a raíz del más puro apriete. De esa manera, siempre que se necesitó respaldo oficial para sostener alguna medida concreta, se convocó a mandatarios comunales y provinciales, empresarios y referentes de diversa índole, a través de la más cruda coacción.
Según quien fuera el interlocutor de turno, se presionó siempre a través de la reticencia de fondos frescos para obras públicas, contratos con el Estado o promesa de cargos concretos en áreas clave de la política y la economía vernáculas.
El costo siempre fue más alto que el beneficio, sobre todo porque pocas veces el oficialismo cumplió con la palabra pactada. Ergo, aquellos que se “prendieron fuego” mostrando apoyo oficial al matrimonio Kirchner, debieron sufrir el descrédito social para finalmente quedarse con las manos vacías.
A pesar de ello, la trampa oficial siempre surtió efecto y, cada vez que fueron llamados, esos mismos referentes volvieron a prestar sus figuras para la foto.
En muchos casos, como se dijo al principio de esta nota, el factor que operó para que el “presentismo” fuera exitoso, ha sido el más puro temor. Hay que decirlo: el aparato del gobierno sabe moverse en varios frentes al mismo tiempo para lograr la sumisión total.
La metodología de marras fue muy bien descripta hace poco más de un año por un conocido empresario de la alimentación, hoy alejado del Gobierno: “yo solía ir a todos los actos oficiales, más que nada para no perder algunos de los convenios que ya teníamos con el Gobierno; pero un día estaba mal, muy enfermo, y avisé temprano que no iría al acto de ese día, fue a mediados de 2008. En eso me llama Néstor en persona y me echa en cara que había estado reunido con gente del PRO en Puerto Madero. ¡Era cierto! Había ido a una reunión abierta, con periodistas y todo, pero ahora Néstor me estaba mandando un mensaje directo: te tenemos monitoreado. Obviamente, tuve que ir esa noche a hacer acto de presencia”.
Los testimonios de empresarios y referentes se multiplican por docenas. Todos admiten haber sido grabados, filmados o interceptados en sus mensajes electrónicos por email, y luego presionados a través de los datos obtenidos ilegalmente.
“Nunca me pudieron reprochar algo que estuviera mal, porque no ando en ninguna, pero imagináte que se te frunce el trasero el sólo hecho de saber que te espían”, admitió el empresario antes referido.
Como sea, la presión coordinada en todos los puntos neurálgicos al mismo tiempo –la intimidación, la cooptación y las promesas oficiales-, ha demostrado una efectividad casi perfecta al kirchnerismo y ese es el motivo por el cual se sigue utilizando la misma polémica metodología. Si hubiera que arriesgar una cifra de eficiencia, esta superaría fácilmente el 90%.
Sin embargo, en la conferencia de prensa del pasado martes, donde Cristina habló sobre la supuesta expropiación de Papel Prensas, esa lógica perversa parece haberse quebrado por completo. Lo interesante es que no ha sido un quiebre gradual, sino repentino y sorpresivo.
La ausencia de relevantes empresarios –otrora infaltables concurrentes oficiales- y de importantes referentes de la política, muestra a las claras que se ha perdido todo temor a los aprietes oficiales.
Si bien la lectura del hecho no es lineal –tiene diversas interpretaciones-, la mayoría de esas ausencias se debió al cansancio físico, psíquico y moral de quienes se sienten hoy agotados de una forma de hacer política que se basa en el prepoteo oficial. Por otro lado, nadie quiere aparecer respaldando una medida que choca con la seguridad jurídica más básica. “Hoy le toca a Papel Prensa, pero, ¿quién me asegura que mañana no le pase lo mismo al banco que represento?”, se preguntó retóricamente un banquero que supo ser oficialista y que ahora se animó a pegar el faltazo.
La lectura de lo ocurrido es trágica para el kirchnerismo, porque augura importantes ausencias en los futuros actos de gobierno, los cuales estarán íntimamente relacionados con la campaña 2011.
Si ya nadie les teme, a sabiendas de que su poder está cimentado sobre la base de ese mismo temor, ¿cómo harán los Kirchner para seguir avasallando todo lo que encuentran a su paso?
El silencio oficial de estas horas tal vez tenga que ver justamente con eso. Quienes conocen a Néstor Kirchner, aseguran que es un hombre temeroso y que se muestra prepotente para tapar ese mismo miedo de cara a la sociedad.
Tal vez sea Benedetto Caetani quien mejor defina su idiosincrasia, cuando asegura que “la más peligrosa de todas las debilidades, es el temor de parecer débil”.