Debieron pasar más de ocho años para que el Gobierno de los Kirchner descubriera que el sistema de subsidios es inviable. Peor aún, lo descubrió después de las elecciones del pasado 23 de octubre.
Una obviedad: decirlo antes hubiera significado una hemorragia de votos que no le hubieran permitido a Cristina Kirchner ganar con tanta holgura.
¿Por qué esperó tanto el oficialismo para tomar esta medida, cuando incluso economistas alineados a la gestión K advirtieron sobre los peligros de sostener semejante sistema? Silencio oficial.
¿De qué se trata la medida? Según refirió el ministro de Economía, Amado Boudou —junto a su par de Planificación, Julio de Vido— habrá una quita de 100 por ciento en los subsidios a empresas del sector de combustibles y procesamiento de gas natural que, según sus propias palabras, “generará una reducción de 3.468 millones de pesos para el Estado.”
"Se trata de la quita de 100% de los subsidios de las empresas de mayor nivel de facturación en los sectores de combustibles, procesamiento de gas natural, biocombustibles y aceites y agroquímicos, cuatro sectores que tendrán un impacto de 3.468 millones de pesos en reducción de subsidios", detalló Boudou aunque no dijo cómo se hará efectiva la medida.
En el mismo sentido, el vicepresidente electo se preocupó en remarcar que "ninguna de las medidas que estamos tomando afecta a ninguna pequeña y mediana empresa, en el entendimiento de que son las de menor capacidad contributiva y las más dinámicas en la creación de empleo formal".
La movida no es desacertada, sino todo lo contrario. Eso sí, debería mover a la reflexión a aquellos relevantes funcionarios del kirchnerismo que durante todos estos años defendieron el oneroso sistema de subsidios públicos que hoy hizo implosionar a su propio sistema.
A veces no es conveniente ser tan cabeza dura: un poco de humildad para admitir los errores bien pueden traducirse en el ahorro de miles de millones de pesos a lo largo de los años.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1