Con el gabinete de Gobierno y la Legislatura como escenarios centrales, el esquema de poder que regirá en la Provincia en los próximos tiempos comenzó finalmente a tomar forma en los últimos días.
Un diseño que cobra trascendencia porque la magnitud de la victoria del oficialismo en los comicios ha venido a reforzar aún más su dominio en todos los centros de decisión, pero vino también a remarcar los contornos de sus grupos internos y sus pulseadas intestinas.
En la Legislatura, un contramovimiento parece haber repuesto a un representante de la fortaleza político-electoral de una parte del Conurbano, y consecuentemente de sus intendentes —es decir, del peronismo histórico, alineado en el kirchnerismo—, en la presidencia de la Cámara de Diputados. Horacio González, dirigente de la zona norte-oeste de esa región, seguirá en ese cargo.
Eso será todo para el llamado "poder territorial" del Conurbano. El sur de la región, donde el oficialismo se alzó en todas las categorías en juego en las elecciones con más de un millón y medio de votos —y, sobre todo con una diferencia sobre las segundas listas de 1,3 millones— y se quedó, por ejemplo, con los nueve senadores provinciales que se elegían por esa región, no tendrá representación de sus intendentes en las conducciones de las Cámaras, aunque sí tiene a un hombre de la zona en un cargo clave, el futuro vicegobernador y presidente del Senado, Gabriel Mariotto.
Es que el resto de las autoridades que ostentará el oficialismo se repartirá por sectores internos. Y será monocolor. Los grupos ultra K y cristinistas ocuparán la vicepresidencia "con firma" de Diputados (José Ottavis, La Cámpora), el mismo cargo en el Senado (Sergio Berni, Casa Rosada) y las jefaturas de los bloques (Juan De Jesús, "ala" Amado Boudou, en Diputados; y Cristina Fioramonti, K de la primera hora, en el Senado).
Esa distribución se traduce por estas horas en el espacio del peronismo bonaerense en una clima de tensión y ebullición, que incluye enojos de resignados que no derivarán en intentos de rebelión (como los que campean en el bloque de senadores), y en broncas de indignados que se disponen a dar batallas por torcer algunas designaciones aunque difícilmente den resultado, ni aún cuando, notoriamente, la elección de De Jesús genera resistencias desde más de un sector.
Pero en términos de la dinámica interna del oficialismo, el dato superlativo es que, finalmente, el gobernador que obtuvo el 55 por ciento de los votos no tendrá representantes en el manejo de la Legislatura.
Por estas horas, desde algunos despachos se recuerda que a Daniel Scioli "nunca le interesó" que sus hombres ocuparan esos cargos, confiado en que su relación con ese Poder se basa en su capacidad de diálogo y consenso. Y es cierto.
Pero también es verdad que ahora se está definiendo un nuevo esquema de mandos en la Provincia, signado por la irrupción de grupos ultra K que hasta ahora no tallaban en el mapa bonaerense político bonaerense y que nada será igual.
Desde el 10 de diciembre, por caso, el bloque de diputados estará presidido por un hombre —De Jesús— que no se habla con el jefe de Gabinete de Scioli, Alberto Pérez, encargado de las relaciones con la Legislatura.
Y es verdad que Scioli pensó esta vez en ubicar a un hombre propio —Martín Ferré— en la conducción de Diputados, al punto de que ahora esa ausencia aparece como una pulseada perdida que ha generado tensiones en el propio equipo del Gobernador.
En ese contexto, Scioli ha cercado su gabinete, en el que no habrá ni tantos cambios ni tantas sorpresas como en un tiempo se insinuaba.
También será ése un equipo monocolor, en el que seguirán, aunque algunos en distintos puestos, siete de los diez ministros actuales: Alberto Pérez, Ricardo Casal, Alejandro Arlía, Cristina Alvarez Rodríguez, Alejandro Collia, Oscar Cuartango y posiblemente Ariel Franetovich. Sumará dos hombres de su círculo de confianza que hasta ahora ocupaban segundas líneas (Eduardo Aparicio en Desarrollo Social y Luciano Di Gresia en la Secretaría General).
Y las incorporaciones de figuras "distintas" se limitarán a la pedagoga Silvina Gvirtz en Educación y el intendente de Bahía Blanca, Cristian Breitenstein, en Producción.
Marisa Álvarez
NA